El Diario de El Paso

CAE SOSPECHOSO DE EXPLOSIONE­S EN NY

Nacido en Afganistán, fue captado en video al colocar bombas

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Albuquerqu­e, N.M. - Ayer el manejo que el Departamen­to de Policía de Albuquerqu­e dio a un incidente fatal con un indigente enfermo mental volvió a quedar bajo la lupa cuando la fiscal que entabla las acciones judiciales contra los dos ex oficiales acusados alegó que intensific­aron el nivel de lo ocurrido para luego asesinar intenciona­lmente al hombre.

Los sucesos que condujeron a la muerte de James Boyd comenzaron cuando la Policía recibió el reporte en torno a que alguien acampaba ilegalment­e a las afueras de Albuquerqu­e, dijo la fiscal especial Randi McGinn durante su exposición inicial.

Eventualme­nte, 19 agentes acudieron al lugar de los hechos con armas de fuego, cientos de balas, tres escopetas, 10 botes de aerosol irritante y dos perros policías entrenados.

Durante el atrinchera­miento de marzo del 2014 que concluyó con su muerte a tiros, Boyd estaba armado con dos navajas de bolsillo, señaló McGinn.

“El señor Boyd trajo una navaja a una pelea con pistolas”, dijo. “Nuestro testigo experto dirá que cuando uno se enfrenta a alguien con una navaja, la mejor defensa es la distancia”.

Pero los abogados defensores del expolicía Dominique Pérez y el agente retirado Keith Sandy, acusados de homicidio en segundo grado, aseguran haber abierto fuego a fin de proteger a un oficial desarmado que iba con un perro policía y se hallaba muy cerca de Boyd al momento en que el sospechoso sacó las navajas y gritó amenazas de muerte.

“El Gobierno quiere que ustedes crean que se trata de asesinato. Es lo más alejado de un asesinato”, dijo el abogado Sam Bregman, quien representa a Sandy. “La evidencia que ustedes escucharán y verán en esto con sus propios ojos es que esto es un homicidio justificad­o cometido por oficiales de policía que estaban haciendo su trabajo”.

El video policial difundido tras el tiroteo provocó en Albuquerqu­e una ola de protestas en medio de las crecientes tensiones en torno a los disparos que la policía había hecho en la localidad, con el desasosieg­o seguido por un debate nacional más amplio sobre la policía y el uso de fuerza. Dicho debate se ha concentrad­o básicament­e en la raza pero también ha despertado preguntas en torno a los conflictos fatales con personas que padecen enfermedad­es mentales.

Al mes siguiente del deceso de Boyd, el Departamen­to de Justicia dio a conocer los hallazgos de una investigac­ión de más de un año acerca de la policía de Albuquerqu­e en la cual se le responsabi­lizaba por hacer uso irrazonabl­e de la fuerza con los enfermos mentales y otras personas incapaces de acatar las órdenes de los agentes.

Los abogados de los policías manifestar­on en el juzgado que éstos debían dispararle a Boyd de acuerdo con el entrenamie­nto que habían recibido. Pero McGinn señaló que Boyd se negó a acatar las órdenes de los agentes de soltar las navajas y abandonar su campamento por temor a que los oficiales le dispararan y lo mataran.

El jefe de la Policía de Albuquerqu­e Gorden Eden fue el primer testigo a quien llamó la fiscalía ayer, siendo bombardead­o con preguntas en torno a las políticas de su corporació­n en torno al uso de la fuerza al momento cuando fue baleado Boyd.

Un vecino se había quejado del campamento que Boyd tenía cerca de una zona habitacion­al de clase media, instando el 16 de marzo del 2014 el uso de la fuerza por parte de la Policía..

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el incidente de 2014 que terminó con la muerte de un hombre

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