La presión es clave
Los neumáticos son el componente más importante para controlar un vehículo. Son el único contacto directo entre el automóvil y el camino y de ellos dependen todas las instrucciones de movimiento que damos al coche.
El mantenimiento de una llanta es sencillo, pero requiere de constancia. La inspección es la práctica más eficiente para mantenerlos en óptimo estado y detectar antes de una falla catastrófica cuando una de las ruedas no cumple con estándares de seguridad.
Lo más importante que se debe de cuidar en los neumáticos es que estén inflados a la presión apropiada. Cada vehículo tiene una cifra de presión indicada y esta depende de las especificaciones de carga, velocidad y dimensiones del neumático.
Antes de viajar
La presión de los neumáticos se debe de verificar al menos una vez al mes y siempre que se piense salir a carretera.
Es común que los neumáticos pierdan unas libras de presión después de un mes, pero si se ve una marcada diferencia en alguno de los cuatro, vale la pena llevarlo a revisar; es probable que tenga alguna ponchadura o fuga en alguno de los componentes.
Más vale cambiarla
Si después de la inspección hay alguna de dudosa calidad, más vale cambiarla por la rueda de refacción, aún que esto signifique circular a velocidades limitadas. Más vale ir despacio, pero rodando sobre elementos seguros.
En las inspecciones hay que verificar también el nivel de desgaste. Conforme avanzan los kilómetros, el dibujo del piso de las llantas se va perdiendo, haciendo que los canales de drenado disminuyan su capacidad. Cuando la altura de los gajos ya no es la apropiada, es momento de reemplazar el neumático.