¡Pirateo de la elección!
Washington— Alguien –los militares rusos, dicen muchos expertos cibernéticos– entró en las computadoras del Comité Nacional Demócrata y del Comité Demócrata del Congreso para la Campaña, y dio a conocer e mails y documentos delicados. Suena mal y lo es. Pero hay otro peligro que se avecina: la posibilidad de que piratas (ya fuera rusos u otros) manipulen nuestras máquinas de votación, echando una duda sobre el resultado electrónico.
Imaginen. Es el día posterior a la elección. O bien Hillary Clinton o Donald Trump ‘ganó’. Pero el triunfo del vencedor se apoya en resultados reñidos en cinco o seis estados, donde el ganador tiene unos miles de votos más. Supongamos también que cada uno de esos estados utilizó –al menos parcialmente– votación electrónica. Supongamos también que el perdedor alega que hubo manipulación cibernética para robar la elección.
El furor resultante sería inevitable. Provocaría una cólera partidaria aún mayor. Subvertiría la fe en nuestras instituciones democráticas básicas y, probablemente, generaría todo tipo de teorías conspiratorias. En comparación, el combate de la elección Bush-Gore en 2000 –las disputas sobre cuáles de las ‘boletas semiperforadas’ debían contarse– parece un juego de niños. Sería un desastre.
¿Qué probabilidades hay de un ataque cibernético? No lo sé; pero no estoy dispuesto a pasarlo por alto totalmente como una fantasía periodística por dos motivos.
Primero, esta campaña presentó lo inesperado y lo imposible. El pirateo de las computadoras de los demócratas y la publicación de esos documentos coincidiendo con la convención del partido, es sólo el último ejemplo. Con disculpas a Dave Barry, puede decirse de esta campaña que ‘No me lo estoy inventando’.
Segundo, el pirateo está más generalizado de lo que la mayoría de los norteamericanos piensa. Las grandes empresas están en constante ataque.
Un estudio de CNN en 2014 calculó que más de 100 millones de norteamericanos habían sufrido el pirateo de su información personal en el año anterior. Con tanto pirateo –nacional e internacional– ¿por qué no intentaría alguien sabotear la elección? En 2012, 129 millones de norteamericanos votaron para elegir al presidente. En una contienda reñida (y parece que ésta lo será), modificar varios cientos de miles en el voto popular podría cambiar el resultado electoral.
Si esto se me ocurre a mí, que no soy versado en tecnología, debe habérsele ocurrido a otros. Sin duda, cuando busqué el tema en Google, aparecieron muchas historias y reportajes. Uno de los mejores apareció la semana pasada en washingtonpost.com, escrito por Bruce Schneier, experto en seguridad cibernética en Harvard. Schneier está preocupado.
‘Debemos … crear equipos tigre [grupos de expertos] para poner a prueba la resistencia de las máquinas y de los sistemas a un ataque, aumentar drásticamente sus defensas cibernéticas y sacarlos de línea si no podemos garantizar su seguridad en línea’, escribió.
Pero también hay buenas noticias. Las máquinas de votación electrónicas, que sirvieron a alrededor del 39 por ciento de los electores en 2012 según un estudio, podrían estar declinando. ‘Los estados se deshicieron de las máquinas de votación electrónicas’, decía un artículo en el diario The Hill en 2014. (La otra tecnología de votación en 2012, que cubrió al 56 por ciento de los electores, fue la utilización de boletas de papel escaneadas ópticamente. La retención de la boleta puede utilizarse para verificar el resultado. Las máquinas más antiguas de palanca desaparecieron)
Independientemente de lo que ocurra este año, estamos advertidos. Poner la votación en Internet invita a la controversia y el caos. Si somos suficientemente afortunados para evitarlo ahora, no debemos tentar al futuro. Las boletas de papel quizás sean ‘más lentas y menos convenientes’, escribe Schneier, pero preservan la integridad de las elecciones. ¿Qué podría ser más importante que eso?