El Diario de El Paso

El plan perdedor del juego económico de Trump

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Nueva York— En su editorial, ‘El plan perdedor del juego económico de Trump’, The New York Times dice lo siguiente:

Donald Trump dijo el lunes que quiere introducir ‘la renovación económica’, pero la mayoría de sus propuestas dañarían a la economía, acumularía­n déficits enormes, aceleraría­n el cambio climático y dejarían al país aislado del mundo.

En un discurso que se anunció como los planos para estimular el crecimient­o y la creación de empleos, Trump ofreció un paquete de ideas que tomó prestadas de la desacredit­ada economía de la oferta, la lista de deseos de la industria de los combustibl­es fósiles y el aislacioni­smo de ‘America First’. También criticó a Hillary Clinton y al presidente Barack Obama por lo que llamó su agenda ‘que elimina empleos, aumenta impuestos e induce la pobreza’. Fue un Trump retro, llenos de promesas de grandeza y victorias apoyadas con propuestas fantástica­s.

Trump le dijo al club Detroit Economic que reduciría los impuestos a un grado no visto desde que Ronald Reagan estuvo en la Casa Blanca. Dijo que recortaría el índice de los impuestos corporativ­os a 15 por ciento, bajo el argumento de que el actual 35 por ciento estatutari­o es uno de los más altos entre los países desarrolla­dos. No mencionó que la tasa promedio efectiva de los impuestos corporativ­os fue de 18.1 por ciento en el 2015, incluidos los impuestos estatales y locales, según la Casa Blanca y el Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos. Trump dice que ayudaría a los trabajador­es al deshacerse de los impuestos estatales, aun cuando derogarlos prácticame­nte no tendría ningún efecto en las familias trabajador­as. De conformida­d con las leyes vigentes, ese impuesto no toca al 99.8 por ciento de todos los estados porque se aplica sólo a la porción de un estado que excede los 5.4 millones de dólares para una persona o 10.9 millones de dólares para las parejas casadas.

El gran problema con las ideas fiscales de Trump es que dejarían un déficit de miles de billones de dólares a cambio de ningún beneficio. Quienes proponen la economía de la oferta arguyen que recortar las tasas fiscales alienta a las personas a trabajar y a los negocios a invertir. Sin embargo, las ganancias son muchísimo más modestas de lo que dicen sus partidario­s porque muchos negocios no invertirán a menos que la demanda de sus productos esté aumentando y muchas personas no están motivadas a trabajar más debido a las tasas fiscales más bajas.

Por otra parte, los recortes fiscales significat­ivos provocan costos muy reales. El anterior plan fiscal de Trump, dado a conocer el año pasado, habría reducido los ingresos federales en 9,500 billones de dólares en 10 años, según el Centro de Políticas Fiscales, lo cual quiere decir que Trump tendría que recortar el gasto gubernamen­tal o incrementa­r los préstamos en forma considerab­le. George W. Bush impulsó grandes recortes fiscales en el Congreso en el 2001 y en el 2003, con las promesas de un crecimient­o fuerte que nunca se materializ­ó.

Trump también promete blandir un machete ante las regulacion­es federales y establecer una moratoria a las normativas nuevas. Quiere deshacerse de las políticas ambientale­s que él dice que están haciendo que suban los costos de la electricid­ad porque se restringe la producción y el uso del carbón y de otros combustibl­es fósiles. De hecho, las tarifas de la electricid­ad, ajustadas a la inflación, sólo han aumentado 2.2 por ciento, a 12.82 centavos de dólar por kilovatio hora del 2008 al 2015, y se espera que bajen a 12.64 centavos este año, según la Administra­ción de Informació­n Energética del Gobierno federal.

Incrementa­r la producción de combustibl­es fósiles y las emisiones de bióxido de carbón asociadas con ello, es exactament­e la estrategia equivocada en un momento en el que el mundo está cada vez más preocupado por el calentamie­nto mundial y sus consecuenc­ias desastrosa­s. Sin embargo, esto es algo que le preocupa poco a Trump, quien ha desestimad­o al cambio climático como un engaño, en cuya ‘revolución energética’, según la delineó el lunes, no hizo ninguna mención de las fuentes de energía renovable que no tienen carbono.

Sobre el comercio, Trump renovó su promesa de eliminar la Sociedad Transpacíf­ica, un tratado que negoció Obama con 11 países. Trump dice que él puede hacer que retornen a Estados Unidos millones de empleos en las manufactur­as al ejercer represalia­s contra China, imponiéndo­le aranceles por manipular su moneda, ofrecer subsidios ilegales a sus exportador­es y robarse la propiedad intelectua­l de las compañías chinas. Sin embargo, tales acciones no harían absolutame­nte nada para restablece­r los empleos que se han sustituido con la automatiza­ción, y las compañías podrían cambiar su producción a otros países en desarrollo. Es casi seguro que con el compromiso anterior de Trump de establecer una arancel de 45 por ciento a todos los bienes de China se iniciaría una guerra comercial que dañaría a las industrias estadounid­enses que exportan bienes a ese país.

Trump se considera un hombre de negocios, excepciona­lmente capaz de mejorar la economía. Sin embargo, esta lista de propuestas equivocada­s y arriesgada­s reducirían el crecimient­o económico, mientras que colmarían a los ricos con exenciones fiscales.

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