Tiradero cerca de colonia genera polémica racial
Laredo, Texas — Desde que Alejandro Obregón se mudó a una colonia en la frontera entre México y Texas hace 20 años, ha batallado por cubrir sus necesidades básicas como agua potable y pavimentación.
Ahora una empresa familiar quiere construir un relleno sanitario a pocas millas de su casa, y Obregón lucha de nuevo por defender sus intereses y los de cientos de residentes de la colonia.
El dueño de ranchos locales Carlos ‘C.Y.’ Benavides III y la compañía de su familia han solicitado a la Comisión Texana de Calidad Ambiental (TCEQ) el permiso para edificar un relleno sanitario de 660 acres a 4 millas al sur de las colonias y a 20 del este de Laredo.
Sería uno de los 7 rellenos sanitarios más grandes del estado, donde se aceptarían basura y desechos tóxicos de Texas, otros estados y México.
Obregón teme que el viento vuele desechos tóxicos a su hogar y el de sus vecinos, y se preocupa por los residentes de la zona, muchos de ellos pobres y carentes de servicios médicos, quienes podrían sufrir enfermedades respiratorias.
Peleará porque “es mi vida. Es la vida de mis hijos. Es la vida de mi esposa”, dijo Obregón, e inclusive contempla una huelga de hambre como protesta.
La solicitud señala que el relleno acepte desecho industrial tipo 1, considerado por el estado como tóxico pero no peligroso.
Esto incluye desechos como cenizas de carbón provenientes de plantas energéticas, residuos de limpieza con arena y desechos líquidos de producción de aceite y gas, incluyendo fracking. Las toxinas en estos materiales podría provocar daños a niveles altos, pero a menor escala no representan grave peligro para la salud pública o el ambiente, señaló la TCEQ.
Se estima que el relleno recibirá casi 750 toneladas de desecho industrial no tóxico al día, peor no especifica el límite de desechos tipo 1 que pueda aceptar.
El desecho de tipo 1 “puede considerarse como peligro presente o substancial para la salud o el ambiente” al ser manejado incorrectamente, indicó la comisión. Catorce de los 198 rellenos sanitarios en Texas aceptan desechos tipo 1, según un reporte emitido por TCEQ en 2015.
Ese prospecto tiene a los habitantes del lugar preocupados, y dicen que el relleno hará de su comunidad un basurero de desechos tóxicos de todo el país y de México. Pero Benavides argumenta que las instalaciones propuestas están más aisladas que los rellenos existentes y serían una opción de una sola parada para dejar los desechos, evitando más tiraderos a futuro.
Las instalaciones serían 3 veces más grandes que las de un relleno promedio en Texas, según el reporte de TCEQ. Aceptando de uno a 2 millones de toneladas de desecho por año, se sumaría a otros 6 rellenos de capacidad similar en Texas.
Mientras Benavides señala que el relleno se enfocaría en desechos del estado, la solicitud incluye permiso para aceptar desechos de otros estados y fábricas en México.
El lugar propuesto para ubicar el relleno por el desarrollador de Laredo C.Y. Benavides está a 20 millas de Laredo.
“Si hubiera personas blancas aquí, no colocarían el relleno”, dijo Obregón.
El concejal de Laredo George Altgelt, quien votó por una resilución contra el tiradero, lo llamó una instancia de racismo institucional y ambiental.
Mientras el estado no considera el estatus racial o socioeconómico que rodea a la comunidad al evaluar las solicitudes de tiraderos, TCEQ dice que “ha realizado un compromiso fuerte sobre políticas de equidad ambiental”.
Benavides señala que los reclamos sobre racismo carecen de sustento, dado que él también es hispano.
Es ‘poco ingenioso’ de parte de los habitantes del lugar protestar contra el tiradero, ya que hay 2 en el condado Webb más cerca de zonas residenciales.
Hay casas alrededor del tiradero de la ciudad y una instalación particular está a 2 millas de Laredo. La ciudad ni siquiera es visible desde el lugar donde se ubicaría el tiradero propuesto por Benavides.
Pero Elva Jordan, miembro del grupo comunitario Ciudadanos Contra el Tiradero de Laredo, dijo que “sería remotamente lo mismo. Los tiraderos cercanos a la ciudad cubren las necesidades de la ciudad y no aceptan desechos industriales a la escala que se propone para este”.
Aún si el tiradero no está en Laredo, quedará de pasada de camino, agregó Jordan. Los derrames y choques podrían liberar desechos tóxicos dentro de los límites urbanos.
Benavides señala que ha contratado expertos que analicen cada aspecto del tiradero. A la fecha, la familia ha invertido 5 millones de dólares en el proyecto.
Autodenominado como un ambientalista que apoyó la prohibición de bolsas de plástico en Laredo y tiene especies en peligro de extinción en su rancho, Benavides dice que el tiradero incluirá instalaciones de reciclaje avanzadas.
“Nuestra meta es no ‘tirar’ todo lo que se obtiene”, dijo. “Uno trata de reutilizer y reciclar”.
La capacidad de las instalaciones eliminarán la necesidad de otros tiraderos, agregó Benavides.
“Este es el ultimo proyecto que debemos construir en Texas al Sur de San Antonio”, declaró en una presentación reciente al Club Rotario de Laredo.
Pero estos argumentos han hecho poco para disminuir el miedo sobre salud pública y daño ambiental. Inclusive una instalación de alta tecnología puede ser sujeta a desastres naturales, dijo Tricia Cortez, directora ejecutiva del grupo ambiental local Centro de Estudio Internacional Río Grande.
Sesenta por ciento del tiradero está en un plano de hundimiento de cien años que incluye dos afluentes del sistema San Juanito que corre al Sur al Río Grande. Eso significa que hay posibilidad de contaminar el río, dijo Cortez.
Benavides tiene un plan – aprobado por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias– remover el problema al construir presas y estructuras de desviación. Pero eso ha generado otro punto de contención, ya que algunas presas estarían construidas en tierra donde Benavides y sus primos son copropietarios.
Los primos han demandado a Benavides en una corte del condado Webb al oponerse al uso de esas tierras.
Estos asuntos se discutirán en una reunión pública el 11 de agosto en Laredo. TCEQ dijo que tomará en cuenta comentarios públicos antes de emitir una decisión final sobre la solicitud por el tiradero, que podría estar a meses de distancia.
Para Obregón, la reunión es una oportunidad de hacer notar sus preocupaciones comunitarias, las cuales dice que han pasado desapercibidas. Si TCEQ aprueba el tiradero a pesar de las protestas de los residentes del lugar, Obregón dijo que podría iniciar una huelga de hambre.
Benavides “busca un negocio personal”, señala Obregón. “Nosotros peleamos por nuestras vidas”.