El Diario de El Paso

Recorre el continente en honor a César Chávez

Activista promueve unidad de pueblos indígenas, desde Alaska hasta Panamá

- Anna Macías/Especial para El Diario de El Paso

Phoenix, Arizona— Para José Cortez, un publicista jubilado de 64 años, la Jornada por la Paz y la Dignidad es un capítulo más en su larga vida de activismo.

El residente de Phoenix, Arizona, a temprana edad fue uno de los colaborado­res del ícono mexicoamer­icano César Chávez cuando éste recibía constantes amenazas en su lucha de paga justa y mejores condicione­s de trabajo para los jornaleros agrícolas en EU.

Hijo de campesinos, Cortez se echó a cuestas la labor de cuidarle las espaldas a Chávez en los días de marchas, boicots y encarcelam­ientos. En aquellos tiempos –los años 70–, los chavistas enfrentaba­n agresiones violentas constantes de quienes querían mantener la explotació­n y el racismo en Estados Unidos.

Phoenix, Arizona— Es por eso que Cortez recienteme­nte llegó a Chihuahua, corriendo al lado de otros activistas e indígenas de varias etnias, cuya meta es recorrer las 7 mil millas entre Alaska y Panamá como parte de las llamadas Jornadas por la Paz y Dignidad.

Las jornadas se han venido celebrando cada cuatro años desde 1992, a medio milenio del inicio de la lucha indígena contra el despojo, la explotació­n y la violencia del hombre blanco.

La carrera procede sin discursos o grandes pronunciam­ientos públicos. El afán es hacer contacto con los pueblos indígenas a lo largo de la ruta.

Eso explica por qué así como los corredores llegaron calladamen­te a Chihuahua, de la misma manera se fueron. Hoy domingo habrían llegado a Ciudad Obregón, Sonora.

Documenta la carrera de principio a fin

Cortez está documentan­do cada etapa de la jornada y compartién­dola por las redes sociales, aunque él no sea el protagonis­ta. Sus publicacio­nes de Facebook tratan de reflejar la historia de los pueblos y las gentes que conoce, con un énfasis en el legado indígena.

El objetivo es que los estadounid­enses que lo siguen conozcan a los pueblos al Sur de la frontera y sus luchas, lo cual es un primer paso para iniciar movimiento­s de conciencia social que sean catalizado­res de mejores políticas.

Cortez sube a su página videos cortos donde entrevista a indígenas que explican las tradicione­s, el significad­o de palabras nativas o que le señalan dónde están o estaban sus templos u otros lugares sagrados.

Cuando los participan­tes en la jornada paran a descansar en un pueblo o en una reservació­n indígena, conviven y aprenden, cuidando siempre el respeto por la cultura.

Y al retirarse, comienzan cada nueva etapa de su carrera con una oración o meditando.

Para Cortez, la jornada que lo llevó por Chihuahua comenzó en los campos agrícolas de California.

Corre en homenaje

Conocer a César Chávez le abrió los ojos a Cortez. Él quería participar en el movimiento a favor de los trabajador­es agrícolas, pero encontró en Chávez no un general, sino un hombre humilde dedicado a su causa.

“Antes de conocerlo, me imaginé que César Chávez era un hombre alto, musculoso y sin pelos en la lengua”, relató Cortez en un programa de radio. “En realidad, era un tipo chico. Tampoco gritaba, pero tenía un gran amor por su gente”.

Dijo que Chávez le recordó a sus padres, quienes también fueron trabajador­es agrícolas.

“Yo vi cómo los dueños agricultor­es los hacían menos. Eso fue lo que me llamó a acercarme al movimiento campesino”, relató Cortez.

Y el escarnio y amenazas de las que con frecuencia era objeto Chávez lo llevaron a enlistarse como voluntario para ser su guardaespa­ldas.

Gustavo Gutiérrez, otro líder sindical de Arizona, también lo motivó.

Cuando Gutiérrez fundó la organizaci­ón de derechos civiles Chicanos Por la Causa (CPC), contrató a Cortez y lo apoyó en su carrera de Ciencias de la Comunicaci­ón.

Fue por medio de Gutiérrez que Cortez se enteró de las Jornadas por la Paz y Dignidad, ya que su mentor participó en las primeras.

Dijo que decidió entrar en la carrera en honor a sus héroes: Gutiérrez y Chávez.

Cortez explica que dedicó cinco años a prepararse para la jornada, física y espiritual­mente. Pasó largos ratos corriendo y entrenándo­se en los cerros del desierto de Arizona.

“Estos dos hombres sabían que es importante incorporar la espiritual­idad al movimiento”, dijo. “Yo trato de imitarlos. Y es la fuerza que me impulsa a correr”.

Cortez luego observó en sus mensajes de Facebook que muchos latinoamer­icanos de descendenc­ia azteca y náhuatl son como “primos lejanos”, incluyendo personas que viven en el Oeste de Estados Unidos hasta Centroamér­ica.

Otro día de su jornada, mientras toma un café, Cortez da gracias a Dios por haber conocido “tantas almas hermosas” desde Alaska hasta Arizona.

“Espero conocer muchas más almas en la jornada al Sur, hacia Panamá”, dijo. “Gracias, Creador, por permitirme ser un mensajero de la luz”.

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JOsé COrtez

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