Advierte Obama que no se ‘quedará callado’
Promete intervenir si Trump viola derechos civiles
Cuando el presidente Barack Obama llegó hace ocho años a la Casa Blanca, el presidente saliente George W. Bush se retiró básicamente de la vida pública, declarando que su sucesor “merece mi silencio”. Se trató de un enfoque que Obama agradeció mucho pero no tiene intenciones de seguir. Durante la última rueda de prensa de su presidencia Obama dejó claro que algunas de las ideas que ha presentado el presidente electo Donald Trump le parecen tan alarmantes que dejó señales que lo guiarán de regreso a la lucha. “Existe una diferencia entre el funcionamiento normal de la política y ciertos temas o ciertos momentos donde creo que pudieran estar en juego nuestros valores fundamentales”, dijo Obama en la sala de prensa de la Casa Blanca.
“Pongo en esa categoría si vi ratificarse en cierta manera la discriminación sistemática”.
Obama continuó: “Pongo en esa categoría obstáculos explícitos o funcionales para que las personas puedan votar, ejercer su derecho al voto. Pondría en esa categoría los esfuerzos institucionales por acallar a la disensión o la prensa. Y, al menos yo, pondría en esa categoría los esfuerzos por acorralar a niños estadounidenses que han crecido aquí y para todos los propósitos prácticos son niños estadounidenses y enviarlos a otro lugar, cuando aman este país”.
Todos estos comentarios parecían referirse a las posturas que Trump ha asumido con anterioridad, presagiando la posibilidad de que durante los próximos cuatro años haya un periódico choque de ideas entre presidentes actuales y pasados.
A diferencia de Bush, quien se retiró a Dallas, Obama planea mudarse a tan sólo dos millas de la Casa Blanca tras la investidura de mañana, siendo el primer presidente desde Woodrow Wilson que permanece en Washington después de abandonar su cargo.
Obama sí manifestó desear cierta tranquilidad y no planear mantenerse involucrado en el alboroto de la política.
Ha comentado a asesores y amigos querer ser cuidadoso para no volverse un crítico público tan regular de Trump que moleste al temperamental nuevo mandatario.
Desde las elecciones, el presidente saliente ha intentado forjar una especie de relación con su sucesor.