Ataque erradica ‘Estados Unidos Primero’
El presidente Trump dirigió una campaña presidencial vituperando en contra del intervencionismo, ridiculizando la idea de tomar acción en Siria, expresando confianza en que podíamos dejar que Bashar Assad se quedara en el poder y reutilizando la nociva retórica de la década de los 30 de “Estados Unidos Primero”.
Pero esta semana, cuando fue confrontado por el mundo de verdad, se deshizo de todo eso y lanzó un ataque de misiles en represalia contra una base aérea de la que despegaron aviones cargados de gas sarín a comienzos de la semana.
En comentarios que bien pudieron haber salido de los labios de George W. Bush o de Hillary Clinton, Trump le recordó al país el jueves por la noche del “horrendo ataque con armas químicas contra civiles inocentes utilizando un enervante mortífero”. Luego continuó:
“Fue una muerte lenta y brutal para muchos de hermosos bebés que fueron cruelmente asesinados en este barbárico ataque… Es en el vital interés de seguridad nacional de Estados Unidos evitar y disuadir el uso desmedido de mortíferas armas químicas”.
Sí, así fue que descubrió que Siria no sólo era una pesadilla humanitaria, sino también estratégica. Las acciones y palabras de Trump son la mejor evidencia hasta ahora que en el mundo real una política de atrincheramiento e indiferencia al sufrimiento no es sustentable.
El senador demócrata del Comité de Relaciones Exteriores, Ben Cardin, emitió un comunicado de apoyo, aunque cauteloso, diciendo que, “No podría enfatizar lo suficiente, que cualquier operativo militar, a largo o corto plazo, en Siria por parte de la administración de Trump deberá hacerse bajo la consulta del Congreso.”
El líder minoritario, el senador Chuck Schumer, demócrata de Nueva York, se sumó a tal postura en un conciso comunicado. “Hay que asegurarnos de que Assad sepa que si comete semejantes atrocidades tendrá que pagar el precio, eso es lo que debemos hacer. Es el deber de la administración de Trump elaborar una estrategia y consultarla con el Congreso antes de implementarla”.
Y ese es precisamente el problema: ¿Qué sigue, y cuál es nuestra estrategia para Siria?
Eliot Cohen, un ardiente crítico del presidente, se mostró complacido de ver algo de acción, pero agregó: “Para que este tipo de cosas sean efectivas, tienen que en verdad afectar al régimen sirio —y uno no puede estar seguro si se ha logrado tal cometido”.
Desde un punto de vista de estrategia interna, este es otro duro golpe para el abanderado de la retórica de “Estados Unidos Primero”, Stephen K. Bannon (quien quizás, no de manera casual fue despedido del Consejo de Seguridad Nacional esta semana).
Desde un punto de vista presupuestario, las acción pone énfasis en la necesidad —ya sea que esta acción en particular sea expandida o no— de reconstruir a nuestro ejército.
Y finalmente, desde el punto de vista político, Trump quizás llegue a enterarse que si actúa como un comandante en jefe — y no como un delirante conspiracionista— se ganará el respeto de incluso sus más feroces críticos.