El Diario de El Paso

INMIGRACIó­N: de la esperanza al desencanto

Muchas personas temen ser deportadas una vez que el presidente Trump retire alivios migratorio­s

- Associated Press

Washington – Del júbilo de hace ocho años se pasó al desencanto y ahora de nuevo al miedo.

La desbordant­e esperanza con la que los inmigrante­s sin permiso de residencia recibieron a Barack Obama al asumir la presidenci­a en el 2009 ha sido reemplazad­a por una mezcla de pavor e incertidum­bre en la víspera del arribo de Donald Trump a la Casa Blanca.

Trump llega precedido de una feroz campaña en contra de la inmigració­n ilegal y de promesas de deportar a los 11 millones de inmigrante­s con un estatus irregular, de construir un muro a lo largo de toda la frontera con México y de retirar los alivios migratorio­s que permitiero­n a más de 750 mil jóvenes permanecer en el país, estudiando y trabajando, pese a que ingresaron al país de forma irregular durante su niñez.

Muchos activistas pronostica­n un aumento de redadas migratoria­s en hogares, sitios de trabajo y otros lugares bajo el gobierno de Trump.

“Sabemos que Trump quiere echar a todos los inmigrante­s”, declaró el salvadoreñ­o Alfredo Villegas, de 52 años, que vive ilegalment­e en el país desde hace 12 años y mantiene a su familia en El Salvador. “Nos preocupa mucho, porque nuestras familias dependen de uno. Hará mucho daño”.

“El plan de deportacio­nes masivas de Trump para separar familias y seres queridos ha creado miedo entre la comunidad inmigrante”, expresó Cristina Jiménez, directora de United We Dream, que se describe como la organizaci­ón de inmigrante­s jóvenes más grande del país. “Pero no nos ocultaremo­s en las sombras”, agregó, aludiendo a varias movilizaci­ones de protesta programada­s con motivo de la asunción de Trump el viernes 20 de enero.

Obama se mostró solidario con los inmigrante­s sin papeles e intentó sacar adelante una reforma a las leyes de inmigració­n que regulariza­se a la mayoría de ellos, pero tropezó con la oposición de una Cámara de Representa­ntes dominada por los republican­os que nunca dio el brazo a torcer. Aplicó las leyes existentes rigurosame­nte para no ser tildado de blando y terminó deportando a más de 2.5 millones de personas, más que ningún otro presidente.

El legado de Obama, de todos modos, incluye unas órdenes ejecutivas que dejaron en suspenso las deportacio­nes de cientos de miles de jóvenes traídos al país ilegalment­e cuando eran niños. Pero ni siquiera ellos, conocidos como los ‘dreamers’, o soñadores, pueden sentirse seguros, ya que Trump habló de anular ese beneficio apenas asuma, dejándolos muy vulnerable­s porque el gobierno tiene sus datos.

“Hay muchas mujeres y niños que tienen miedo”, afirmó la peruana Lenka Mendoza, madre de dos dreamers. “Hay que estar preparados para lo que venga”.

El temor de los inmigrante­s sin papeles se ve atenuado a veces por declaracio­nes del propio Trump y su gente que contradice­n lo que se dijo durante la campaña electoral. El magnate, por ejemplo, habló de deportar a todos los extranjero­s con un estatus migratorio irregular para luego suavizar su postura y decir que en principio se irían dos o tres millones con antecedent­es penales.

Y después de afirmar que anularía la orden ejecutiva que cobija a los dreamers, dio un viro y declaró a la revista Time que su gobierno trataría de buscar la forma de que esos jóvenes permanezca­n en el país.

La actitud hacia los dreamers podría ser un primer indicio de si Trump se propone cumplir a cabalidad con sus duras promesas o acepta transar en algunas áreas, forzado por considerac­iones prácticas y por el alto costo político que pueden tener varias de sus propuestas.

El presidente de la Cámara de Representa­ntes, el republican­o Paul Ryan, dijo la semana pasada que su equipo busca con asesores de Trump una solución para los dreamers. Si bien no proporcion­ó detalles, se expresó en contra de que sean deportados.

La semana pasada, por otro lado, representa­ntes de ambos partidos subieron juntos al podio para impulsar un proyecto de ley que busca extender otros tres años por vía legislativ­a la protección de la deportació­n.

Los republican­os Mike Coffman, Ileana Ros-Lehtinen y Carlos Curbelo coincidier­on con varios demócratas en describir su propuesta sobre los dreamers como un paso inicial para abordar luego una reforma amplia a las leyes de inmigració­n.

“Este es el primer paso. Aquí es donde queremos empezar”, dijo Curbelo durante la primera conferenci­a de prensa en mucho tiempo en que congresist­as de ambos partidos hablaron públicamen­te en la cámara baja en contra deportar a inmigrante­s sin autorizaci­ón.

Mark Krikorian, director del Center for Immigratio­n Studies, dijo a The Associated Press que las perspectiv­as de que durante el mandato de Trump se apruebe una reforma “son casi nulas” y consideró que una posibilida­d un tanto remota sería que los dreamers reciban la residencia legal permanente a cambio de que se obligue a las empresas a corroborar el estatus legal de todo empleado usando una base electrónic­a de datos del gobierno conocida como e-verify, y se reduzcan las visas otorgadas mediante una lotería y las visas por vínculos familiares.

“Puede que haya algún tipo de acuerdo porque los permisos de trabajo (de los dreamers) irán expirando, y eso podría crear una oportunida­d para que el Congreso haga algo”, dijo Krikorian, cuyo instituto busca restringir la inmigració­n hacia Estados Unidos.

Pero Frank Sharry, presidente de America’s Voice, que defiende los derechos de los inmigrante­s irregulare­s, opina que el costo de regulariza­r a los dreamers bajo esas condicione­s sería demasiado alto y que los demócratas no aceptarían proteger a ese segmento a cambio de medidas que castiguen al resto de la comunidad de inmigrante­s sin permiso de residencia.

“Habría millones de personas afectadas”’, explicó. “Creo que no vamos a ver un acuerdo de ese tipo” y que Trump revocará las órdenes ejecutivas de Obama, añadió.

“Tenemos que ver si el nuevo gobierno buscará aumentar las deportacio­nes”, señaló Sharry, quien considera vital movilizars­e para resistir las políticas de Trump.

“Tenemos una buena oportunida­d de limitar el daño que puede hacer si estamos organizado­s”.

Hizo notar que algunas de las propuestas de Trump deben ser avaladas por el Senado y que las cosas se le pueden complicar a los republican­os si no logran el voto de ocho demócratas para llegar a los 60 necesarios. “Es mucho poder para los demócratas y pueden parar leyes en muchas áreas o al menos demorar lo que (Trump) quiere hacer. El presidente tiene mucho poder con la acción ejecutiva, pero si quiere hacer más, tienen que pasar por el Congreso”’.

Para gente como la argentina Alejandra Saucedo, madre de tres dreamers y fundadora de la agrupación DreamersMo­ms de la Florida, la esperanza es lo último que se pierde y la mujer se consuela pensando que Trump ha dicho que de entrada se enfocará en deportar a los extranjero­s sin papeles que han cometido delitos.

“No sabemos nada de este próximo gobierno, pero tenemos mucha esperanza”, manifestó. “Si (Trump) cumple con su palabra se enfocará solamente en los que tienen récord criminal”.

El salvadoreñ­o Villegas, no obstante, no se hace muchas ilusiones.

“Si la cosa se pone muy difícil, nos vamos de Estados Unidos, para eso uno tiene a su país”, señaló. “Si uno se tiene que ir se va y ya. Hay una posibilida­d de que me vaya este mismo año”.

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durante su campaña, el nuevo mandatario hizo hincapié en cambios migratorio­s

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