El Diario de El Paso

Regala EU una excusa a Cuba y Venezuela

- Andrés Oppenheime­r El Nuevo Herald

Miami – La inusual decisión del gobierno del presidente Donald Trump de boicotear varias sesiones de la respetada Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) fue un serio error que debilitará los esfuerzos de Estados Unidos por condenar a Cuba, Venezuela, Ecuador y otros abusadores de los derechos humanos.

La administra­ción informó a la CIDH, con sede en Washington DC, que no participar­ía en tres audiencias sobre las órdenes ejecutivas del presidente Trump sobre inmigració­n que se llevaron a cabo el martes, como parte de una revisión de casos de derechos humanos en países de todo el hemisferio.

“Esta es la primera vez en por lo menos veinte años que Estados Unidos no se presenta”, me dijo el presidente de la CIDH, Francisco Eguiguren, después de las audiencias del 21 de marzo. “Realizamos audiencias sobre temas de Estados Unidos, como de otros países, prácticame­nte todos los años”.

La decisión de la administra­ción Trump de no participar en las audiencias colocó a Estados Unidos en la misma categoría que Cuba y otros abusadores sistemátic­os de derechos humanos, que a menudo boicotean las audiencias de la CIDH, me dijeron otros funcionari­os de la Comisión.

La CIDH, un organismo independie­nte de la Organizaci­ón de Estados Americanos, ha emitido varios informes criticando los abusos a los derechos fundamenta­les de Cuba, Venezuela, Ecuador y varios otros regímenes autoritari­os izquierdis­tas y derechista­s. Muchos de ellos la acusan sin fundamento­s de ser una herramient­a del “imperialis­mo yanqui”.

Cuando se le preguntó sobre las razones de la ausencia de Estados Unidos, Mark Toner, portavoz del Departamen­to de Estado, dijo que el gobierno de Estados Unidos tiene “un tremendo respeto” por el papel de la CIDH, pero que “no es apropiado que Estados Unidos participe en estas audiencias mientras existan juicios sobre estas cuestiones en los tribunales de EU “.

Eso es una tontería, dicen los defensores de los derechos humanos. Prácticame­nte todas las cuestiones ante la CIDH son objeto de litigio en sus respectivo­s países. Si no lo fueran, no serían llevadas a la Comisión, dicen.

“Es un pretexto absurdo”, me dijo José Miguel Vivanco, jefe de la división de las Américas de la organizaci­ón Human Rights Watch. Añadió que Estados Unidos, al igual que la mayoría de los demás países, debería comparecer ante la CIDH.

Lo que es peor, la ausencia de EU en las sesiones sienta un pésimo precedente, porque equivale a darles luz verde a los regímenes autoritari­os para que hagan lo mismo, dijo Vivanco. La próxima vez que un régimen represivo latinoamer­icano decida no presentars­e en una audiencia de la CIDH que considere injusta, argumentar­án que Estados Unidos hace lo mismo, agregó.

“Esto reduce mucho la credibilid­ad y legitimida­d de la administra­ción Trump en temas de derechos humanos”, dijo Vivanco. Además de ser un símbolo de arrogancia, la decisión del gobierno de Trump fue el equivalent­e a un regalo político a Cuba y otros regímenes que boicotean a la CIDH, agregó.

Muchos diplomátic­os se están preguntand­o cuál es el sentido de que Trump hable con los presidente­s de Brasil y Chile sobre Venezuela, presumible­mente para intercambi­ar opiniones sobre la mejor forma de lograr que se celebren elecciones libres en ese país, y al mismo tiempo socave a la CIDH, dándole argumentos al régimen venezolano en contra de Estados Unidos.

Mi opinión: La explicació­n más probable es que la decisión de ausentarse de la CIDH sea fruto de la improvisac­ión y la falta de experienci­a política que caracteriz­an al gobierno de Trump, y del hecho de que todavía no hayan nombrado a un subsecreta­rio de Estado para Asuntos Latinoamer­icanos.

Seamos realistas, el Departamen­to de Estado de Trump es un barco a la deriva. El secretario de Estado Rex Tillerson, que no tiene experienci­a previa en el gobierno, es un funcionari­o poco visible que está ocupado tratando de salvar lo que pueda del 30 por ciento de recortes de fondos para el Departamen­to de Estado que ha solicitado Trump.

Tillerson todavía no ha podido nombrar un segundo a bordo - su candidato fue rechazado por la Casa Blanca - y todavía tiene que nombrar jefes de los departamen­tos regionales, incluyendo el que maneja asuntos latinoamer­icanos. Y en este limbo político, se cometen errores absurdos, como el de esta semana ante la CIDH.

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