Sin récord criminal, mayoría de inmigrantes detenidos
Caen afirmaciones del presidente Trump de ir sólo tras ‘bad hombres’
En su campaña presidencial y luego de tomar posesión de la Casa Blanca, Donald Trump prometió que daría prioridad a la detención y deportación de “bad hombres”, o extranjeros con historial delictivo.
Sin embargo, datos dados a conocer por su propia administración esta semana revelan que sólo un mínimo porcentaje de los inmigrantes que ha detenido el Gobierno federal durante el presente año fiscal tiene un récord criminal.
De cada 100 inmigrantes detenidos, ya sea en la frontera o en el interior del país, 96 no tienen condenas penales previas, según reportes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
De acuerdo a los números dados a conocer por la agencia federal, del 1 de octubre del 2016 al 31 de enero del 2017, sólo el 4 por ciento (10 mil 733) de los inmigrantes detenidos tenía historial criminal.
A pesar de que investigadores académicos han encontrado que los inmigrantes cometen menos crímenes que los nacidos en el país, la percepción de que los nacidos fuera son más propensos a cometer delitos sigue permeando en la opinión pública, aseguran activistas y académicos.
Fernando García, director de la Red Fronteriza para los Derechos Humanos (BNHR) en El Paso, dijo que la administración Trump se ha dedicado al ataque y criminalización de la comunidad inmigrante que llega al país, ignorando los hechos.
“Se ha dicho que los inmigrantes son los causantes de todo lo malo que pasa en el país. El Gobierno trata a todos los inmigrantes como criminales”, pero ahora los números muestran lo contrario, sin considerar las contribuciones positivas que la mayoría aporta al país.
Atmósfera de miedo y persecución
María Isabel, de 43 años de edad y originaria de Michoacán, tiene que vivir con el estigma de la criminalización de los inmigrantes continuamente con sus empleadores en El Paso, especialmente desde que Trump llegó a la Presidencia.
“La situación laboral para mí se ha vuelto muy difícil. Llevo seis años trabajando como empleada doméstica para familias en El Paso. Pero desde que apareció Trump no me quieren contratar por no tener documentos, por ser inmigrante. Dos personas ya me han despedido por la misma razón”, refirió María Isabel.
La mujer asegura que en varios barrios en donde trabaja ve ahora continuamente agentes de Inmigración patrullando y siente un gran temor de llegar a ser detenida camino a su trabajo.
“Yo no sé si es que viven cerca y los veo continuamente, o los oficiales de Inmigración ya están buscando a sus presas en las calles de la ciudad. Lo cierto es que todo el tiempo me siento en una verdadera persecución”, añadió la inmigrante, quien trabaja para mantener y cuidar a su hijo de 9 años que sufre epilepsia.
María Isabel llegó a El Paso (con una visa de turista que ya venció) motivada por un médico de la ciudad que se encontraba participando en una jornada internacional de salud en Pajacuarán, Michoacán, y que le aseguró que las condiciones para su hijo iban a ser mejores en Estados Unidos.
“El médico me dijo que iba a ayudar a mi hijo y ha cumplido su promesa. Pero no sabíamos que el ambiente se iba a poner tan pesado para familias inmigrantes trabajadoras como la mía”.
El profesor del Departamento de Criminología de la Universidad de Texas, Asbel Smith, explicó que la retórica migratoria provoca ansiedad por un lado y respuestas reaccionarias por otro, como los planes de deportación masiva o las prácticas de exclusión.
“Los legisladores deben abandonar las tácticas de miedo y enfocarse en entender por qué y después de varias desventajas, los inmigrantes permanecen con menos posibilidades de involucrarse en un crimen que los nacidos en Estados Unidos”, dijo el académico.