Trump y la retórica socializada de los libertarios
Washington— Hillary Clinton y su equipo de campaña han estado saliéndose de lo previsto para presentar un sorprendente argumento acerca de Donald Trump: no es realmente republicano. En la convención demócrata, varios ponentes dijeron que Trump representaba un total rompimiento con las tradiciones conservadoras del Partido Republicano. El mes pasado, Clinton dio un mensaje similar durante el discurso en el que vinculó a Trump con el movimiento político de nacionalismo blanco conocido como ‘la derecha alternativa’.
‘Esto no es el conservadurismo que hemos conocido’, apuntó la candidata.
De acuerdo con Clinton –y con numerosos intelectuales conservadores que se oponen a Trump–, la campaña conspiratoria que coquetea con los racistas que él ha estado realizando representa una novel desviación de la política republicana.
El estilo y las posturas de Trump –avalando a escépticos del 9/11 y asociándose con ellos, promoviendo a racistas de Internet, usando estadísticas falsas– emplean una actualmente poco común estrategia política denominada ‘paleolibertarismo’, que alguna vez gozó de mucha popularidad entre algunos republicanos, especialmente el ex candidato presidencial Ron Paul.
No hay duda de que el aspecto paranoide y semirracial que con frecuencia adopta Trump se origina en los pantanos enfebrecidos en los que durante decenios se movió Paul. La mayoría de las personas que respaldan a Trump no lo hacen por razones racistas, pero resulta increíble el número de los mismos nacionalistas blancos y teóricos de conspiraciones a los cuales alguna vez se dirigió Ron Paul que ahora son ardientes seguidores de Trump. Se debe a que Trump y Paul hablan el mismo idioma.
La principal corriente de libertarios lleva cierto tiempo atormentándose por su legado entre ellos mismos, con la esperanza de que el Paul grande o el chico denuncien definitivamente el pasado racializado del movimiento, sin que se haya dado tal discurso. En vez de ello, hace decenios la estrategia paleolibertaria fraguada como medio de impulsar un gobierno mínimo amenaza con suplantar al liberalismo libertario de derecha con el nacionalismo blanco.
La figura cuyas ideas unen a los libertarios de Paul y a los seguidores actuales de Trump es el fallecido Murray Rothbard, el economista cofundador del Instituto Cato que es ampliamente considerado el creador del libertarismo.
Hoy en día, numerosos libertarios gustan de presentar su ideología como una que de alguna manera trasciende la división entre derecha e izquierda, pero para Rothbard lo anterior no tenía sentido. El libertarismo, argumentaba, no era más que un replanteamiento de las creencias de la ëantigua derechaí, que a principios del siglo XX se opuso resueltamente al ëNew Dealí y a cualquier tipo de intervención extranjera. Muchos de sus seguidores, como el ensayista H.L. Mencken, también adoptaron posturas racistas.
Mientras en los años 50 y 60 en el interior del Partido Republicano aumentaba la influencia de republicanos moderados como Dwight Eisenhower y conservadores cristianos de la ‘nueva derecha’ como William F. Buckley, los futuros creadores del liberalismo libertario se acercaban a la obra de pensadores anticomunistas seculares como el economista Ludwig von Mises y la novelista Ayn Rand.
Entre los libertarios, siempre ha habido cierta simpatía hacia el racismo y el antisemitismo ñen 1976 la revista del movimiento, Reason, dedicó una edición entera al ‘revisionismo histórico’, incluyendo el revisionismo sobre el Holocausto. Repetidamente publicó asimismo artículos en defensa del gobierno entonces segregacionista de Sudáfrica. Pero fue cuando en 1982 Rothbard fundó el Instituto Ludwig von Mises que se permitió al naciente movimiento político establecer su afinidad con el movimiento de la Causa Perdida Neoconfederada.
Casi inmediatamente después de creado, el Instituto Mises empezó a publicar críticas a la ‘integración obligatoria’, ataques contra Abraham Lincoln y apologías de los líderes conservadores. Los estudiosos del instituto también han hablado ante grupos racistas como la Liga del Sur. Rothbard publicó incluso en su libro ‘La ética de la libertad’ un capítulo en el cual señaló que ‘la sociedad con libertad pura tendrá un floreciente mercado libre de niños’, aunque no especificó las razas de los menores que podrían venderse.
Éstas y numerosas otras polémicas posturas por las cuales abogaban los escritores del Mises tienen sentido desde un punto de vista libertario fanático. Pero se originan asimismo en un cálculo político que Rothbard reveló en un ensayo de 1993 en el cual lamentaba la derrota del nacionalista blanco republicano y ex líder del Ku Klux Klan David Duke durante la contienda de 1991 por la gubernatura de Louisiana, ganada por una coalición bipartidista.
Pero debido a que la doctrina del movimiento era el gobierno de poco control, Rothbard argumentó que los libertarios necesitaban aliarse con personas que quizá no les agradaran mucho a fin de aumentar sus filas. Hacía falta un ‘acercamiento con los Rednecks’ (los blancos pobres de zonas rurales) a efecto de hacer causa común con los conservadores cristianos de extrema derecha que aborrecían al gobierno federal, sentían aversión a las drogas y querían medidas severas contra la delincuencia.
Todas estas posturas peleolibertarias se ofrecieron durante la campaña de 1990 al Senado y la campaña por la gubernatura de 1991 que hizo Duke. Pero también las ofrecería otro político a quien Rothbard admiraba: Ron Paul, el candidato presidencial del Partido Libertario en 1988.
Llewellyn Rockwell, un editor y recaudador de fondos para causas libertarias amigo de Rothbard, fue además editor de una serie de publicaciones de Paul que se hicieron famosas durante sus precampañas presidenciales republicanas.
Vendidos con varios títulos, con frecuencia los lucrativos boletines fomentaban temores raciales, algo similar a lo que Trump ha estado haciendo el presente año, aunque iban más allá ñen uno se aconsejaba incluso usar una pistola sin registro para disparar a los ‘jóvenes urbanos’. En otra edición se hacía burla de los estadounidenses afrodescendientes proponiendo para la ciudad de Nueva York otros nombres como ‘Zoovilla’ y ‘Violalandia’, al tiempo que se exhortaba a los manifestantes afroamericanos a realizar sus protestas ‘en una oficina de estampillas para comida o en un picadero’.
En las publicaciones también de promovía repetidamente la obra de Jared Taylor, un escritor y editor nacionalista blanco que actualmente es uno de los seguidores de Trump más prominentes entre la derecha alternativa. En los artículos se presentaban asimismo teorías conspiradoras antisemíticas y frecuentes diatribas contra los homosexuales.
Más tarde Paul señaló no haber escrito los boletines. Pero independientemente del autor, la imagen que creaban lo volvían a él atractivo ante los nacionalistas blancos. Sin embargo, dichos seguidores no eran lo bastante numerosos como para que Paul consiguiera la candidatura republicana y el paleolibertarismo empezó a apagarse.
En los últimos años, no obstante, ha vuelto a nacer como la derecha alternativa, al descubrir una nueva generación de libertarios su legado oculto y empezar a adoptar el racismo y las teorías sobre conspiraciones. El llamado de Rothbard a ‘naciones soberanas basadas en la raza y el origen étnico’ es muy similar a las creencias que en la actualidad expresan los seguidores de la derecha alternativa de Trump.
En el 2016, muchos, si no todos, los extremistas que anteriormente apoyaban a Paul se han puesto del lado de Trump. En el 2007, Paul consiguió el apoyo y el donativo de 500 dólares por parte de Don Black, el dueño de Stormfront, un foro de internet autodescrito como de ‘orgullo blanco’. A pesar de la ola de críticas, Paul rehusó devolver el dinero. Este marzo, Black animó a sus radioescuchas a votar por Trump, aun si no es perfecto.
El conductor nacionalista de radio con sede en Memphis James Edwards respaldó a Paul y también apoya a Trump.
Duke, quien está contendiendo de nuevo por el Senado, ha manifestado asimismo en repetidas ocasiones su admiración por ambos hombres. Aunque Trump casi siempre ha renegado de Duke, en uno de sus boletines Paul dijo que las posturas políticas de éste tenían ‘puro buen sentido– a pesar del bagaje’ de la ex participación de Duke en el Klan.