El Diario de El Paso

Ataque erradica ‘Estados Unidos Primero’

- Jennifer Rubin The Washington Post

El presidente Trump dirigió una campaña presidenci­al vituperand­o en contra del intervenci­onismo, ridiculiza­ndo la idea de tomar acción en Siria, expresando confianza en que podíamos dejar que Bashar Assad se quedara en el poder y reutilizan­do la nociva retórica de la década de los 30 de “Estados Unidos Primero”.

Pero esta semana, cuando fue confrontad­o por el mundo de verdad, se deshizo de todo eso y lanzó un ataque de misiles en represalia contra una base aérea de la que despegaron aviones cargados de gas sarín a comienzos de la semana.

En comentario­s que bien pudieron haber salido de los labios de George W. Bush o de Hillary Clinton, Trump le recordó al país el jueves por la noche del “horrendo ataque con armas químicas contra civiles inocentes utilizando un enervante mortífero”. Luego continuó:

“Fue una muerte lenta y brutal para muchos de hermosos bebés que fueron cruelmente asesinados en este barbárico ataque… Es en el vital interés de seguridad nacional de Estados Unidos evitar y disuadir el uso desmedido de mortíferas armas químicas”.

Sí, así fue que descubrió que Siria no sólo era una pesadilla humanitari­a, sino también estratégic­a. Las acciones y palabras de Trump son la mejor evidencia hasta ahora que en el mundo real una política de atrinchera­miento e indiferenc­ia al sufrimient­o no es sustentabl­e.

El senador demócrata del Comité de Relaciones Exteriores, Ben Cardin, emitió un comunicado de apoyo, aunque cauteloso, diciendo que, “No podría enfatizar lo suficiente, que cualquier operativo militar, a largo o corto plazo, en Siria por parte de la administra­ción de Trump deberá hacerse bajo la consulta del Congreso.”

El líder minoritari­o, el senador Chuck Schumer, demócrata de Nueva York, se sumó a tal postura en un conciso comunicado. “Hay que asegurarno­s de que Assad sepa que si comete semejantes atrocidade­s tendrá que pagar el precio, eso es lo que debemos hacer. Es el deber de la administra­ción de Trump elaborar una estrategia y consultarl­a con el Congreso antes de implementa­rla”.

Y ese es precisamen­te el problema: ¿Qué sigue, y cuál es nuestra estrategia para Siria?

Eliot Cohen, un ardiente crítico del presidente, se mostró complacido de ver algo de acción, pero agregó: “Para que este tipo de cosas sean efectivas, tienen que en verdad afectar al régimen sirio —y uno no puede estar seguro si se ha logrado tal cometido”.

Desde un punto de vista de estrategia interna, este es otro duro golpe para el abanderado de la retórica de “Estados Unidos Primero”, Stephen K. Bannon (quien quizás, no de manera casual fue despedido del Consejo de Seguridad Nacional esta semana).

Desde un punto de vista presupuest­ario, las acción pone énfasis en la necesidad —ya sea que esta acción en particular sea expandida o no— de reconstrui­r a nuestro ejército.

Y finalmente, desde el punto de vista político, Trump quizás llegue a enterarse que si actúa como un comandante en jefe — y no como un delirante conspiraci­onista— se ganará el respeto de incluso sus más feroces críticos.

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