Primero misiles, luego diplomacia
El presidente Donald J. Trump hizo lo correcto al atacar al régimen del presidente sirio Bashar al-Assad por utilizar armas de destrucción masiva, el agente sarín que afecta los nervios, en contra de su propia gente.
Trump no quiere ser “el presidente del mundo”, pero cuando un tirano descarado viola una norma básica de conducta internacional, todo el mundo voltea hacia Estados Unidos para que actúe en consecuencia. El presidente lo hizo y por eso debe ser elogiado. Aunque la verdadera prueba para él es lo que vendrá enseguida. Ha mostrado una total falta de interés en trabajar para dar por terminada la guerra civil en Siria.
Ahora, la administración Trump tiene una ventaja que debería poner a prueba con el régimen de Assad y Rusia para restringir la fuerza aérea de Siria, detener el uso de armas químicas o biológicas, implementar un efectivo cese al fuego en la guerra civil de Siria y moverse hacia la negociación de la transición del poder —objetivos que eludió la administración Obama.
Al mismo tiempo, debe prevenir o mitigar las posibles consecuencias no intencionales de utilizar la fuerza, incluyendo el complicar la campaña militar en contra del Estado Islámico.
Todo esto requerirá algo en lo que la administración ha mostrado poco interés: una diplomacia inteligente.
La diplomacia inteligente empieza con Rusia. Al parecer, la administración le notificó a Moscú del ataque. Los escépticos podrían concluir que todo está amañado: Estados Unidos le advirtió silenciosamente a los rusos, ellos alertaron a Assad y le dijeron que no reaccionara y todos dieron por terminado el asunto.
Lo más probable es que la administración quería que Moscú supiera exactamente lo que estábamos haciendo para que no reaccionara excesivamente o que sus fuerzas resultaran dañadas.
El gobierno estadounidense debería dejarle en claro a Moscú que se le responsabilizará de las acciones de Assad si decide seguir adelante, también debería reunir a otros países para que hagan lo mismo y lanzar más ataques si es necesario.
Los rusos saben que cada vez se exponen más a recibir represalias por su continuo apoyo a Assad y podrían ser acusados de complicidad en la brutalidad inhumana contra la comunidad sunni de Siria.
Los vecinos sunni árabes de Siria y Turquía podrían sentirse obligados a duplicar su apoyo a la oposición siria, haciéndole la vida mucho más difícil a Moscú.
El reciente y horrible ataque en el tren subterráneo de St. Petersburgo --- al parecer cometido por un integrante de una etnia uzbeka posiblemente radicalizado por la guerra en Siria --podría ser una demostración preliminar a las cosas que podrían ocurrir si Moscú no empieza a alejarse del atolladero sirio.
La administración Trump debería ayudar a Putin a encontrar la salida.
También, el presidente Trump debería protegerse cuidadosamente contra los posibles inconvenientes de sus acciones, especialmente en relación con su campaña contra ISIS.
El presidente tendrá que controlar su intromisión en otros asuntos. Si Assad persiste en el uso de armas químicas o biológicas, deberá tener una extraordinaria disciplina para evitar caer en la trampa de la escalada que podría ir desde unos ataques punitivos y justificados a una intervención más amplia y riesgosa para Estados Unidos.
Después de todo, la participación estadounidense en Libia, que yo defendí, empezó como una medida para proteger a los civiles de la violencia del gobierno del coronel Muammar el –Qaddafi.
Pero terminó con el cambio de régimen. Hay que tomar en cuenta que Siria podría ser exponencialmente más desafiante que nuestra tensa responsabilidad con Libia después de Qaddafi.
Aquí en casa, Trump debe hablar directamente a los estadounidenses acerca de la misión que tiene el país y sus objetivos, informar totalmente al Congreso y buscar su apoyo, además de dejar en claro las bases legales de las acciones de Estados Unidos.
Y mientras lo hace, debería reabrir la puerta que trató de cerrarles de golpe a los refugiados sirios.
La reacción humana del presidente ante el sufrimiento de los que fueron atacados con gas por el régimen de Assad se debería extender a todas las víctimas de la guerra civil de Siria, incluyendo los que están huyendo de la violencia.