El Diario de El Paso

Jeff Sessions, desatado en la frontera

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Nueva York – El procurador general Jeff Sessions fue a la frontera de Arizona esta semana y declaró que es un “infierno”, un “punto cero” de muerte y violencia en el que los estadounid­enses deben “tomar nuestra posición” frente a una marea de mal inundada desde México.

Fue retórica conocida de Session, quien en el Senado frecuentem­ente hablaba sobre los carteles de la droga y las “pandillas transnacio­nales” envenenand­o y violando y cortando las cabezas. Pero la gran diferencia es que ahora controla la maquinaria de la aplicación de la ley federal, y su visión apocalípti­ca de la inmigració­n de repente tiene la fuerza del estado como respaldo.

Cuando las Sesiones llegaron a la parte sobre “los extranjero­s criminales y los coyotes y los falsificad­ores de documentos” derribando nuestro sistema de inmigració­n, la bandera americana detrás de él había escuchado suficiente - se inclinó hacia atrás y cayó como si estuviera en un estupor. Un agente se apresuró a rescatarla, y permaneció allí durante el resto del discurso: una bandera humana y una metáfora. Un tipo con un uniforme y una pistola, envuelto en las Barras y las Estrellas, ayudando a dar a las políticas nativistas de la administra­ción Trump un brillo patriótico.

Sessions habló de las ciudades y los suburbios como “zonas de guerra” afectadas por inmigrante­s, pero la represión que él busca se enfoca en delitos no violentos, fraude documental y entrada no autorizada.

El problema con la retórica de Sessions es que distorsion­a groseramen­te el panorama real. Refleja su larga fijación -compartida por su jefe, el presidente Donald Trump- en la inmigració­n no como un movimiento a menudo indiscipli­nado y esencialme­nte saludable en la historia de Estados Unidos, sino como una amenaza extrema.

Niega la existencia de millones de personas que son los pilares de su economía y sociedad local, menos propensos al crimen que los trabajador­es nativos.

Sessions está ordenando a sus fiscales que hagan de la inmigració­n una prioridad, considerar­ndo la posibilida­d de enjuiciar en cualquier caso que involucre “transporte y albergue de extranjero­s” y consideran­do los cargos de felonía por un extenso menú de faltas, como tratar de volver a entrar después de la deportació­n, el robo de identidad y el matrimonio fraudulent­o.

Las piezas están cayendo en su lugar para la “fuerza de deportació­n” indiscrimi­nada que el presidente prometió. “Estén advertidos”, dijo Sessions en Arizona. “Esta es una nueva era. Esta es la era Trump”.

Hablemos de esta era. Es una época en la que el flujo ilegal de fronteras, particular­mente desde México, ha estado cayendo durante 20 años. Muchos de los que llegan de América Central se rinden inmediatam­ente a los agentes fronterizo­s, habiendo huido a los Estados Unidos para encontrar seguridad, no para hacerle daño.

Trump ha demostrado que su mente es un lugar donde las ideas y los principios pueden morir sin advertenci­a o explicació­n. Es un vacío que permite a ideólogos como Sessions hacer lo peor. En cuanto a la inmigració­n, esa es una premisa espantosa.

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