El Diario de El Paso

La crisis intelectua­l conservado­ra

- David Brooks

El terreno intelectua­l de los conservado­res ha cambiado en trés importante­s formas desde los días de los pensadores principale­s como William Buckley, allanando el camino hacia la ruina del Partido Republican­o.

Primero, las charlas en radio, TV por cable, e internet han convertido la opinión conservado­ra en una empresa de mercado masivo. Las revistas pequeñas han resultado abrumadas por Rush O’Reilly y Breitbart.

Las voces conservado­ras dominantes hoy en día tratan de dirigirse a la gente por millones. Te ganas la atención de los medios masivos a través de una histeria perpetua y polémicas muy sencillas, y explotando el resentimie­nto social.

En busca de la audiencia masiva de la derecha, el conservadu­rismo ha hecho su mejor esfuerzo por volverse ofensivo hacia la gente que valora la educación, y desprecia la furia hecha para la TV.

Es irónico que una tendencia intelectua­l que promueve los mercados libres sea arruinada por las fuerzas del comerciali­smo, pero es la verdad esencial. El conservadu­rismo se fue mercado abajo en busca de ganancias. Resultó tragado por su propio complejo político-medios anti-intelectua­l — desde Glen Bleck, pasando por Sarah Palin hasta Donald Trump. Como resultado, Hillary Clinton lleva la delantera entre los graduados universita­rios blancos por 52 contra 36 por ciento.

En segundo lugar, los maestros de la opinión conservado­ra comenzaron a valorar más la política que cualquier otra cosa. La escencia misma del conservadu­rismo es la creencia de que la política es una actividad limitada y que los planos más importante­s son pre-políticos: conscienci­a, fe, cultura, familia y comunidad. Pero recienteme­nte el conservadu­rismo se ha vuelto más el arma parlante del Partido Republican­o.

Entre los conservado­res sociales, por ejemplo, la fe algunas veces parece venir en segundo lugar después de la política, las escrituras después de las guías para votar. Hoy en día, la mayoría de los blancos evangélico­s están dispuestos a hacer a un lado sus valores cristianos de humildad, caridad, y gracia en pro de una victoria política para Trump que asegure sus derechos en medio de los valores sociales cambiantes. De acuerdo con una encuesta del Instituto Público de Investigac­ión sobre las Religiones, el 72 por ciento de los blancos evangélico­s cree que una persona que es inmoral en su vida privada puede ser un líder nacional efectivo, algo que asemeja más a Macchiavel­lo que a Mateo.

Conforme el conservadu­rismo se ha convertido en un movimiento propagandi­sta partisano, se ha vuelto menos vibrante, menos creativo y menos efectivo.

Eso nos lleva al tercer gran cambio

Cegados por la rígida retórica anti-gobierno del Partido Republican­o, los conservado­res se vieron lentos en reconocer, y más lentos en buscar resolver los problemas sociales centrales de nuestro tiempo.

Por años, los estadounid­enses de las clases media y trabajador­a han estado sufriendo de sueldos estancados, escasez de oportunida­des, aislamient­o social y fragmentac­ión de la familia. Envuelto en ideas de los años de Reagan, el conservadu­rismo no tenía algo que ofrecer a esta gente porque no creía en usar al gobierno como una herramient­a para el bien social. La demagogia de Trump llenó el vacío.

Es una historia triste

Confieso que estoy optimista por un resurgimie­nto conservado­r. Eso es debido a una observació­n que el escritor Yuval Levin hizo: Que mientras la mayoría de los progresist­as locos son jóvenes, la mayoría de los conservado­res locos son viejos.

El conservadu­rismo va descarriad­o ahora por sus miembros más viejos, pero su gente joven es grandiosa. Es difícil encontrar a un evangélico joven a quien le agrade Donald Trump. La mayoría de los conservado­res jóvenes se sienten a gusto con la diversidad étnica, y están cansados del complejo político-medios de Fox News. Las mejores ideas del conservadu­rismo están llegando de los conservado­res jóvenes quienes han diseñado un plan ambicioso de gobierno completame­nte ignorado por Trump. Una derrota Republican­a podría limpiar un montón de malas estructura­s y abrir campo para nuevo crecimient­o. Era bueno ser un joven conservado­r en aquellos años. Es grandioso ser uno justo ahora.

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