Violencia doméstica: pasó de ser víctima a agresora
Adulta mayor narra drama que por lo general se vive en silencio
Mague, una adulta mayor, aún recuerda el abuso físico y psicológico que sufrió a manos de su marido durante 18 años; maltrato que la llevó a convertirse en la agresora de su segundo esposo.
La mujer –que omite su apellido– comentó que antes de volverse a casar era una persona “sumisa” que obedecía y se dejaba golpear por su marido al grado de quedar “bañada en sangre”.
“El padre de mis hijos me golpeaba muy feo y me dejaba toda llena de sangre y yo por miedo y para que mi familia no se enterara decía que me había caído”, expresó Mague.
Mague dice que después de tantos años, ahora se da cuenta que el depender de su marido la hizo “aguantar” golpes y humillaciones ya que él la hacía sentir mal por ser mujer.
“Me decía cosas horribles que no quiero repetir, pero me hacía sentir que yo no valía como mujer, que sin él yo no era nada”, manifestó.
Esta sensación de inferioridad la llevó a estar con su marido por casi dos décadas hasta que él decidió dejarla por otra.
Ese acontecimiento sumergió a Mague en una depresión, ya que sentía que su “mundo” se había terminado, al igual que sus ganas de salir adelante.
Después de “mucho llorar”, Mague decidió comenzar una nueva vida apoyada por sus hijas, aunque se negó a recibir atención profesional para superar sus traumas.
“Cuando me pasó lo de mi marido no se usaba eso de ir al psicólogo, uno tenía que superarlo solo sin ir a terapias como lo hacen ahora. Nomás me puse a trabajar planchando ropa porque de algo tenía que vivir”, dijo Mague.
Mague creyó haber superado sus “frustraciones”, sin saber que con el paso del tiempo ella se convertiría en la agresora de su siguiente pareja sentimental.
Se volvió la agresora
Luego de haber superado su divorcio, Mague decidió darse una nueva oportunidad en el amor sin saber que lo que comenzó con “mucho amor” terminaría a golpes, pero ahora siendo ella la agresora.
“No sé cómo pasamos de lo bonito a los golpes, sólo sé que todo me molestaba y desquitaba mi enojo con golpes; así como mi primer esposo lo hacía conmigo”, contó Mague.
Dice que aunque nunca mandó a su marido al hospital, sí lo “sangró” en distintas ocasiones de los “puñetazos” que le daba.
“Todo ese resentimiento que tenía de mi primer matrimonio lo saqué con él, porque nunca lo golpeé con algún objeto, siempre fue a mano limpia. No sé de dónde sacaba las fuerzas”, expresó.
A pesar del maltrato el matrimonio duró alrededor de 20 años, ya que el hombre nunca se quiso divorciar por miedo a las burlas por ser él la víctima.
“Yo creía que un día me iba a denunciar con la Policía pero nunca lo hizo, al final yo fui la que se cansó y lo dejé para poder vivir tranquila”, concluyó.
‘Más común de lo que se cree’
Roberto Escobedo, director de consejería del Centro Contra la Violencia Sexual y Familiar (CASFV) comentó que este tipo de casos donde las víctimas se vuelven las agresoras es algo común.
“Es un comportamiento aprendido. Si tú viviste violencia vas a repetir el círculo aunque se diga que no. Es más común de lo que se cree”, comentó Escobedo.
Escobedo mencionó que cuando la víctima sale de una relación disfuncional siempre se tiene la mentalidad de “no me vuelve a pasar” por lo que se vive a la defensiva.
“En su afán de querer protegerse se vuelven a la defensiva para todo y sin darse cuenta cruzan esa delgada línea de protección y pasan a la agresión”, expresó.
El experto recomienda que todas las personas que hayan sido víctimas de algún tipo de abuso, busquen ayuda profesional para “detectar” el problema de la frustración.
“(Las víctimas) siempre van a tratar de canalizar su coraje contra alguien más vulnerable, pero si buscan ayuda les podemos ayudar a encontrar la raíz de esa frustración y encontraremos la forma de trabajar juntos para superar el problema”, dijo.