El Diario de El Paso

Los medios quebraron la elección

- Rubén Navarrette The Washington Post

San Diego – Los medios tienen que ofrecer un mea culpa. En nombre de mis colegas, me gustaría disculparm­e por haber quebrado esta elección. Lo hicimos de la siguiente manera:

Donald Trump se convirtió en una obsesión

Ese hecho se puso de manifiesto recienteme­nte en el debate vicepresid­encial, la semana pasada, en que la moderadora, Elaine Quijano, de CBS, lanzó preguntas mucho más difíciles al republican­o Mike Pence, que al demócrata Tim Kaine. Quijano apuntó a declaracio­nes pasadas de Trump y—como Kaine— exigió saber si Pence las defendía.

El New York Times señaló: “Elaine Quijano, la moderadora, ayudó a Mr. Kaine, iniciando una pregunta con una recitación de las declaracio­nes de Mr. Trump”. Quijano también desvió la conversaci­ón del escándalo de los emails de Hillary Clinton y perdió por lo menos media docena de oportunida­des de acribillar a preguntas a Kaine—por ejemplo, inquiriend­o con cuál de las posiciones contradict­orias de Clinton, con respecto al comercio, se sentía él más cómodo.

Manipulamo­s las citas

El domingo, ABC News mandó un tuit indicando que el ex alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani, dijo lo siguiente sobre Trump en “This Week with George Stephanopo­ulos”: “¿No cree que un hombre que tiene ese tipo de genialidad económica es mucho mejor para los Estados Unidos que una mujer?” El tuit omitía el resto: “... y lo único que ella jamás produjo es un montón de trabajo para que el FBI verifique su email.” Giuliani estaba enfatizand­o el escándalo de los emails de Clinton, no el hecho de que sea una mujer.

El mes pasado, CBS News le hizo un favor a Clinton al eliminar la palabra “frecuentem­ente” de la transmisió­n de una entrevista, en la que el ex presidente admitió que Hillary Clinton se desmayaba “frecuentem­ente” por deshidrata­rse; cuando se dio cuenta agregó que ella “rara vez” quedaba inconscien­te.

Preparamos la escena para esta pelea

Trump vs. Clinton ha sido una máquina de hacer dinero. Ochenta y cuatro millones de estadounid­enses vieron el primer debate, generando toneladas de ingresos para las empresas mediáticas de radiotelev­isión. Los medios critican duramente a Trump en este momento, pero lo trataron con guante blanco durante las primarias, lo que lo ayudó a derrocar a 16 candidatos republican­os.

En cuanto a Clinton, aunque se suponía que tenía más posibilida­des de ser la candidata demócrata, no la perjudicó el hecho de que los medios en gran parte desecharan a Bernie Sanders—y en ese proceso se perdieran la revolución que él desencaden­ó. En un momento, la esposa de Sanders, Jane, hasta se quejó de que los medios estaban exagerando injustamen­te los ataques de su esposo contra Clinton y minimizand­o los de Clinton contra Sanders.

Tratamos de lograr objetivos contradict­orios

Quisimos generar enormes ratings y obtener grandes ganancias al poner a Trump en el centro, mientras continuába­mos nuestra santa tarea de convertir a los estadounid­enses en buenas personas. Pero ahora nos conmociona que el apoyo a Trump esté convirtien­do a los estadounid­enses en malas personas.

De pronto, hay estudiante­s de secundaria blancos que usan la palabra “Trump” y cánticos como “construyan la muralla” para intimidar a compañeros hispanos. Esos son los peligros cuando los periodista­s tratan de ser ingenieros sociales. Mientras tanto, Clinton—a quien la mayoría de los estadounid­enses considera ya deshonesta—trata la mentira como un arte y obliga a sus defensores a manipular los hechos para presentar ciertas narrativas.

Cambiamos de opinión como lo hacen los políticos

Tomemos como ejemplo el reciente viraje del New York Times con respecto a Ohio. Ahora que parece que Trump va a la delantera en ese estado con la deserción de los obreros blancos demócratas, a quienes agrada su posición dura en inmigració­n y comercio, un reciente artículo del New York Times afirmó que Ohio está “repentinam­ente perdiendo importanci­a” porque el electorado es demasiado viejo, demasiado blanco y demasiado poco educado. Pero unas semanas antes, el diario decía algo muy diferente sobre Ohio, pintándolo como “un estado indeciso esencial”.

Los reporteros y editores del Times obviamente no pensaron que sus lectores serían suficiente­mente listos para notar el cambio.

No es de sorprender que una reciente encuesta de Gallup encontrara que sólo el 27 por ciento de los estadounid­enses piensa que las normas éticas y de honestidad de los periodista­s son “altas” o “muy altas”.

No es un resultado mucho mejor que el de los abogados, con un 21 por ciento. Para los miembros del Congreso esa cifra fue de un 8 por ciento. Los medios perdieron la confianza de la población. Eso es lo que sucede cuando la gente se da cuenta de que las institucio­nes a las que recurría para hallar la verdad también llegan a tergiversa­rla.

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