FE SIN FRONTERAS
Realizan la tradicional celebración eucarística anual en la que participan los obispos de El Paso, Las Cruces y Juárez
Decenas de personas en el bordo del río, en ambos lados de los límites internacionales, participaron ayer de la tradicional celebración eucarística que presiden cada año los obispos de El Paso, Las Cruces y Juárez. “Recordando a nuestros migrantes muertos” fue el lema del evento de este año
Alrededor de 150 personas participaron ayer en una misa en el bordo del río para honrar a los migrantes que han muerto camino a Estados Unidos.
Y mientras estas 60 personas participaban en la ceremonia presidida por los obispos de El Paso y Las Cruces en la parte norte del bordo, otras 80 participaron desde el lado sur, encabezados por el obispo de Ciudad Juárez.
La tradicional misa binacional usualmente se lleva a cabo en la valla que divide la colonia Anapra y el poblado de Sunland Park, Nuevo México. Pero este año, la malla ciclónica que permitía a la gente ver la ceremonia e inclusive tocar las manos de familiares al otro lado de la frontera es reemplazada por pilares metálicos.
Los organizadores de la misa decidieron mudarla al bordo del río, desde donde paseños y juarenses pudieron verse y oírse.
‘Estamos reunidos para demostrar que para Dios, Padre Todo Poderoso no existen fronteras, no hay barreras que delimiten a nuestros hermanos, la autoridad del hombre debe entregarse a Dios y dejar que su alma actúe según su voluntad’, expresó el obispo de El Paso, Mark Seitz, palabras que dieron inicio a la ceremonia religiosa.
‘Recordando a nuestros migrantes muertos’, fue el lema del evento.
Matachines danzaron frente a la imagen de la virgen y se presentaron tres cruces que fueron bendecidas por el Papa Francisco en Juárez en febrero.
‘Otra vez más nos reunimos aquí en nuestra línea fronteriza, hoy marcada por el mismo Río Grande y no por una malla que nos separaba años atrás, pero también centrados en la comunión de una misma fe que nos une’, dijo el obispo de Las Cruces, Oscar Cantú.
Huaraches, mochilas, galones de agua y pañoletas, fueron representados ante el altar como símbolos del equipaje que ocasionalmente abandonan los migrantes durante su trayecto.
Seitz declaró que la ceremonia binacional religiosa es llevada a cabo no sólo para reconfortar a los feligreses y sus familiares que han atravesado por circunstancias migratorias, sino también para recordar a la autoridad las miles de muertes que ha dejado el desierto a causa de las estrictas leyes migratorias.
‘Este mes de noviembre, recordamos a nuestros hermanos migrantes que han sido desplazados por fuerzas mayores, forzados a dejar su hogar, huyendo de la muerte, de la persecución, de la pobreza y del hambre, superando la sed, el cansancio y lo desconocido, para buscar una vida más digna para sí mismos y sus familias’, expresó.
‘Es importante para nosotros estar unidos como comunidad, seguir en la lucha para los inmigrantes ya sea aquí en Estados Unidos o en sus lugares de origen, que siempre estamos unidos, aunque ellos nos tratan de dividir con fronteras, nosotros estamos unidos, sin importar las reglas que los gobiernos quieran imponer’, expresó Melissa López, directora de Servicios Diocesanos para Migrantes y Refugiados.
Otra de las procesiones simbólicas presentes, fueron las banderas de Texas, Nuevo México, Estados Unidos y México, representantes de la comunidad que el día de hoy, demostró que las barreras no existen espiritualmente.