Los hermanos mexicanos que fueron acusados por asesinato y narcotráfico
El ex agente de la Patrulla Fronteriza enfrenta sentencia de hasta tres años; le será dictada el 19 de octubre; los otros dos esperan juicio
Los Ángeles— Joel Luna parecía ser el candidato ideal para ser contratado por la Patrulla Fronteriza: originario del sur de Texas, un destacado elemento del Programa de Entrenamiento de Oficiales en Reserva en la preparatoria y veterano del Ejército. Ahora, él y sus hermanos son acusados en un caso de asesinato ligado al narcotráfico.
Si escuchamos le versión de los fiscales, la conspiración es la historia de los tres Luna, los hermanos Joel, Fernando y Eduardo.
Fernando, también conocido como “Junior”, es el mayor, de 35 años, de complexión corpulenta y con gafas. El menor es Eduardo, de 25 años, quien lleva su cabeza rapada y barba de candado y se hace llamar “Pájaro”, un apodo que jugará un papel clave en el caso. El abogado de Joel dice que él no mató a nadie, y que Fernando y Eduardo, ambos ciudadanos mexicanos, que viven en Estados Unidos de manera ilegal, son los responsables del asesinato.
Recientemente se reveló en la Corte que una figura de alto rango del cártel del Golfo, quien ahora está preso en Houston, dijo a los fiscales que había fungido como “comandante” del cártel junto con Eduardo.
En el 2013, Joel notificó a oficiales de la Patrulla Fronteriza que Eduardo había sido temporalmente secuestrado por líderes del cártel en Reynosa, líderes que sabían que Joel era un agente y que habían amenazado a su familia en dicho poblado, de acuerdo con el subprocurador del condado de Cameron, Gustavo “Gus” Garza. Eduardo, Fernando y sus familias cruzaron hacia EU de manera ilegal para vivir en casa de Joel.
El 16 de marzo del 2015, un balsero que navegaba con sus dos hijas a orillas de la costa de la isla South Padre, divisó un cuerpo desnudo y parcialmente en descomposición, por lo que llamó al 911. Los investigadores nunca encontraron la cabeza del hombre, pero lo identificaron como uno de los empleados de Fernando: José Francisco “Franky” Palacios Paz, un hondureño de 33 años que vivía en EU de manera ilegal.
Los archivos de los investigadores muestran que el día que Palacios desapareció, Eduardo y uno de los trabajadores de la llantera viajaron a Port Isabel, justo al otro lado de la calzada de donde el cuerpo decapitado fue encontrado; ahí los teléfonos celulares captaron la señal de las torres en las cercanías mientras llamaban a Fernando.
Un zapapico y manchas en la llantera resultaron positivas de ser sangre de Palacios.
Uno de los otros empleados les dijo a los investigadores que la cabeza de Palacios fue llevada a México para ser exhibida de manera pública, o “para ser mostrada,” un ritual del cártel, dijo Garza.
Fernando fue arrestado mientras regresaba de México, en la camioneta de Joel. Pero Joel no fue acusado, y conservó su trabajo en la Patrulla Fronteriza.
Cuatro meses después, investigadores del sheriff y de Seguridad Nacional, llevaron a cabo una redada en la casa de la suegra de Joel y dijeron haber encontrado la caja fuerte que contenía lo que se convertiría en la base del caso: más de un kilo de cocaína, más de 89 mil 500 dólares en efectivo, y una pistola plateada 1911 calibre .38 labrada con la imagen dorada de San Judas, gravada con las palabras “Cártel del Golfo” y “Pájaro”, el apodo de Eduardo.
En un libro de contabilidad estaban registradas las ventas de drogas, armas y balas.
Lo más incriminatorio de todo, según las autoridades, era la insignia conmemorativa de la Patrulla Fronteriza y documentos que pertenecían a Joel Luna, incluyendo su pasaporte de la estación de su trabajo y un número de cuenta de la Cooperativa Federal de Crédito Security Service.
Los fiscales le anularon los cargos de conspiración criminal y asesinato, y ahora enfrenta una sentencia máxima de tres años en prisión, misma que le será dictada el 19 de octubre.
Eduardo aún debe ser juzgado, al igual que Joel.