Esto no es política tributaria, es un atraco
Nueva York – ¿Qué harían si fueran un presidente nuevo, históricamente impopular, con un índice de aprobación en un nivel bajo récord, en 14 puntos porcentuales menos, que encara investigaciones por la forma en la Rusia los ayudó a que los eligieran, con los medios juzgando los primeros 100 días en el cargo como los más débiles de cualquier presidente moderno? ¡Vamos, anuncian un recorte fiscal! Y en su forma egocéntrica, anuncian una reducción fiscal que los beneficiará enormemente a ustedes. ¡Imaginen esos millones ahorrados! ¡Ya se sienten mejor!
Soy profundamente escéptico en cuanto a que el presidente Donald Trump logrará hacer que se apruebe un paquete de reforma fiscal como ley, y eso está muy bien. El siguiente “nuevo plan fiscal” de Trump (que se parece más a un plan extremadamente vago para ser un plan) es un regalo irresponsable, vergonzante, que arruina los presupuestos, para los multimillonarios como él mismo.
Esto no se trata de ‘empleos’, como dice la Casa Blanca. De ser así, podría reducir los impuestos al empleo, que genuinamente sí desalientan las contrataciones. Más bien, se trata de enormes desembolsos para los estadounidenses más acaudalados; ¡y al diablo con los déficits! Si los republicanos abrazan este ‘plan’ después de todo su nerviosismo por los déficits y la deuda, deberíamos construir un grandioso monumento a la hipocresía en su honor.
El ‘plan’ fiscal de Trump es una traición a sus votantes. Él habla de ayudar al estadounidense común mientras enriquece a los magnates como él.
Por ejemplo, es grandioso que el plan tributario prometa ayudar con los costos de la atención infantil, que es una carga enorme para las familias de bajos ingresos, en especial para las madres solteras. Sin embargo, Trump no explica qué forma va a adquirir su ayuda.
Quizá, al final, dará los detalles, pero en su plan fiscal durante la campaña (que, en conjunto, parece similar al más reciente), menos del 10 por ciento de los hogares de bajos ingresos con hijos no recibirían absolutamente nada, según un estudio realizado por la organización no partidita Tax Policy Center en febrero. Añadió que según el plan de la campaña, las familias que ganan entre 10 mil y 30 mil dólares al año recibirían un promedio de 10 dólares en ayuda para la atención infantil.
Para ser justos, la propuesta de Trump sí incluye algunos elementos delicados. Aumentar la deducción estándar es inteligente y simplificaría todo, reduciría las trampas y la necesidad de llevar la contabilidad porque millones de declarantes ya no detallarían las deducciones.
Sin embargo, la esencia del ‘plan’ de Trump es reducir los impuestos para las corporaciones y los acaudalados. Se eliminaría la alternativa del impuesto mínimo sin la cual Trump habría pagado menos de cuatro por ciento en impuestos en el 2005; con ella, pagó 25 por ciento.
Los conservadores enfatizan que la tasa impositiva corporativa oficial más alta en Estados Unidos es demasiado elevada y tienen razón. La tasa más alta para las corporaciones estadounidenses – de casi 39 por ciento, incluido 35 por ciento de la tasa federal y un poco más para la tasa promedio estatal – está entre las más altas del mundo, según la Fundación Tributaria.
No obstante, eso es profundamente engañoso porque la mayoría de las compañías no pagan esa tasa. La Oficina de la Contraloría General encontró que dos tercios de las corporaciones activas no pagaron impuestos federales. Incluso, las grandes y rentables pagaron un promedio de la tasa federal de solo 14 por ciento; y Boeing, Verizon, General Electric y Priceline no pagaron impuesto sobre la renta en un periodo de cinco años, según Ciudadanos por la Justicia Tributaria.
Ha habido muchos estudios que muestran que la tasa marginal efectiva estadounidense para las corporaciones está en la misma categoría que otros países industrializados (algunos dicen que es un poco más baja; otros, que un poco más alta).
Así es que, seguro, bajemos el impuesto corporativo oficial mientras se reducen los vacíos legales, pero no hay que fingir que esto creará una tonelada de empleos nuevos.
Donde el plan fiscal tendría un gran impacto sería en el empoderamiento de algunas personas muy acaudaladas debido a otras cuantas artimañas de la propuesta: aparentemente, Trump les permitiría a algunos dueños de negocios que evadieran el impuesto sobre la renta personal, pagando la tasa corporativa mucho más baja. En otras palabras, los magnates tratarían de estructurar sus ingresos para no pagar la tasa personal más alta de 39.6 por ciento, sino la corporativa de 15 por ciento. Esto no es política fiscal; es un atraco. Y también está la eliminación del impuesto de sucesiones. La Casa Blanca habla solemnemente de proteger a las granjas familiares y otros negocios, pero ¡dennos un respiro! Ahora, el impuesto de sucesiones solo afecta a las parejas que valen más de 11 millones de dólares. Alrededor de una quinta parte del uno por ciento de los estadounidense son los afectados; pero, sí limita el aumento de la desigualdad y asegura un indicio de justicia, ya que para nada, alguna vez, se ha gravado a gran parte de la riqueza del patrimonio de los acaudalados.
El secretario del Tesoro Steven Mnuchin dice que, en parte, el ‘plan’ fiscal de Trump se pagaría “con crecimiento”, lo que significa que no tiene ni idea de cómo pagarlo. El Tax Policy Center examinó el plan fiscal de la campaña electoral de Trump y encontró que causaría el aumento en la deuda federal en al menos 7 mil billones de dólares en la primera década, y más de 20 mil billones de dólares para 2036 – lo que desaceleraría el crecimiento en lugar de aumentarlo. Para poner esta última cantidad en perspectiva, es un préstamo adicional de cerca de 160 mil dólares por hogar estadounidense.
Efectivamente, le pediríamos prestado a China u otros países para financiar las enormes exenciones fiscales para Trump y sus compinches. ¿Y esto es populismo?