Trump apuesta a doble o nada durante el segundo debate
Washington— ¿Acaso ha habido un bajo más perturbador en política presidencial?
“Si yo gano, instruiré a mi procurador general que consiga a un fiscal especial para que revise tu caso”, amenazó el candidato republicano Donald Trump durante el transcurso del segundo debate presidencial realizado la noche del domingo pasado.
“Es tan reconfortante que alguien con el temperamento de Donald Trump no esté a cargo de la ley en nuestro país”, respondió la candidata demócrata Hillary Clinton.
“Porque estarías en la cárcel”, contraatacó Trump.
Tome nota. Un candidato presidencial de un partido político grande está prometiendo oficialmente encerrar a su oponente político, a pesar del hecho de que una investigación federal imparcial concluyó que ningún fiscal justo habría presentado cargos contra Clinton por el asunto de su correo electrónico. Si alguien necesitaba prueba de que Trump no entiende el significado de ‘el gobierno de la ley’ en vez de ‘el gobierno arbitrario de un autócrata’, de que él usaría su influencia en el gobierno federal de manera revanchista, egocéntrica y corrupta, el mismo Trump ya se la proporcionó.
Cuando el tema giró a política, Trump estuvo un poco mejor. Llamó a los refugiados sirios “el gran Caballo de Troya de todos los tiempos”, como de costumbre sin evidencia ni fundamento. Duplicó la dosis de falsedad de que él se opuso a la Guerra contra Irak.
Trump defendió nuevamente al dictador ruso Vladimir Putin, sugiriendo que, al contrario de lo que la comunidad de inteligencia de Estados Unidos encontró, Moscú no intenta intervenir en la elección a través de manipular las computadoras. Mientras que Clinton culpó fuertemente a Rusia por los ataques en Siria, Trump dijo que no estaba de acuerdo con su propio compañero de fórmula, el gobernador de Indiana Mike Pence, en que Estados Unidos debería actuar para frenar el bombardeo por fuerzas rusas y sirias porque, dijo Trump, esas fuerzas están atacando al Estado Islámico. De hecho, como Clinton y Pence lo ven, las principales víctimas de los ataques rusos y sirios son civiles, especialmente médicos y otros profesionales de la salud.
Clinton tuvo que responder por una revelación de fin de semana de su propia iniciativa — la divulgación de mensajes de correo que supuestamente mostraban que ella tenía puntos de vista “públicos” y “privados”. Explicó que cuando ella hizo esos comentarios se estaba refiriendo a los esfuerzos de Abraham Lincoln para aprobar la 13ava enmienda—tirando por la borda la duda de si ella mantiene un punto de vista en público y otro distinto en privado, por ejemplo respecto a tratados de comercio.
Pero la impresión generalizada fue que Trump, con su campaña hundiéndose y la oficina republicana exhortándolo a que abandone la contienda, decidió que su mejor respuesta era rugir y duplicar la dosis de engaños. Habiendo salido de un desastroso primer debate, un más desastroso período post-debate y la publicación de un video en el cual hace comentarios degradantes sobre las mujeres, Trump menospreció su alarde de comportamiento sexual depredador como “pláticas del vestidor”. Cuando eso no funcionó, trajo a colación las acusaciones en el pasado sórdido de Bill Clinton. Fue un contraataque desesperado e inefectivo.
Clinton señaló, correctamente, que los comentarios de Trump revelados recientemente sólo confirmaban lo que ya se sabía —eran los últimos de una serie de insultos que ha lanzado contra todo tipo de personas y grupos vulnerables. Más tarde, Trump la ayudó a demostrarlo cuando una mujer estadounidense musulmana le preguntó sobre la islamofobia, el candidato republicano atizó el sentimiento anti-musulmán insinuando que los musulmanes en Estados Unidos están ocultando información vital sobre los terroristas en el país. En contraste, Clinton expresó: “Mi visión de Estados Unidos es una donde todos tenemos un lugar”. Esa no es la visión de Trump.