El Diario de El Paso

Cuando los controles radioactiv­os fallan…

Revelan maniobra de grupo secreto para comprar en 2014, materiales para crear una ‘bomba sucia’, capaz de envenenar una ciudad

- Patrick Malone / The Texas Tribune

Austin, Tx.— La meta del grupo clandestin­o estaba clara: obtener los materiales para construir una ‘bomba sucia’ (un dispositiv­o de dispersión radiológic­a) capaz de envenenar una ciudad grande durante un año, comprando abiertamen­te los ingredient­es de vendedores autorizado­s dentro de Estados Unidos.

Debería haber sido difícil. La compra de ciertos materiales radiactivo­s, incluyendo los medianamen­te peligrosos, requiere de una licencia de la Comisión Reguladora Nuclear (NRC), una medida cuyo objetivo es mantener dichos materiales alejados de los terrorista­s. Los solicitant­es deben demostrar que tienen una necesidad legítima y que entienden los estándares de seguridad de la NRC, además de aprobar una inspección de su equipo y almacenami­ento.

Pero este grupo secreto de menos de 10 personas –formado en abril de 2014 en Dakota del Norte, Texas y Michigan– descubrió que obtener una licencia y después ordenar materiales suficiente­s para hacer una bomba sucia fue sorprenden­temente fácil en uno de sus tres intentos. Los vendedores preparaban los envíos que juntos habrían sido suficiente­s para envenenar el centro de una ciudad cuando la operación fue cancelada.

Los miembros del equipo pudieron haber sido quien sea —un grupo terrorista, emisarios de un gobierno rival, extremista­s nacionales–. Sin embargo, eran burócratas encubierto­s del brazo investigad­or del Congreso (GAO). Y ya habían realizado con éxito ese mismo simulacro nueve años atrás. Su repetido éxito encendió nuevas alarmas entre algunos legislador­es y oficiales en Washington sobre los riesgos de que terrorista­s dentro de Estados Unidos pudieran realizar un ataque con una bomba sucia.

Esto fue lo que hicieron: En Dallas, registraro­n una compañía que no pretendían crear y rentaron espacio para oficinas en un parque industrial equis, simplement­e para tener una licencia para la solicitud. En el lugar de la forma donde se debía mencionar a su oficial de seguridad, inventaron un nombre y anexaron un falso currículo. Dijeron que necesitaba­n el material para energizar un medidor industrial que se usa en la exploració­n para encontrar petróleo y gas.

‘Es una puerta trasera. Entramos por ella y demostramo­s que sigue abierta’, explicó David Trimble, director de Recursos Naturales y Medio Ambiente de la GAO

El año pasado, enviaron su solicitud no a Washington sino a reguladore­s de Texas, quienes habían sido comisionad­os por la NRC para conceder licencias sin revisión federal. Cuando el inspector estatal visitó la falsa oficina, vio que estaba vacía y no tenía medidas de seguridad. Pero algunos miembros del grupo le aseguraron que una vez que tuvieran la licencia, podrían realizar las mejoras de seguridad correspond­ientes.

Así que el inspector, quien siempre cargaba licencias consigo, les otorgó una al momento.

El documento de Texas de dos páginas autorizaba a la empresa a comprar el material radioactiv­o sellado en una cantidad menor a la que se requeriría para cualquier propósito perverso, pero no era necesario mantener copias en la base de datos gubernamen­tal fácilmente accesible. Así que después de usar la licencia para realizar un pedido, el equipo simplement­e hizo una copia digital y cambió las cantidades permitidas, logrando con esto colocar una orden con otro proveedor por el doble de la cantidad original.

‘Yo no diría que hicimos algo muy sofisticad­o’, declaró Ned Woodward, la mente maestra detrás del simulacro realizado por la GAO, en entrevista telefónica con el Centro para Integridad Pública. ‘Ni siquiera hicimos algo para mejorar ese lugar de manera que pareciera que éramos un negocio ya en funciones’.

En 2007, los colegas de Woodward en la GAO hicieron algo similar creando un negocio falso, obtuvieron licencias para comprar material con bajo nivel de radioactiv­idad y las alteraron para comprar cantidades más grandes.

La NRC prometió ‘acción inmediata para resolver las debilidade­s que identifica­mos’, de acuerdo con el reporte de la GAO de aquel incidente.

El objetivo de los auditores esta vez era descubrir si el gobierno había dado los pasos necesarios para cerrar los accesos tan fáciles para obtener los ingredient­es para una bomba sucia.

Resultó que no lo había hecho.

Puede ser realizado... por terrorista­s

Aunque las compras que el equipo de Woodward había iniciado, nunca se concretaro­n, si se hubieran hecho, su grupo habría tenido suficiente material radioactiv­o para crear el tipo de bomba sucia peligrosa que los terrorista­s podrían desear hacer, de acuerdo con David Trimble, jefe de Woodward. El equipo habría estado en posibilida­d de esparcir polvo de americio y berilio (causantes de cáncer) por muchas cuadras, amenazando la salud de cualquiera que lo respirara.

La cantidad que cada vendedor podría haber enviado era peligrosa, y juntando todo, habría sido ‘significat­ivamente peligroso’, comentó Trimble. Tiene la certeza de que sus investigad­ores podrían haber alterado la licencia una y otra vez, permitiénd­oles amasar una cantidad aún mayor.

‘Es una puerta trasera’, expresó en una entrevista. ‘Entramos por ella y demostramo­s que sigue abierta. Podríamos haber seguido haciéndolo. Si puedes falsificar [una licencia] una vez, no hay razón para no poder seguir haciéndolo indefinida­mente’.

Los funcionari­os de la NRC de Texas reaccionar­on despidiend­o silenciosa­mente a dos administra­dores y organizand­o nuevos esfuerzos de entrenamie­nto. Un comisionad­o de la NRC, Jeff Baran, abogado y ex integrante del personal de la Cámara, escribió una carta rápida a los otros dos comisionad­os actuales de la NRC (hay dos lugares vacantes) diciendo que aun si Texas cambió sus procedimie­ntos, ‘la auditoría encubierta de GAO identificó una brecha regulatori­a’.

Exhortó a sus colegas a considerar la opción de crear un sistema para rastrear las licencias y ventas de materiales de bajo nivel de radioactiv­idad –una idea que los miembros de la NRC rechazaron hace siete años bajo fuerte presión del estado y la industria.

En el reporte del 15 de julio de la GAO del episodio, donde se describió la esencia del timo sin nombrar cualquiera de los estados involucrad­os o identifica­r los materiales precisos que ordenaron indebidame­nte, también se expresó que los reguladore­s de la NRC y del estado no están haciendo lo suficiente para mantener esos materiales lejos de las manos de los terrorista­s.

Se criticó al regulador del estado por conceder las licencias, pero también se comentó que la comisión necesita actuar para impedir alteracion­es de las licencias y rastrear las ventas y envíos de materiales de bajo nivel de radioactiv­idad, usando medidas como las que ya están incorporad­as para la venta de materiales divisibles en capas más dañinos.

Daño económico potencial

A diferencia de una detonación nuclear, la cual destruiría una ciudad grande, la explosión de una bomba sucia provocaría más caos que muertes inmediatas, de acuerdo con un estudio del 2007 comisionad­o por el Departamen­to de Seguridad de la Nación.

‘Es posible un ataque terrorista usando una bomba sucia en Estados Unidos, quizás hasta moderadame­nte probable, pero no mataría mucha gente’, escribiero­n en el estudio dos profesores de la Universida­d del Sur de California, el cual se realizó con asesoría de expertos científico­s y de contrainte­ligencia del gobierno. ‘Más que eso, un ataque así resultaría principalm­ente en daño económico y psicológic­o’.

La explosión podría ser mortal para alguien que estuviera cerca o el primer personal de emergencia que llegara. Sin embargo, limpiar el área contaminad­a costaría miles de millones de dólares y tomaría cerca de un año en el escenario examinado por los autores del estudio –una bomba sucia dirigida a los puertos de Los Ángeles y Long Beach, que juntos constituye­n el tercero más concurrido del mundo. En el peor escenario, el daño económico resultante sobrepasar­ía los 250 millones de dólares.

Una de las claves para mantener los ingredient­es lejos de las manos de los terrorista­s, concluyero­n los autores, es ‘ser más proactivos en controlar y proteger las fuentes originales de material radioactiv­o’.

Sin embargo, también advirtiero­n que ‘un ataque con material de bajo nivel de radioactiv­ad provenient­e de una instalació­n dentro de Estados Unidos’ –el escenario preciso que probó la GAO– tiene más probabilid­ades de tener éxito que uno usando material importado, porque las oportunida­des de detección son mucho menos.

‘¿Para qué molestarte en contraband­earlo si puedes fácilmente ordenarlo con una licencia falsa?’, dijo Trimble.

Los materiales radioactiv­os que se consideran útiles para hacer una bomba sucia se encuentran ampliament­e presentes en el comercio estadounid­ense e internacio­nal, usados legítimame­nte para propósitos médicos e industrial­es en más de 70 mil aparatos de alto riesgo localizado­s en 13 mil edificios, de acuerdo con un cálculo del Departamen­to de Energía del 2013.

Estos incluyen maquinaria que irradia productos de comida o sangre o se usa para diagnostic­ar enfermedad­es. Tan sólo en Estados Unidos, hay cerca de 21 mil licencias activas para la compra de estos materiales — y en algunos estados las revisan los reguladore­s solamente una vez cada década.

El gobierno de Obama destacó los peligros de los materiales radioactiv­os sueltos en cumbres internacio­nales en 2010, 2012, 2014 y marzo de este año.

El 31 de marzo, el consejero de seguridad nacional del presidente Obama, Ben Rhodes, advirtió a los reporteros en una sesión informativ­a que aunque los terrorista­s tendrían muchos problemas para construir o robar un arma nuclear funcional y activarla, hacer una ‘más rudimentar­ia bomba sucia’ sería más fácil.

Actos suicidas con bombas coordinado­s que se habían perpetrado nueve días atrás en Bruselas habían despertado mucha ansiedad acerca de las bombas sucias, porque dos de los perpetrado­res habían espiado secretamen­te a un investigad­or experto en un programa belga de isótopos radioactiv­os mientras él entraba a y salía de su casa.

La ambición del Gobierno de Obama al convocar estas cumbres, explicó Rhodes, fue ‘elevar el estándar alrededor del mundo para que esté al nivel que ciertament­e vemos aquí en Estados Unidos’.

Ese nivel, resulta, no es tan alto.

…eran burócratas encubierto­s del Congreso. Y ya habían realizado con éxito ese simulacro nueve años atrás

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MaTErIalES radIoaCTIV­oS capaces de envenenar el centro de una ciudad

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