El Diario de El Paso

¿La era de Donald? No, la de los inmigrante­s

- David Torres

Washington – Cada vez que un miembro de su gabinete, o Donald Trump mismo, intenta pavonearse de lo que no ha logrado ni logrará, la mente de quienes nunca han creído en las mentiras compulsiva­s de su equipo lo pone en duda de inmediato.

Es como un sano mecanismo de defensa que siempre viene bien, sobre todo a los inmigrante­s, después de ver tanta vacuidad e insensatez en el desempeño presidenci­al y el de sus colaborado­res, tal como lo que se atrevió a decir el Procurador de Justicia, Jeff Sessions, durante su visita a la frontera sur: “Esta es la era de Trump”.

Como si se tratara de un nuevo imperio o de una naciente dinastía –o como cuando los dictadores asaltan el poder y suelen decir “¡Ahora mandamos nosotros!”–, la frase encierra un significad­o político, más allá de la advertenci­a que hizo Sessions para “aquellos que continúan tratando de entrar de manera ilegal a este país”.

Pararse a decir eso en la frontera con México simboliza lo que siempre ha querido dar a entender el actual gobierno: “De esta línea no pasan todos aquellos que parezcan mexicanos”. La obsesión del entonces candidato Trump —ahora presidente Trump— con los inmigrante­s del país vecino del sur lo ha llevado a establecer su maquinaria de deportació­n masiva, amén de insistir en la construcci­ón del “gran y hermoso” muro fronterizo.

Pero Jeff Sessions se equivoca al tratar de robar el protagonis­mo histórico que se han ganado a pulso los inmigrante­s de cualquier nacionalid­ad en Estados Unidos, incluso antes de las intencione­s de Trump de ser el inquilino de la Casa Blanca.

De tal modo que no es esta “la era de Trump”, como asegura Sessions, sino la era de los inmigrante­s que le han dado un nuevo rostro a la composició­n demográfic­a de Estados Unidos, mediante el trabajo, la educación, el pago de impuestos, la apertura de negocios, su presencia en las Fuerzas Armadas, en el ámbito científico, en el mundo del entretenim­iento, en el universo de la informació­n, en la esfera médica, en la clase política, en el campo y en un sinfín de etcéteras.

El lugar que se ha ganado esta “era de los inmigrante­s” en la historia de Estados Unidos no se lo puede arrebatar un incipiente gobierno que lo más que ha demostrado es una total impericia en el manejo de los temas fundaciona­les de este país, sobre todo el migratorio, ni siquiera cuando acude a las “bendicione­s de Dios” para ayudar en los esfuerzos de deportar inmigrante­s indocument­ados. Pésima señal el invocar a la divinidad para ejercer el mal en quienes sobre todo no representa­n prioridade­s de deportació­n.

Para mala fortuna de la imberbe aún “era de Trump”, la era de los inmigrante­s está más viva y dinámica que nunca.

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