Republicanos de Texas desairan a Trump para renegociar el NAFTA
El candidato presidencial hizo la sugerencia esta semana, pero la extinción es preferible para compañeros partidistas
NAFTA no es una palabra sucia (en el estado)” John Cornyn, Senador y asistente del líder nacional del partido republicano
Austin— Atrapados entre las tendencias antiglobales de su candidato a la presidencia y los grandes nexos de su estado con México por tratados, los republicanos del Congreso de Texas están en una línea política truculenta al hablar de renegociar el Tratado de Libre Comercio (abreviado NAFTA en EU y TLC en México).
El nominado republicano a la presidencia, Donald Trump, llamó al tratado “un desastre” y sugirió renegociar el pacto en un discurso del lunes pasado en Detroit.
A menos que logremos un mejor trato, dijo, EU debería salir de ese acuerdo de 22 años que bajó las barreras arancelarias entre EU, México y Canadá.
Los texanos más conservadores también quieren abandonar el tratado. La plataforma de 2016 del Partido Republicano exige “el retiro inmediato del Tratado de Libre Comercio”.
Pero cuando el periódico The Texas Tribune cuestionó a cada uno de los 27 miembros republicanos de la delegación del Congreso en Texas, ninguno se unió a Trump en su idea de renegociar el tratado. Ninguno aceptó ser entrevistado. Tres respondieron de manera escrita.
“El NAFTA es el responsable de haber incrementado el intercambio entre Texas y México en casi 110 por ciento desde el 2004”, declaró el representante Will Hurd —republicano de San Antonio— en un comunicado.
“Texas va a la cabeza en la nación en exportaciones y beneficios gracias a los acuerdos internacionales que ponen los bienes y servicios de Texas en las manos de más clientes”, explicó el representante Lamar Smith, republicano de San Antonio, quien votó para ratificar el TLC en 2003.
En 1991, un año antes de que el presidente George H. W. Bush firmara el NAFTA, Texas exportó a México 15.5 miles de millones de dólares en bienes, de acuerdo con el Instituto Internacional de Comercio del Centro Texas.
Para el 2015, eso se había sextuplicado. El año pasado, la industria de exportaciones de Texas dio empleo a 1.1 millones de personas, la mayor de todas en el país, según reporta el Departamento de Comercio de EU.
“NAFTA no es una palabra sucia en Texas”, comentó el senador de EU John Cornyn —asistente del líder nacional del partido— en una entrevista en marzo para el Instituto Brookings.
Tratados internacionales, visión agria
Sin embargo, la opinión pública del partido republicano de Texas sobre tratados internacionales se ha agriado.
Aunque no hay una encuesta reciente que haya sondeado la popularidad del NAFTA específicamente, en una encuesta de junio del 2016 conducida por el Proyecto de Políticas de Texas de la Universidad de Texas en Austin, se observó que el 51 por ciento de los republicanos del estado perciben los acuerdos del tratado como desfavorables, comparado con apenas el 17 por ciento que los apoyan.
Scott Lincicome, investigador adjunto del Instituto Cato, comentó que la opinión pública de los acuerdos de comercio con frecuencia va ligada a una “ceguera partidista”.
A algunos republicanos de Texas puede no gustarles el NAFTA en parte porque fue ratificado cuando el esposo de la actual candidata demócrata a la presidencia Hillary Clinton era presidente, explicó el director de comunicaciones del Partido Republicano de Texas, Michael Joyce.
Clinton también era secretaria de estado durante las primeras negociaciones de la Sociedad Tras-Pacífica, aún pendiente de ratificar.
Incluso los detractores del NAFTA en Texas reconocen que el estado ha experimentado un auge económico gracias a la reducción de barreras que trajo el tratado.
El representante Gene Green, demócrata de Houston, quien votó contra la ratificación del NAFTA, comentó: “Creo que el NAFTA benefició al estado como un todo, pero no necesariamente benefició a mi distrito”.
Green agregó que si el NAFTA estuviera sujeto a votación el día de hoy, no votaría por él.
El representante Beto O’Rourke, demócrata por El Paso, comentó que al inicio su región fue “devastada” por el NAFTA, perdiendo miles de empleos de manufactura que se fueron a unos kilómetros al otro lado de la frontera “casi de la noche a la mañana”.
Sin embargo, eventualmente El Paso se adaptó a la nueva realidad económica, recuperando muchos de los empleos que originalmente se habían perdido.
“Si solamente observamos el impacto neto, NAFTA fue positivo”, opinó.
La organización de la campaña de Trump no respondió una sola de las muchas solicitudes de comentarios, pero Trump ha sugerido que él renegociaría NAFTA a través de imponer cuotas en algunos bienes para ayudar a proteger a las fabricantes de EU de la competencia extranjera.
Tim Wise, director del programa de investigación y política del Instituto de Desarrollo y Ambiente Mundiales de la Universidad Tufts, ha criticado por mucho tiempo el ambiente tolerante de NAFTA en lo que se refiere a estándares de medio ambiente y de trabajo. Como Trump, a él también le gustaría ver que el NAFTA se renegocia. Pero se refirió al probable plan de reforma de Trump como “absurdo”.
“La idea de que EU podría acosar a México para que acepte cualquier protección del tratado que Trump desee imponer sin hacer alguna concesión a cambio no es la manera en que funcionan las negociaciones de acuerdos”, explicó.
Además Trump no ha especificado las reformas que le gustaría hacerle al NAFTA. El 26 de julio, cuando Detroit News le preguntó en una entrevista los detalles de una renegociación, aseguró que quiere cambiar “muchas, muchas cosas”.