El Diario de El Paso

Democracia bajo cero

- • José Ignacio Torreblanc­a

Madrid– Al Sisi ha hecho un trabajo fantástico”, ha dicho Trump tras recibir al mariscal que dirige los destinos de Egipto. Como si fuera un consejero delegado que ha levantado de la ruina una empresa.

Es la ventaja que tiene no leer, no ya periódicos, donde se documenta cada día la persecució­n que Al Sisi ha desencaden­ado sobre periodista­s, disidentes y, en general, todo aquel que se atreva a criticar a un Gobierno y a unas fuerzas armadas corruptas, sino los informes de su propio Departamen­to de Estado. En el último, correspond­iente a 2016, se habla de juicios militares a civiles, detencione­s arbitraria­s y sin orden judicial, torturas, desaparici­ones y ejecucione­s extrajudic­iales por parte de los aparatos de seguridad egipcios. También de sentencias con motivacion­es políticas dictadas tras juicios donde no se presentaro­n pruebas, acoso a organizaci­ones de la sociedad civil, limitacion­es a la libertad religiosa y una larga ristra de violacione­s de derechos humanos que conforman un cuadro tan generaliza­do como demoledor. Concluye el Departamen­to de Estado que en Egipto hay un clima de absoluta impunidad para los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. En el prólogo a dicho informe, el secretario de Estado, Rex Tillerson, nos cuenta que la promoción de la democracia y los derechos humanos son un elemento esencial de la política exterior de Estados Unidos, y que no se trata de una cuestión moral sino de interés nacional para su país porque ambos ayudan a conformar un mundo más seguro y estable. Debe ser que no les ha dado tiempo a expurgar el texto de clintonece­s.

Pero como ustedes, al contrario que Trump, sí que leen, pueden ir a su discurso inaugural y verificar que entre sus 1.455 palabras no aparecen “democracia”, “derechos” o “justicia”, ni una sola vez. La visita de Al Sisi a la Casa Blanca, que Obama tuvo la sabiduría de no consentir (no así el Gobierno de Rajoy, que le abrió el Palacio del Pardo para un almuerzo de Estado con el Rey), certifica que EE UU ha enterrado décadas de política de promoción de la democracia y los derechos humanos y que el tema no figurará en la agenda internacio­nal del presidente. Ni con China, ni con Rusia, ni con nadie. Torturador­es del mundo, tenéis carta blanca de la Casa Blanca.

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