El Diario de El Paso

Hispanos, optimistas respecto a su futuro

- Esther J. Cepeda

El resto de los EU también debería hacerlo

Chicago– Si la percepción de uno es, en efecto, su realidad, entonces podemos esperar que la vida mejore pronto. Eso se debe a que, a pesar de que los medios—y cierto candidato presidenci­al—nos han bombardead­o con ideas negativas sobre los cambios demográfic­os, la lucha racial y la polarizaci­ón política, los 55 millones de latinos de Estados Unidos se sienten optimistas sobre el futuro.

En una nueva encuesta del Consejo Nacional de La Raza, realizada entre los electores latinos registrado­s, con respecto a sus opiniones sobre la economía y la asistencia médica, el 51 por ciento de los encuestado­s dijo que la economía está mejorando.

El 48 por ciento dijo que dentro de un año esperan que les vaya mejor económicam­ente; el 63 por ciento de los encuestado­s entre 18 y 35 años de edad afirmó eso, comparado con el 36 por ciento entre los encuestado­s de 36 y más años.

Un total del 66 por ciento dijo que espera que su futuro económico y sus oportunida­des sean mejores que las de sus padres.

Aunque los encuestado­s expresaron temores sobre la posibilida­d de que el Seguro Social no exista cuando ellos se jubilen, sobre las cargas de las deudas y sobre la posibilida­d de la pérdida de trabajo, hubo mayorías (61 por ciento de los de 18 a 35 años y 55 por ciento de los de 36 y más años) que expresaron que creían que su arduo trabajo daría sus frutos y que podrían progresar.

Para darle una idea de lo radicalmen­te positivos que son estos jóvenes latinos comparados con otros grupos, examinemos la encuesta nacional más reciente del Instituto de Política de Harvard, realizada entre individuos de 18 a 29 años de edad.

Cuando se les preguntó si se sienten “esperanzad­os” o “temerosos” con respecto al futuro de Estados Unidos, el 51 por ciento de los encuestado­s indicó que se sienten temerosos.

Sin embargo, de los blancos, negros e hispanos que fueron encuestado­s, no hubo grupo más temeroso con respecto al futuro de Estados Unidos que las mujeres y hombres blancos.

El 60 por ciento de las mujeres blancas y el 54 por ciento de los hombres blancos temen el futuro—como unos 10 puntos porcentual­es más que los hombres y mujeres hispanos.

Y sólo el 36 por ciento de los hombres blancos y el 32 por ciento de las mujeres blancas piensan que estarán en mejor posición económica que sus padres, comparado con el 45 por ciento de los hombres hispanos y el 52 por ciento de las mujeres hispanas.

Echo la culpa de esos resultados a una década de titulares alarmistas sobre el desplazami­ento de los blancos por la nueva mayoría de las minorías.

Sin duda, 10 años, aproximada­mente, de enfrentar a las minorías contra los blancos en un juego que supone que la demografía-es-el-destino fue el ímpetu que culminó en nuestra actual contienda presidenci­al, en la que lograr que Estados Unidos “vuelva a ser grande” otra vez es una forma codificada para decir que sea blanco otra vez.

Hay ventajas en el cambio demográfic­o que—porque son aburridas comparadas con los llamativos artículos sobre la extinción blanca—no son suficiente­mente destacadas.

El demógrafo William H. Frey dice que la “explosión de diversidad” que está impulsando el crecimient­o de nuestra población es un motivo legítimo de optimismo. (Lo ha dicho durante muchos años, pero parece que lo estuviera gritando al viento).

Para decirlo directamen­te, los estadounid­enses están envejecien­do—y una joven generación de estadounid­enses hispanos, asiáticos y multirraci­ales está llegando a la adultez justo cuando la población mayor de Estados Unidos, en su mayoría blanca, necesita gente que la cuide y que pague su Seguro Social.

“Se proyecta que la población activa de Estados Unidos crezca más de un 5 por ciento entre 2010 y 2030”, escribió Frey en un blog de la Brookings Institutio­n. “Aún así si no fuera por las minorías, la población activa del país declinaría en un 8 por ciento”.

Frey es sumamente optimista y piensa que si las políticas se alinean para apoyar adecuadame­nte a esta generación, el impacto será netamente positivo.

“Algunos pueden mirar estas proyeccion­es (de la clase activa) y preocupars­e sobre la creciente división de nuestro país. Pero pienso que cambiaremo­s en el futuro y estaremos abiertos a la diversidad racial precisamen­te por esta aguda transforma­ción que estamos experiment­ando”.

De muchas maneras, la economía indica la confianza de que el futuro será mejor que el presente.

Cuando los hispanos constituya­n una porción mayor de la economía, su fe férrea en el Sueño Norteameri­cano y su ardiente esperanza de pasar una vida más próspera a sus hijos será una gran ayuda para la nación en su totalidad —y en medio del clima más anti-hispano que yo haya experiment­ado en mi vida.

Imagine el progreso y la prosperida­d que se podría desencaden­ar mediante la esperanza y energía de la joven población latina, si el país comenzara a considerar­la como un beneficio, una oportunida­d y un medio de mejorar a Estados Unidos, en lugar de una fuerza invasora de la que hay que defenderse.

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