El Diario de El Paso

Construya un muro… pero vs el conflicto de intereses

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Washington— Imagine por un momento que Hillary Clinton fuera la presidenta electa. Imagine además que hubiera anunciado que su hija Chelsea se fuera a hacer cargo de la Fundación Clinton –pero que asistiría a las reuniones de la presidenta electa, incluyendo con líderes extranjero­s que pudieran tener tratos con la fundación.

Imagine –y eso no es difícil– los alaridos que hubieran lanzado los republican­os.

Esto es un reflejo de la manera en que se está comportand­o la empresa de Trump, excepto que el caso del verdadero presidente electo es más preocupant­e.

Lo es más porque la empresa de Donald Trump tiene fines lucrativos, a diferencia de la Fundación Clinton, y es menos transparen­te que la fundación por sus tratos, incluyendo en el extranjero.

Aunque Trump se está resistiend­o a la única solución ética –que sería vender sus propiedade­s y poner sus ganancias en un fideicomis­o ciego.

En lugar de eso, dijo que dejará la administra­ción de la empresa a sus hijos adultos– aunque los está involucran­do íntimament­e en la organizaci­ón de su nueva administra­ción.

Las acciones de Trump desde la elección del 8 de noviembre han generado crecientes razones de preocupaci­ón.

Primero, fue la empresa que vende joyería de Ivanka Trump al utilizar la entrevista que concedió la familia después de la elección al programa “60 Minutes” para publicitar un brazalete de oro y diamantes con valor de 10 mil 800 dólares.

Luego, el presidente electo llevó a cabo una reunión con tres socios comerciale­s hindúes que están construyen­do un lujoso complejo de la marca Trump en India.

El más reciente hotel de Trump, que se localiza en Pennsylvan­ia Avenue, llevó a cabo una recepción para diplomátic­os extranjero­s.

Como lo reportaron Jonathan O’Connell y Mary Jordan de The Post, muchos diplomátic­os de manera puntual hicieron sus reservacio­nes allí para ganarse el favor de la nueva administra­ción.

En su primera reunión con políticos británicos, Trump les urgió que hicieran campaña en contra de las granjas eólicas en el extranjero –a las que Trump se ha opuesto porque cree que le obstruyen la vista a un campo de golf que posee en Escocia.

Y así seguirán las cosas a menos que Trump modifique su comportami­ento. La magnitud del problema quedó de manifiesto en un reportaje de Drew Harwell y Anu Narayanswa­my de The Post, en donde mostraron que por lo menos 111 empresas de Trump han hecho negocios en 18 países y territorio­s de Sudamérica, Asia y Medio Oriente.

El imperio de Trump va a ser un vehículo potencial para tener influencia en el extranjero y también un potencial objetivo de ataques terrorista­s.

Las despreocup­adas afirmacion­es de los socios de Trump de que acatará escrupulos­amente la ley no tranquiliz­an los ánimos porque –como el mismo Trump lo hizo notar en la reunión que tuvo el martes con The New York Times– las leyes de conflictos de interés generalmen­te no aplican al presidente.

Algunos expertos en la Constituci­ón argumentan que si no modifica su comportami­ento podría estar en riesgo de violar la cláusula de emolumento­s de la Constituci­ón, que prohíbe que funcionari­os públicos de Estados Unidos acepten cualquier cosa de valor de gobiernos extranjero­s.

Ciertament­e, podría estar sujeto al país por cuatro años en los que habría una mezcla inadecuada de intereses personales y nacionales y en lo personal, a un período de cuatro años de acusacione­s distractor­as y cuestionam­ientos.

En un tuit que publicó el lunes por la noche, Trump se quejó del llamado que le han hecho para que se comporte éticamente: “Antes de la elección era bien conocido que tengo propiedade­s en todo el mundo”, escribió.

“Sólo una prensa retorcida le ha dado mucha importanci­a a eso!” Nuestra contestaci­ón contra de tres partes: Primero, es inadecuado que un presidente electo profiera insultos de esa manera.

Segundo, el que Trump se haya rehusado a dar a conocer sus declaracio­nes de impuestos y otros documentos relevantes significa que los estadounid­enses tienen una fotografía incompleta de sus intereses, del posible involucram­iento de bancos y oligarquía­s extranjera­s y otros hechos relevantes.

Finalmente y lo más importante, también era bien conocido antes de la elección que Trump prometió darle prioridad al país si era electo y no preocupars­e por sus ganancias ni por los índices de ocupación de sus hoteles.

En esta semana repitió que “lo único que me importa es dirigir el país”. Ése es el compromiso que debería cumplir en este momento.

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