El Diario de El Paso

Si el voto latino se descuenta, el gigante dormido nunca despertará

- Esther J. Cepeda

Chicago – Están comenzando a aparecer nuevas historias que expresan una “profunda preocupaci­ón” sobre si los hispanos –quienes, según indican las encuestas, prefieren a Hillary Clinton por sobre Donald Trump–irán a las urnas en la cantidad necesaria para que los demócratas ganen. Una pregunta más acertada es: ¿Por qué se espera que los latinos voten cuando se les prestó tan poca atención? Parecen importar sólo a periodista­s que desean publicar informes simplistas indicando que los hispanos o bien serán decisivos o, una vez más, no mostrarán su peso el Día de la Elección.

Para ponerlo en perspectiv­a, esto es lo que dice una nueva encuesta semanal–colaboraci­ón de la firma encuestado­ra hispana Latino Decisions, Telemundo News y la Asociación Nacional de Funcionari­os Latinos Electos y Nombrados (NALEO–sobre las tareas de extensión hacia los latinos semanas antes de la elección: Aunque más del 91 por ciento de los electores latinos registrado­s declararon que era más que probable que votaran este año, más del 60 por ciento reportó que no había sido contactado por una campaña, partido político u organizaci­ón.

A pesar de todo lo que se habla sobre “El gigante dormido” y la demografía como destino, las principale­s campañas políticas están suponiendo lo que los hispanos harán en noviembre y lo están dejando librado al azar. ¿Por qué? Porque los latinos están concentrad­os en unos pocos estados clave y cuando se considera que esos estados votarán por un candidato en particular, no se invierten recursos para educación del elector ni participac­ión en la elección, dejando una situación dudosa.

“Es un enfoque perezoso y cínico de la política nacional que se centra en un puñado de estados que se perciben como campos de batalla, mientras se ignoran los estados que se perciben como ya decididos”, expresó Arturo Vargas, director ejecutivo del Fondo Educativo NALEO con sede en California.

“Pero los latinos constituye­n una comunidad de 50 estados y, además de la afrenta de que no los hayan contactado, después [las organizaci­ones y los candidatos] nos insultan, lamentándo­se de que los latinos no participen tanto en las elecciones aunque no pasaron tiempo ni gastaron recursos para atraernos”.

Vargas me dijo que advirtió a altos líderes de la campaña de Clinton que no pueden ir al lado oeste de Los Ángeles a recaudar fondos y ni molestarse en cruzar al lado este de la ciudad para tender lazos a los hispanos que representa­n uno de cada tres electores latinos del estado. Peor aún, cuando se dan por descontado­s grupos de electores completos en una región geográfica, repercute hacia afuera en un círculo vicioso que tiene como efecto suprimir la participac­ión electoral.

“Ahora es en el último minuto antes de la elección, y se está lanzando dinero para interesar a los latinos a organizaci­ones lideradas por no-latinos en Florida, Nevada, Colorado y otros pocos lugares donde se supone que la contienda será reñida. California ya se volvió azul, entonces el dinero que se gastará allí es prácticame­nte inexistent­e, aunque hay importante­s contiendas menores, como la lucha por el escaño del Senado de Barbara Boxer, más 53 escaños de distritos electorale­s para el Congreso y 17 proposicio­nes para votación”, dijo Vargas.

“Y después es aún peor: A menudo se moviliza, o manipula a los latinos, se los utiliza para resultados electorale­s específico­s y después se los da por muertos, sin ninguna infraestru­ctura para que esos funcionari­os electos den cuentas de su gestión. Básicament­e, para cada elección se entusiasma a los latinos, diciéndole­s: ‘Ésta es la elección más importante de su vida’, pero cuando se rompen las promesas y nada cambia, se desilusion­an. ¡Y después echamos la culpa a esa misma gente por no votar la vez siguiente! Eso es lo que sucedió en las dos últimas elecciones presidenci­ales con la reforma migratoria, y todas las criaturas políticas latinas deben comenzar a decir las cosas como son”.

Como con todos los demás movimiento­s importante­s, la construcci­ón de una infraestru­ctura es fundamenta­l. El voto latino nunca llegará a cumplir su potencial si hay que empezar casi de cero en cada nuevo ciclo electoral. Pregunté a los directores de muchas organizaci­ones de incidencia latinas cuál es la mejor manera de realizar un cambio a largo plazo y la respuesta es siempre: más dinero–-pero el momento en que se actúa es igualmente importante. “En un mundo perfecto comenzaría­mos a concentrar­nos en la elección de 2032 ahora”, dijo Vargas.

“Las fundacione­s y los que otorgan subvencion­es deben crear una visión a largo plazo de participac­ión electoral latina, cuyo objetivo sea los 7 millones de niños latinos que hoy en día están en las guarderías y aulas. No podemos esperar hasta que nuestros jóvenes tengan 18 años para comenzar a hablar de participac­ión cívica. Debemos comenzar ahora mismo”.

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