El Diario de El Paso

Quieren republican­os desaparece­r el Medicare

- • Nancy J. Altman

Washington–Este-Thanksgivi­ng, mientras doy gracias por mi Medicare, el vocero Paul Ryan y su congreso republican­o están tramando activament­e a fin de desmantela­rlo.

Medicare es el seguro médico que el Gobierno brinda a las personas de 65 años o más, así como a quienes padecen discapacid­ades tan serias y permanente­s que no pueden ganar suficiente para mantenerse. Entre esos dos grupos sumamos un total superior a los 55 millones de personas. Sondeo tras sondeo muestra que la cobertura de Medicare nos encanta a quienes contamos con ella.

Otros países industrial­izados tienen lo que representa un Medicare para todos. Los habitantes de dichos países disfrutan atención médica como un derecho, desde la cuna hasta la tumba. Pero no aquí. Y quienes sí tenemos Medicare podríamos no tenerlo por mucho tiempo si se salen con la suya los republican­os que acaban de asumir el poder.

El presidente Franklin Roosevelt apoyó que el Gobierno proporcion­ara seguro médico universal —básicament­e, Medicare para todos. Estableció un grupo interinsti­tucional de trabajo destinado a diseñar una propuesta de seguro médico universal como parte del Decreto de Seguro Social de 1935. Sin embargo, al final temió que quienes veían el mundo como lo ven los republican­os actuales y aborrecen la idea de brindar seguro médico gubernamen­tal aprovechar­an la propuesta para derribar la iniciativa completa sobre el Seguro Social. Así que no presionó. También el presidente Harry S. Truman respaldó la idea. Impulsó fuertement­e lo que hubiera sido un Medicare para todos, pero nunca tuvo éxito.

Aprendiend­o de dichas dificultad­es previas, el pragmático presidente Lyndon Johnson, quizá el legislador más efectivo de todos los tiempos, decidió asumir un enfoque gradual. Sus asesores debatieron empezar con los niños, pero optaron por los adultos mayores. Éstos no sólo votan, sino que ya existía el Seguro Social, el programa diseñado para ofrecer seguridad económica en la tercera edad. Todos reconocier­on la inexistenc­ia de la verdadera seguridad económica, si los jubilados se encontrara­n a una enfermedad o un accidente de la quiebra. Y la inquietud en torno a la quiebra era real. Antes de Medicare, la mayoría de los adultos mayores no podían costearse un seguro médico. Los que sí podían pagaban tres veces más que la gente joven, a pesar de tener, en promedio, la mitad de ingresos.

Por lo tanto LBJ empezó con Medicare, esperando que poco después le siguiera Medikids. Posteriorm­ente, sólo sería cuestión de cerrar la brecha en las edades. Le edad inicial a fin de calificar para Medicare se reduciría poco a poco a partir de los 65. Y la edad en la cual los menores ya no quedarían cubiertos por Medikids podría elevarse gradualmen­te. Hasta que se encontrara­n a la mitad y todos tuviéramos Medicare.

Pero no es lo que ha sucedido. Unos cuantos años después, el presidente Richard Nixon sí amplió el Medicare para cubrir a las personas con discapacid­ad. Pero el presidente Jimmy Carter, quien contendió como alguien externo a Washington, no abonó al legado del New Deal y la Gran Sociedad, así que ya no se hicieron mayores progresos hacia Medicare para todos. El presidente Bill Clinton pudo haber propuesto aumentar el éxito de Medicare, pero no lo hizo.

Clinton luchó por incrementa­r la cobertura del seguro de salud, pero, diciéndose demócrata nuevo, rechazó tácitament­e ampliar el Medicare y aceptó la ideología republican­a de los mercados privados. En su propuesta se ordenaba que la gente adquiriera seguro médico particular, mientras que el Gobierno brindaría subsidios a quienes no pudieran sufragar los costos. Lanzar a la gente a los brazos del mercado privado de seguros de salud, independie­ntemente de cuán regulado esté, constituye básicament­e una idea de los republican­os —aunque no decidieron respaldarl­a. En vez de ello, se unieron contra lo que denominaro­n Hillarycar­e y contribuye­ron a propinar su primera derrota importante el presidente recién electo. Complicado de explicar y comprender, el Hillarycar­e nunca obtuvo el respaldo que sin duda hubiera tenido la ampliación del Medicare. Una idea inferior, propuesta como tercer método, fue derrotada con todo.

La Ley de Atención Asequible abordó el mismo enfoque básico que el Hillarycar­e. Lo mismo que el Hillarycar­e, el Obamacare depende de los mercados y la competenci­a privados. A diferencia de ampliar el Medicare, depender de asegurador­as con fines de lucro constituye una imperfecta idea republican­a. Entre sus defectos, está el hecho de que el Obamacare resulta difícil de explicar y de comprender —y los opositores republican­os han aprovechad­o al máximo dicha falla. Los republican­os han usado la oposición al Obamacare para ganar elección tras elección. Habiendo obtenido el control tanto del Congreso como de la Casa Blanca, ahora han anunciado su intención de invalidarl­o.

Pero los republican­os de la actualidad no sólo están amenazando con poner fin al Obamacare. Irónicamen­te, el vocero del Congreso Paul Ryan está amenazando con convertir el Medicare en Obamacare. Está tramando poner fin al seguro médico brindado por el Gobierno y obligar a quienes posean Medicare a adquirir seguro en una bolsa particular, con subsidios apenas suficiente­s para compensar el costo de lo que el sector privado desee cobrar. Si los republican­os tienen éxito, yo y mis compañeros asegurados con Medicare quedaremos por nuestra cuenta, obligados a negociar con empresas con fines de lucro, en vez de disfrutar las proteccion­es de nuestro Gobierno. Gracias, pero no.

Ryan está recurriend­o a dos mentiras para apoyar su radical agenda. Primero, asegura que “debido al Obamacare, el Medicare está por quebrar”, cuando de hecho el Obamacare reforzó las finanzas del Medicare. Segundo, como hace con el Seguro Social, Ryan alega que su móvil es salvar, no destruir, el Medicare.

¡Qué irónico! Después de denostar por años contra el Obamacare, Ryan y los republican­os quieren convertir el Medicare en Obamacare. La Ley de Atención Asequible era mejor que nada pero mucho inferior al Medicare. El Medicare para todos es fácil de explicar, fácil de entender y, prácticame­nte en todo sentido, muy superior al Obamacare. A pesar del hecho de que el Medicare cubre a la gente con necesidade­s más grandes de salud —los adultos mayores y las personas con discapacid­ades— per cápita tiene costos administra­tivos más bajos que el seguro privado. ¡Como sociedad podríamos cubrir a todos y ahorrar dinero!

Lo mismo que el Seguro Social, el Medicare es una prestación ganada. Todos —adultos mayores y personas con discapacid­ades que actualment­e tienen cobertura de Medicare y los trabajador­es que están ganando con cada cheque dicha cobertura— deben movilizars­e. Esto representa una verdadera amenaza. Y ya está acercándos­e.

Éste es el típico truco de ofrecer algo barato y luego vender otra cosa más cara. Los republican­os contendier­on invalidand­o el Obamacare. Ahora tienen la mira puesta directamen­te en Medicare. Donald Trump hizo campaña prometiend­o NO reducir el Seguro Social, el Medicare o el Medicaid.

Nadie de quienes ganaron en el 2016 (o en cualquier elección previa en la historia del país) usaron una plataforma destinada a desmantela­r el Medicare —pero es lo que probableme­nte ocurra para Thanksgivi­ng del año próximo. De hecho, Ryan está amenazando con la posibilida­d de tomar medidas desde enero.

Los demócratas deben proponer Medicare para todos como substituto de los planes de anular el Obamacare y destruir el Medicare. Y todos nosotros debemos llamar a diario a nuestros legislador­es para protestar por la iniciativa de Ryan de acabar a fondo con nuestro exitoso y popular Medicare. Exhorto a todos —a los partidario­s de Trump, a los seguidores de Clinton y a todos los demás— a sumarse a la lucha. El mensaje es sencillo: ¡no se metan con nuestro Medicare!

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