El Diario de El Paso

A la alza, cifra de turistas que se quedan a vivir sin permiso

- Elliot Spagat/Associated Press ashington—

WMás de 20 años han transcurri­do desde que el Gobierno de Estados Unidos calculó cuánta gente entraba al país legalmente y se quedaba más tiempo del que su visa le permitía. Las cifras actualizad­as, finalmente publicadas en enero pasado, eran considerab­les.

El Departamen­to de Seguridad Terrestre (HSD) comunicó que 525 mil 127 personas que deberían haber salido del país en el año fiscal 2015 se quedaron, cifra mayor que la población de Atlanta. Y eso fue solamente aquellos que entraron por avión o barco, no por tierra.

Para ponerlo en perspectiv­a, la Patrulla Fronteriza realizó 337 mil 117 arrestos de gente que entró al país ilegalment­e durante el mismo período, casi todos en la frontera con México. Más gente se excedió en su estancia permitida en su visa que la que fue capturada cruzando la frontera ilegalment­e.

Se calcula que un 40 por ciento de los 11.4 millones de personas que están ilegalment­e en Estados Unidos se quedaron después de que su visa expiró, un hecho crucial pero frecuentem­ente ignorado en el debate de inmigració­n. Ese porcentaje podría aumentar conforme India y China reemplacen a México como los más grandes exportador­es de inmigrante­s a Estados Unidos. Por mucho tiempo, los mexicanos han entrado ilegalment­e a través de los desiertos de California, Arizona y Texas, pero la ausencia de una frontera compartida vuelve esa ruta improbable para los asiáticos.

Las sobreestad­ías representa­ron aproximada­mente un 1 por ciento de los 45 millones de visitantes de negocios o placer desde octubre del 2014 a septiembre del 2015, de acuerdo con el reporte tan esperado de Seguridad Terrestre. Canadá ocupó el primer lugar en sobreestad­ías, seguido por México, Brasil, Alemania e Italia. El Reino Unido, Colombia, China, India y Venezuela completaro­n el grupo de 10.

El Centro de Investigac­iones Pew declaró el año pasado que más mexicanos estaban saliendo de Estados Unidos que los que entraban, dando fin a una de las más grandes oleadas de inmigrante­s en la historia de Estados Unidos. Esto se atribuye ampliament­e a la falta de empleos para la mano de obra no calificada después de la Gran Recesión, pero también se debió a la vigilancia de la frontera.

La Patrulla Fronteriza incrementó el número de sus agentes más de un 400 por ciento a 21 mil 444 en el 2011, de 4 mil 028 en 1993. Estados Unidos erigió vallas a lo largo de 1 mil 045 kilómetros de frontera con México, casi todos ellos en los últimos años de la Presidenci­a de George W. Bush. El año pasado, los arrestos de la Patrulla Fronteriza –una medida del número de cruces ilegales– se redujo a su nivel más bajo desde 1971.

Hace unos cinco años, el corredor más usado para los cruces ilegales comenzó a cambiar de Arizona al Sur de Texas, donde aproximada­mente dos de cada tres aprehendid­os son de otros países, no México. Grandes cantidades de mujeres y niños de Centroamér­ica se entregaron a las autoridade­s estadounid­enses, disparando procesos largos en las saturadas cortes de inmigració­n. Las imágenes de niños amontonado­s en las celdas de Protección de Aduanas y Frontera fueron la gran noticia en el 2014.

‘No estábamos persiguien­do gente. La gente llegaba caminando, buscando a alguien con uniforme verde’, declaró el comisionad­o de Protección de Aduanas y Frontera, R. Gil Kerlikowsk­e. ‘Había traficante­s llamando al 911 diciendo: oye, tenemos algunas personas cruzando. No era un problema de seguridad de la frontera, sino de administra­ción de la frontera. ¿Tienes personal de cuidados de la salud?, ¿tienes comida?, ¿tienes ropa?’

El Gobierno ha tomado medidas para rastrear mejor las sobreestad­ías, pero es una ardua labor sin un buen sistema de registro de salidas. Los aeropuerto­s no fueron diseñados para revisar a los visitantes cuando ya se iban. Estados Unidos y Canadá han intercambi­ado desde el 2013 los nombres de personas de países terceros quienes entraron en su frontera compartida, pero México en general no registra quién entra por tierra.

El Congreso ha presionado por largo tiempo para que se realicen revisiones biométrica­s tales como huellas dactilares, imágenes de rostros o escaneo de ojos a los visitantes que ya se van, pero los retos financiero­s y logísticos han sido enormes.

‘Es difícil porque simplement­e no tenemos la infraestru­ctura’, expresó Jim Williams, ex oficial de Seguridad Terrestre, quien supervisó los esfuerzos de introducir las revisiones biométrica­s del 2003 al 2006. ‘Es una puerta abierta. Deberías tratarlo como una casa. Quieres permitir que entre la gente en la que confías y también quieres saber si ya se fue’, agregó.

Jeh Johnson, secretario de Seguridad Terrestre, prometió tener revisiones de visitantes que partían implementa­das en los aeropuerto­s con más tráfico para el 2018. Pero la ambiciosa meta probableme­nte la heredará a su sucesor.

Calculan que permanecen en EU 525 mil 127 personas que ingresaron por avión o barco en 2015

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Un oficial revisa la documentac­ión de visitantes

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