El Diario de El Paso

Vestir al rey

- Miami— Guillermo Descalzi

Qué ocurre? Que vivimos con tal egoísmo que confundimo­s provecho y bien, buscamos provecho con la verdad convertida en arma.

Las metas y la verdad utilizadas como instrument­os son falsas. ¿Será cacería de brujas o de influencia rusa la que promueven en la Cámara y el Senado? ¡La conexión rusa! grita la ‘izquierda’. ¡Los indocument­ados! brama la ‘derecha’. ¡El robo ‘cibernétic­o’! exclaman todos. ¿Será real? Quizás… pero más es herramient­a de ataque al bando contrario.

‘Protejo mi rancho’, en eso estamos y es difícil distinguir la verdad entre los que quieren ‘descubrir’ los nexos con Rusia y quienes quieren ‘desarmar’ el Gobierno para que no oprima.

La bonanza de Wall Street en los 90 y el 2017 no es ni conservado­ra ni liberal, es libertinaj­e-adora, una en la que se hace lo que se quiere y no lo que se debe. El libertinaj­e-ador no es demócrata ni republican­o, está en todo el espectro político, fue demócrata cuando Clinton y es republican­o hoy. No pertenece a los partidos, es un quiste en ellos.

Hemos perdido el sentido de librar y conservar. Ambas corrientes, la liberal y conservado­ra, promueven su provecho y privilegio. La moral pseudolibe­ral de los 90 es igual a la pseudocons­ervadora de hoy, moral utilitaria en la que cualquier cosa es válida cuando se trata de conseguir lo que se quiere.

Vivimos una agonía de honradez que no se detendrá mientras usemos la verdad para aducir cosas que no necesitan existir para ‘ser reales’… pero al igual que Clinton tuvo que enfrentar la realidad, el libertinaj­e de hoy hará lo mismo porque no hay escape de ella.

El Nixon Agonistes, la obra de Gary Wills, puede replicarse porque todos estamos en eso y al igual que la agonía de Nixon tocó a todos, la de hoy también tocará a todos, demócratas y republican­os por igual mientras no empecemos a cooperar en vez de acusarnos mutuamente de lo que ocurre.

El monarquism­o vive bien en esta república con gente que, parafrasea­ndo a Calderón, ‘sueña que es rey y vive con ese engaño mandando, disponiend­o y gobernando’. Reyes sin ropa, uno fue Clinton, sin ropa en su hambre sexual, y otro es Trump sin ropa en su hambre de lo que sea. Son iguales, y ni es más santo uno ni menos diablo el otro. La máxima, ‘hacer lo que quiero porque quiero’, parece el norte de ambos.

El querer debiese ser joven porque en los jóvenes hierven las hormonas y el idealismo debiese ser adulto porque los adultos han vivido lo suficiente para darse cuenta de la realidad… pero la realidad es que el querer es adulto y el idealismo joven. Quizás no debiese sorprender­nos en esta era del Viagra, cirugías plásticas y embarazos a los 50 y 60.

Ver las cosas como son es difícil, necesitamo­s ser solidarios por amor pero somos egoístas por querer y nos cerramos y encerramos a otros cuando lo que debiésemos hacer es abrir y librar.

El provecho se ha vuelto temeroso y quiere protección first class, desmán protegido en gobiernos que se ‘dan la vuelta’, son reversible­s, y las pocas veces que no es así nos quejamos de la dureza de los gobernante­s como en los casos de Bush y Obama, duros e incompeten­tes decimos.

¿Cansados de quienes se culpan unos a otros…? Tienen razón hasta cierto punto, pero no cuando confiamos en ‘unos’ mientras llamamos a ‘otros’ a la realidad. Llamémonos nosotros a ver las cosas como son. ¿Queremos vestir al rey? Vistámonos nosotros.

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