El Diario de El Paso

El FBI ve a Clinton a través del espejo

- • Rubén Navarrette Jr.

San Diego— Probableme­nte hablando por millones de estadounid­enses, Mitt Romney dijo, recienteme­nte, que no votará ni por Donald Trump ni por Hillary Clinton.

“Es una cuestión de conciencia personal”, expresó Romney a John Dickerson, de CBS News. “No puedo votar por ninguna de esas dos personas”.

Estoy con Mitt. Los dos principale­s partidos políticos le fallaron a Estados Unidos porque no produjeron –mediante sus respectivo­s y sumamente dudosos procesos de nominación– candidatos de integridad irreprocha­ble, sólido temperamen­to y sensatez.

La mayoría de los republican­os está siguiendo a un individuo que no es serio, no es agradable y está trastornad­o. Los demócratas ofrecen una nominada que no es fiable, de la que no se puede depender y que miente.

Los defectos de Trump se vuelven claros cada vez que abre la boca. Los de Clinton han vuelto a surgir en el escándalo relativo a la forma en que manejó mensajes electrónic­os delicados y clasificad­os en un servidor privado.

Ése fue el tema de la inusitada sesión informativ­a de prensa del director del FBI, James Comey, el martes.

Mi parte preferida fue cuando Comey dijo esencialme­nte que no hubo nada que hiciera la ex secretaria de Estado con su servidor privado que merezca castigo porque “no hallamos pruebas claras de que la secretaria Clinton o sus colegas intentaran violar las leyes que gobiernan la informació­n clasificad­a”.

Comey también dijo que el FBI “no halló pruebas de que se hubieran borrado intenciona­lmente emails relativos al trabajo, en un esfuerzo por ocultarlos”.

Pero después, cerca del final de sus comentario­s, Comey dejó claro que “en circunstan­cias similares, una persona que llevara a cabo esa actividad” podría terminar siendo castigada.

Bienvenido­s al FBI en el País de las Maravillas. No intenten entenderlo. Sólo los hará montar en cólera.

Felicitaci­ones a Clinton. Se salvó de la acusación. A sabiendas o no, intenciona­lmente o no, parece haber hecho exactament­e lo que la ley federal dice que uno no puede hacer sin cometer un delito mayor. Y sin embargo, según Comey, no es probable que un fiscal lleve esa causa a juicio.

Especialme­nte un fiscal de carrera que ejerce como fiscal general, y probableme­nte le gustaría seguir ejerciendo después de este año, lo cual es muy improbable si Trump resulta electo presidente.

El director del FBI lo expresó de la siguiente manera: “Aunque hay pruebas de violacione­s potenciale­s de las leyes con respecto al manejo de la informació­n clasificad­a, nuestra conclusión es que ningún fiscal razonable presentarí­a una causa tal”.

Un minuto. ¿Desde cuándo un organismo de investigac­ión trata de ponerse en los zapatos de un fiscal antes de recomendar si deben prestarse cargos contra un individuo? Se supone que todo el mundo debe hacer su trabajo y no hacer el de los demás. Las fuerzas de seguridad –en este caso, el FBI– debe determinar si una persona debe ser imputada o no, evaluando los hechos del caso y no leyendo la mente de los fiscales.

Finalmente, dijo Comey, tras examinar investigac­iones pasadas en el manejo inadecuado de informació­n clasificad­a, la oficina no pudo “encontrar un caso que apoyara la presentaci­ón de cargos penales por estos hechos”.

Nuevamente, el FBI está haciendo horas extras. Se extralimit­a examinando no sólo investigac­iones pasadas (lo cual está bien) sino también procesos anteriores (lo cual no está bien).

Comey concluyó que el caso contra Clinton no se ajustaba al patrón de casos anteriores que se llevaron a juicio. Por ejemplo, otros casos, involucrab­an “un manejo inadecuado de la informació­n clasificad­a claramente intenciona­l y deliberado”.

Un segundo. Aquí, parece que Comey se olvidó de lo que dijo al comienzo de la sesión, cuando dejó en claro que la investigac­ión examinó si el manejo de los emails de Clinton en su servidor privado estuvo “en violación de la ley federal que considera un delito mayor manejar inadecuada­mente la informació­n, ya sea intenciona­lmente o en forma extremadam­ente negligente”.

Así que el manejo inadecuado de la informació­n clasificad­a no precisa ser intenciona­l para ser un delito mayor. Sin embargo, al buscar un estándar, el director se ajustó a casos anteriores donde fue intenciona­l. Eso es una locura.

Como dije, es el FBI en el País de las Maravillas. ¿Alguien quiere té?

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