El Diario de El Paso

Aplicará en el Vaticano su experienci­a

Eleva el Papa a cardenal al obispo de Dallas, y lo lleva a trabajar con él

- Anna Macías/Especial para El Diario

Cuando Kevin J. Farrell llegó al Norte de Texas hace ya casi 10 años, la población latina había crecido tanto en la Diócesis de Dallas que algunas iglesias en barrios hispanos celebraban la misa dominical sin un sacerdote.

No había suficiente­s sacerdotes para todas las misas, por lo cual a veces los diáconos las presidían y daban la comunión con hostias consagrada­s días antes por un párroco.

A su llegada en el 2007, Farrell abordó esta crisis con una táctica similar a la que empleó antes el Distrito Escolar de Dallas, que también fue rebasado por el crecimient­o de la población hispanohab­lante. Mientras que el DISD importó maestros, Farrell trajo sacerdotes de México, Honduras, Colombia y otros países de Latinoamér­ica para llenar las vacantes.

Pero el nuevo obispo también se enfocó en reclutar a jóvenes locales con vocación al sacerdocio. Impulsó al seminario local Holy Trinity a reclutar más candidatos hispanos o bilingües.

Farrell, un inmigrante irlandés que habla español y estudió en Salamanca, España y Monterrey, Nuevo León, se lleva toda esa experienci­a con los inmigrante­s latinos al Vaticano, donde el Papa Francisco lo elevará a cardenal el 19 de noviembre y lo pondrá a cargo de la nueva oficina de Asuntos de Fe y Familia.

Abogado de los latinos

“Farrell fue un gran amigo, un aliado que abogó por la comunidad hispana durante sus nueve años en Dallas”, dijo Rodolfo García, rector de la Catedral Santuario de Guadalupe en Dallas.

“Él celebró la misa y los sacramento­s con los hispanos en días de enorme importanci­a como el festivo de Nuestra Señora de Guadalupe y presidió las confirmaci­ones de muchos”.

García, pastor de la parroquia más grande de la Diócesis de Dallas –con unos 11 mil miembros, en su mayoría latinos– agregó que Farrell estuvo presente con la comunidad en sus luchas, por ejemplo cuando miles de inmigrante­s se manifestar­on en una marcha a favor de la reforma migratoria.

“También bendijo, participó y caminó al lado de la comunidad hispana en asuntos sociales de gran importanci­a, como la inmigració­n y la educación”.

La Diócesis de Dallas declaró su orgullo ante la promoción de Farrell y publicó una larga lista de sus logros en Dallas.

Entre ellos estaban la construcci­ón de la iglesia de Santa Cecilia, la cual se había quemado en un incendio; la fundación de una nueva escuela católica llamada Cristo Rey, la construcci­ón de un complejo de apartament­os para personas de bajos recursos, y la creación de una revista católica y otros servicios de comunicaci­ón en español.

Asimismo fortaleció los programas de catecismo para creyentes de todas edades y formó una mesa de consultore­s laicos que lo aconsejaba­n regularmen­te. Luchó por emparejar las desigualda­des en la Diócesis, por ejemplo, pidiendo a los jóvenes en escuelas católicas que hicieran servicio comunitari­o en las parroquias más pobres, al Sur de la ciudad.

Defendió los derechos de los inmigrante­s, los hispanos en particular que forman aproximada­mente la mitad de la Diócesis, en total 940 mil personas en nueve condados alrededor de Dallas.

Además, marchó con los inmigrante­s en protestas, buscó más oportunida­des para darles voz en los medios de comunicaci­ón, creando foros en español y vietnamita.

Cada semana, Farrell escribía un blog y, a veces, enviaba mensajes por Twitter a sus feligreses.

En una entrevista antes de partir de Dallas, Farrell dijo que se lleva buenas memorias de la comunidad hispana, pero tiene empatía por las luchas que enfrentan.

“Los inmigrante­s viven constantem­ente en temor”, dijo Farrell. “Algunos están aquí legalmente, pero todos tienen un primo o un amigo que quizás es indocument­ado. Es una preocupaci­ón también”.

Roberto Corona, un misionero laico de la orden Scalibrini que organizó a los inmigrante­s en la parroquia San Lucas de Irving, Texas, dijo que a veces, le hubiera gustado que Farrell fuera más radical en defensa de inmigrante­s. Sin embargo, reconoce que el obispo luchó por ellos.

“El hecho de que se involucrar­a en marchas, foros y el movimiento pro inmigrante trajo esperanza y aliento a los laicos que trabajamos en la lucha”, dijo Corona, que también fundó la organizaci­ón “Pueblo Sin Fronteras” y creó dos refugios internacio­nales para indocument­ados. “Si él sigue escuchando cercanamen­te a los laicos, especialme­nte a los de grupos minoritari­os y comunidade­s marginadas, la Iglesia se beneficiar­á con el juicio colectivo de la contribuci­ón”.

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ABATiÓ el rezago de sacerdotes hispanohab­lantes

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