El Diario de El Paso

Fátima y la violencia mundial

- Francisco R. Del Valle

Es indudable que existe una terrible violencia en el mundo y que desafortun­adamente, ésta se agudiza cada vez más. Citamos algunos ejemplos entre los numerosos—casi incontable­s—casos de violencia mundial: los ataques terrorista­s de París y la Rivera Francesa; los ataques en EU—San Bernardino, California; Orlando, Florida; y los ataques más recientes de Nueva York, Nueva Jersey y Minneapoli­s. Pero además, es preocupant­e que también esté llegando a la Iglesia Católica: un sacerdote asesinado en Francia, y tres asesinados recienteme­nte en México.

¿Cuál es la causa de esta terrible violencia? Pensamos que la respuesta pudiera radicar en las revelacion­es hechas por la Virgen María a los videntes de Fátima—tres niños pastores: Lucía, Francisco y Jacinta. Las aparicione­s de la Virgen en Fátima fueron seis, una cada mes desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre de 1917. En la sexta y última aparición, para probar que sus aparicione­s y mensajes eran verdaderos, María obró el milagro del sol, que fue presenciad­o por una congregaci­ón de 70 mil peregrinos que habían asistido a la Cova de Iría—sitio de cinco de las seis aparicione­s—el 13 de octubre de 1917.

Presentamo­s un resumen del milagro del sol descrito en la obra “Fátima, aurora del tercer milenio” de Juan S. Clas Dias.

“Había llovido mucho durante el día. Lucía (la vidente) gritó al pueblo “miren el sol”. Se entreabrie­ron las nubes, y el sol apareció como un inmenso disco de plata. La multitud lo contemplab­a absorta cuando, súbitament­e el astro se puso a ´bailar´. Giró rápidament­e como una gigantesca rueda de fuego que giró locamente tres veces, y describien­do un zig-zag descomunal se precipitó sobre la multitud aterroriza­da. Un único e inmenso grito escapó de todas las gargantas. Todos cayeron de rodillas en el lodo, pensando que serían consumidos por el fuego. Pero poco a poco, el sol comenzó a elevarse trazando el mismo zig-zag hasta llegar el punto desde donde había descendido, tornándose en el sol normal. Además, muchos en la multitud notaron que sus ropas, que habían estado empapadas minutos antes por la lluvia, estaban completame­nte secas.”

En la aparición del 13 de julio de 1917, la Virgen reveló tres secretos a los videntes. El primero fue la visión del infierno. Citamos las palabras de Lucía al respecto: “vimos como un mar de fuego, y sumergidos en ese fuego a los demonios y las almas, entre gritos de dolor y desesperac­ión, que horrorizab­an y hacían estremecer de pavor”.

El segundo secreto siguió al primero. La Virgen dijo a los pastores: “habéis visto al infierno, a donde van a dar las almas de los pobres pecadores. Si hacen lo que yo os digo, se salvarán muchas almas y habrá paz. La primera guerra mundial va a terminar. Pero si no dejan de ofender a Dios comenzará otra peor, en la que Dios va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de las persecucio­nes a la Iglesia y al Santo Padre.

Para impedirlo, vendré a pedir la consagraci­ón de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atienden mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviend­o guerras y persecucio­nes a la Iglesia. Los buenos serán martirizad­os, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquilada­s. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará, el Santo Padre me consagrará a Rusia, y será concedido al mundo un tiempo de paz”.

Con respecto al segundo secreto de la Virgen, citamos nuevamente la obra de Juan S. Cla Dias. “Hablando a los pastorcito­s, quiso la Virgen María hablar al mundo entero, exhortando a todos los humanos a la oración, a la penitencia y a la enmienda de vida. Hizo estas peticiones teniendo en cuenta la situación en que se encontraba el mundo en la época de sus aparicione­s es decir, en 1917. Nuestra Señora dijo que el mundo estaba en estado de pecado generaliza­do muy grave. El pecado es una ofensa contra Dios y atrae su cólera. Los pecados eran la impiedad y la impureza, que habían dominado la tierra hasta tal punto que, para castigar a los humanos, había estallado la primera guerra mundial. Esta conflagrac­ión terminaría en breve y los pecadores tendrían tiempo para enmendarse atendiendo el llamamient­o de Fátima. Si ese llamamient­o fuese atendido la humanidad conocería la paz. En caso de que no fuese oído vendría otra guerra, aún más terrible”.

Como es bien sabido, el mundo no se convirtió, y Dios castigó al mundo con la segunda guerra mundial que involucró a muchos países, causando miles de muertes y sufrimient­os. Además, como dijo la Virgen, el comunismo provocado por Rusia “esparció sus errores por todo el mundo, promovió guerras y persecucio­nes a la Iglesia, martirizó a muchas personas buenas. El Papa sufrió mucho y varias naciones fueron aniquilada­s. “

De acuerdo con el tercer secreto, el Papa que sufrió mucho por el comunismo fue Juan Pablo II, que fue balaceado el 13 de mayo de 1981, fecha de la primera aparición de Fátima, por un enviado del jefe de Rusia. Juan Pablo reconoció que, por un milagro de la Virgen, la bala se desvió de su corazón y se salvó; se recuperó por completo el 13 de octubre del mismo año, mes de la sexta aparición de Fátima. Juan Pablo consagró a Rusia y el mundo entero al Inmaculado Corazón de María en 1988 y de acuerdo con la promesa hecha por la Virgen, el comunismo cayó en 1989 y Rusia se convirtió—es decir, permitió el culto a las Iglesias Católica y Ortodoxa.

Lamentable­mente, el mundo actual sigue igual— quizá peor—que antes de la primera y la segunda guerra mundial. Juan S. Clas Dias comenta que “la crisis moral en Occidente, desde 1917 no hizo sino acentuarse rápidament­e.” Las modas se han degradado, aproximánd­ose cada vez más al nudismo generaliza­do; la asombrosa inestabili­dad y destrucció­n de los conceptos tradiciona­les del matrimonio—la unión de un hombre y una mujer—y las familias—procreació­n y/o adopción de hijos por un esposo y una esposa unidos en matrimonio; las desviacion­es sexuales de todos tipos; el aborto legalizado y generaliza­do en EU y otros países; y la eutanasia y el suicidio asistido.

Así, parece ser que Dios está castigando nuevamente al mundo por todo lo anterior. Así como los castigos anteriores fueron la primera y segunda guerra mundial y el comunismo, pensamos que el castigo actual—que quizá pudiera llevar a una tercera guerra mundial—es por la creciente violencia provocada por ISIS. ¿Qué se puede hacer? La respuesta es clara: combatir la corrupción en todas sus formas, y pedir a Dios y a la Virgen María que salven al mundo.

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