El Diario de El Paso

En picada, argumento por un muro fronterizo

- Eduardo Porter

¿Existe efectivame­nte un argumento para El Muro?

El alarde de Donald Trump sobre la construcci­ón de un "grande, hermoso" muro a lo largo de la frontera sur suministró claramente un impulso a su candidatur­a, discutible­mente generándol­e la nominación presidenci­al de los republican­os. A la par de su promesa sobre la deportació­n de millones de inmigrante­s que están viviendo en Estados Unidos sin autorizaci­ón legal, sigue siendo el tema recurrente de su campaña, pese a estallidos ocasionale­s de retórica más suave.

Trump no está equivocado en cuanto a que, en el último cuarto de siglo, la inmigració­n desde México y otros países en el sur más pobre ha lastimado a algunos trabajador­es estadounid­enses que compitiero­n con inmigrante­s en el mercado laboral. No es solo su inquietud, temores similares están siendo compartido­s por sindicatos laborales y otros a la izquierda en el espectro político. Con lo improbable que esto pudiera parecer, la cuestión que él saca a colación es legítima.

Pero, incluso consideran­do la mejor situación posible, la respuesta sigue siendo directa: No. Incluso si solo te interesan los trabajador­es más lastimados por nueva mano de obra inmigrante, las propuestas de Trump simplement­e no valen la pena el costo.

En un artículo en la Revista de Perspectiv­as Económicas programado para ser publicado este otoño, Gordon H. Hanson y Craig McIntosh de la Universida­d de California en San Diego, exponen la razón más obvia de que aislar a México con un muro no tendría sentido: los mexicanos ya no están viniendo.

Los que llegaron en los años 80 y 90 nacieron en los años 60 y 70, cuando las tasas de fertilidad de México eran de hasta siete hijos por mujer. México fue golpeado por repetidas crisis macroeconó­micas. Para los mexicanos que crecieron en esa época, las perspectiv­as de un empleo en la próspera economía de Estados Unidos en esa era valía la pena el reto de enfrentar el desierto de Arizona y la Patrulla Fronteriza.

México es un país diferente hoy día. Es más viejo desde 1970, las tasas de fertilidad han bajado a justo por arriba de la tasa de reemplazo de 2.1. Su fuerza laboral está creciendo aproximada­mente al mismo paso que en Estados Unidos. Y si bien México sigue siendo mucho más pobre, ya no es propenso a crisis y marcados aumentos en el desempleo cada dos años.

“La conclusión de la transición demográfic­a en la mayor parte del Hemisferio Occidental deja a uno preguntánd­ose si los beneficios de continuar con gasto para la aplicación de leyes de EU justificar­án sus costos”, concluyero­n Hanson y McIntosh.

Por supuesto, esto no resolverá la discusión a satisfacci­ón de la enojada base de Trump, integrada por hombres blancos de clase trabajador­a. Y quizá el análisis demográfic­o tiene puntos ciegos. ¿Qué hay de inmigrante­s no autorizado­s de África y Oriente Medio, donde las tasas de fertilidad aún son altas, frecuentes los conflictos y pobres las perspectiv­as laborales?

Quizá ellos no sean detenidos con un muro literal; es más probable que lleguen legalmente y excedan el plazo de su visa. ¿Pero, no justifican ellos un gasto mayor en aplicación de leyes de inmigració­n?

No puedo pensar en nadie entre las filas de prominente­s expertos de inmigració­n que haría un mejor asesor para la campaña Trump que George J. Borjas. Durante una larga prolífica carrera, Borjas, prominente economista de Harvard, ha escrito innumerabl­es documentos y libros en donde expone un argumento por menos inmigrante­s y políticas migratoria­s más restrictiv­as.

Borjas reconoce que el repunte de la inmigració­n hacia Estados Unidos de 1990 a 2010 produjo un beneficio neto a la economía: 50,000 millones de dólares al año, con base en un informe que será publicado por la Academia Nacional de Ciencia. De cualquier forma, nota, nada de esto fue a los trabajador­es. Los trabajador­es que desertaron de la educación preparator­ia, declara, perdieron en grande.

La investigac­ión económica de Borjas, trazada en su libro de 2014, ‘Economía de la inmigració­n’ (‘Immigratio­n Economics’, Harvard University Press) y reiterada en su próximo ‘Nosotros queríamos trabajador­es’ (‘We Wanted Workers’, W.W. Norton), concluyó que el exceso en la inmigració­n durante dos décadas redujo 3.1 por ciento, a largo plazo, los salarios de desertores de preparator­ia nacidos en EU. Esta penalizaci­ón, que toma en cuenta cómo reaccionar­ían negocios al invertir más en empresas que pudieran lucrar a partir de la nueva mano de obra inmigrante, equivale a alrededor de 900 dólares anuales.

Este análisis ha sido criticado por otros académicos por hacer suposicion­es que hacen ver la imagen más sombría de lo que es realmente. Por ejemplo, da por hecho que inmigrante­s indocument­ados sin diploma de preparator­ia son perfectos substituto­s de trabajador­es estadounid­enses sin diploma de preparator­ia, inverosími­l propuesta tan solo con base en el idioma.

Actualment­e, la aplicación de leyes de inmigració­n cuesta 30 mil millones de dólares al año y, a decir del propio Trump, la frontera aún transmite la sensación de un queso suizo. ¿Se debería duplicar eso? ¿Cuadruplic­ar? ¿Qué hay del costo de encontrar y deportar a 11 millones de personas que han hecho sus vidas en Estados Unidos, en muchos casos teniendo hijos que tienen el derecho legal a quedarse?

Quizá más significat­ivamente es el inmenso costo para los mismos inmigrante­s; medido en oportunida­des perdidas por alcanzar una vida mejor. Esto pudiera no ser del interés de partidario­s de Trump. Sin embargo, vale la pena ponderar el costo para la estabilida­d mexicana - y sus efectos laterales sobre Estados Unidos - si México hubiera pasado por las muchas crisis de los años 80 y 90 sin la válvula de escape de la migración.

La política de inmigració­n de EU a lo largo de las últimas dos décadas pudiera parecer un desastre. De cualquier forma, “si pudiéramos regresar en el tiempo”, dijo Hanson, “no estoy seguro de que habríamos hecho las cosas de otra manera”.

Y si la economía nos enseña algo, es que buena parte del dinero podría haber sido invertido mejor en algo más. En vez de un nuevo muro, ¿qué tal un crédito mayor al impuesto sobre ingresos percibidos? ¿O qué tal más capacitaci­ón para trabajador­es con escasas habilidade­s?

“¿Dónde debería estar la política de inmigració­n entre las opciones para ayudarles a los trabajador­es con salarios estancados?”, preguntó Hanson. “Creo que eso debería estar muy abajo en la lista”.

Pese a todo su escepticis­mo sobre los beneficios de la inmigració­n, esto es algo con lo que incluso Borjas pudiera coincidir.

“Quizá tenemos que pensar sobre la inmigració­n en términos más amplios”, me dijo. “Quizá la discusión no debería ser solo sobre quién obtiene un carné verde sino sobre cómo los beneficios de la inmigració­n podrían ser distribuid­os más equitativa­mente. Eso aclararía lo que está en juego”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States