Una Suprema Corte polarizada es cada vez más latente
Nueva York – Viéndolo de cierta manera, la confirmación del juez Neil M. Gorsuch no hará mucho para cambiar la dinámica de la Suprema Corte, su nombramiento es un simple reemplazo de un conservador por otro.
Pero hay una manera más instructiva de pensar sobre lo que representa el impacto de Gorsuch ahora que rindió juramento el lunes. Se debe considerar cómo la corte habría sido reconfigurada por el seleccionado del presidente Barack Obama para ocupar el mismo escaño, el juez Merrick B. Garland.
La respuesta nos muestra cuán polarizada la Suprema Corte se ha tornado. La titánica lucha por quién llegaría a reemplazar al juez Antonin Scalia no fue otra cosa más que un enfrentamiento partidista, y por buenas razones —la Suprema Corte está tan dividida como lo está el resto de la nación.
Si Garland hubiera reemplazado a Scalia, la corte inmediatamente se habría inclinado hacia la izquierda. Una mayoría de sus miembros habrían sido titulares demócratas por primera vez en casi 50 años. Y, en un cambio que se ha venido dando en años recientes, la afiliación partidista se ha convertido en un fuerte indicador de las tendencias de votación de sus miembros.
Los cuatro actuales titulares republicanos de la corte son más conservadores que los cuatro demócratas, y esa dinámica tan familiar parece que seguirá vigente cuando Gorsuch se una al tribunal. Pero no siempre ha sido así. En el 2009, dos titulares republicanos de la corte, los jueces John Paul Stevens y David H. Souter, eran miembros del ala liberal del tribunal.
Al perder las elecciones presidenciales del 2016, los demócratas pudieron haber desaprovechado la oportunidad de balancear el poder de la Suprema Corte por el lapso de una generación. Gorsuch tiene 49 años. Si llega a servir por un largo tiempo como Stevens, el último miembro de la corte en retirarse, seguirá presidiendo casos en el 2052. Tendrá 84 años, igual de viejo como la juez Ruth Baber Ginsburg lo es ahora.
Las realidades actuariales sugieren que el presidente Donald Trump tendrá oportunidades adicionales para mover la corte hacia la derecha. Los tres miembros más longevos del tribunal son Anthony M Kennedy, de 80 años, un conservador moderado que tiene el voto decisivo en muchos casos cerradamente divididos, y los dos jueces liberales, Stephen G. Breyer, de 78, y Ginsburg.
Si Trump llega a reemplazar a cualquiera de estos tres, una corte que por lo general se inclina hacia la derecha tendrá una sólida mayoría conservadora.
Si Trump reemplaza a los tres, los liberales restantes de la corte — Sonia Sotomayor, de 62 años, y Elena Kagan, de 56 —podrían quedarse en una especie de exilio judicial, escribiendo solitarios disentimientos por muchos años a futuro.
De cierta manera, el impacto de Gorsuch a corto plazo será modesto. Es muy probable que vote como solía hacerlo Scalia. La corte quedará básicamente sin cambios, tal como se ha mantenido desde el 2006, cuando el nombramiento del juez Samuel A. Alito Jr. hizo que el tribunal se moviera hacia la derecha. Kennedy mantendrá su papel en el centro de la corte, generalmente inclinándose hacia la derecha, pero ocasionalmente uniéndose al bloque liberal de cuatro miembros del tribunal, tal como lo ha hecho en las importantes decisiones en torno a los derechos de los gays, el aborto y la acción afirmativa.
Es muy probable que una mayoría conservadora le dé continuidad a los proyectos de la corte de Roberts: la desregulación de la ley para el financiamiento de campañas, permitirles a los estados limitar el voto, expandir los derechos a la posesión de armas de fuego y mirar con escepticismo las decisiones de conciencia racial del gobierno.
Una amenaza a los sindicatos, desviada por un empate de la corte de cuatro a cuatro tras la muerte de Scalia, es muy probable que vuelva a resurgir. La campaña de Breyer para prohibir la pena de muerte es casi seguro que llegue a fracasar.