¡METE FRENO A DECISIÓN!
Washington— El presidente Trump estaba preparado para anunciar este sábado, en el 100avo día de su presidencia, que se retiraba del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. “Estaba decidido a darlo por terminado”, dijo Trump durante una entrevista que concedió en la Oficina Oval el jueves por la noche. “Iba a cancelar ese trato. Lo iba a hacer”.
Pero hubo un problema: el equipo de Trump –al igual que en muchos asuntos– estaba profundamente dividido.
Cuando la noticia del plan del presidente llegó a Ottawa y a la Ciudad de México a la mitad de la semana sacudió los mercados y el Congreso, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, el secretario de Agricultura, Sonny Perdue, y otros funcionarios se reunieron con Trump, urgiéndolo a que no firmara el documento para retirar a Estados Unidos del NAFTA.
Perdue hasta llevó algunos implementos a la Oficina Oval para apoyar su punto de vista: un mapa de Estados Unidos que ilustraba las áreas en las que podría afectar más, particularmente se refirió a las pérdidas en la agricultura y manufactura, destacando que muchos de esos Estados y condados eran comunidades del “País Trump” que habían votado por el presidente en el mes de noviembre. El miércoles por la noche, Trump se retractó, argumentando que las conversaciones que tuvo con sus asesores y las llamadas telefónicas de los líderes de Canadá y México lo habían persuadido de reconsiderar el asunto.
De alguna manera, ahora que Trump se fue acercando a los 100 días de su presidencia, está empezando a encontrar su punto de apoyo, concentrándose en temas importantes que siempre lo habían animado –el comercio– y otros que cautivaron su lado empresarial –los impuestos.
Al volverse a enfocar en las preguntas sobre el comer- cio y la economía, Trump volvió a un territorio más familiar y cómodo –el populismo nacionalista que lo ha definido desde los años 1980.
A diferencia de su primer intento fallido de aprobar un reemplazo republicano para la ley de salud del presidente Barack Obama, Trump y su equipo han tenido mucha actividad en el Ala Oeste, dependiendo de órdenes ejecutivas en lugar de una legislación más difícil de manejar pero más durable.
Sin embargo, ese enfoque ha preocupado y aislado a muchos de sus aliados más cercanos, en el Capitolio, en la Calle K de los cabilderos y en el extranjero.
Esto ha mostrado a un presidente que usualmente parece más interesado en logros a corto plazo –y en generar titulares positivos en las noticias– que en políticas a largo plazo guiadas por la ideología que pueden ser influenciadas por eventos o argumentos convincentes de cualquiera con el que hable.
“Yo creo que siempre que puedan van a actuar a través de una acción ejecutiva”, dijo Chris Ruddy, director general de Newsmax, un medio de comunicación conservador, que desde hace tiempo es amigo de Trump.
Y agregó: “Trump es un hombre de negocios. Cree que a Estados Unidos le ha ido mal con esos acuerdos y quiere renegociarlos”.
“Emboscada”
El miércoles, Canadá y México se quedaron sorprendidos cuando la noticia de que Trump planeaba retirarse del NAFTA se extendió hacia el norte y sur de la frontera.
Arturo Sarukhan, ex embajador mexicano ante Estados Unidos, describió la noticia como una táctica “a mi manera o una emboscada en la carretera” de la Casa Blanca, especialmente después de semanas de discusiones constantes y amigables entre los tres países acerca de la renegociación del acuerdo comercial.
Sin embargo, México –que ya se encontraba nervioso después que Trump estuvo flirteando con la idea de incluir el financiamiento del muro fronterizo en una propuesta de ley de gasto a corto plazo– reaccionó rápidamente.
Funcionarios de dos niveles del gabinete en México se comunicaron con sus contrapartes en Estados Unidos para enviarles un mensaje directo: Si Trump anuncia oficialmente la intención de retirar a Estados Unidos del NAFTA, México no regresará a la mesa de negociaciones.
Los funcionarios advirtieron que México no negociaría “con un arma apuntándole a la cabeza”.
Sin embargo, el presidente estuvo escuchando un mensaje similar de algunos de sus principales asesores. Ross, el secretario de Comercio, y Jared Kushner, el yerno del presidente, trataron de persuadir a Trump para que reculara.
Estados Unidos puede tener un solo período de seis meses para retirarse de NAFTA, dijeron. También le comentaron al presidente que tenía una gran ventaja para renegociar el acuerdo comercial, pero que una vez que diera señales públicamente de su intención de salirse, la situación sería considerablemente tensa políticamente para Canadá y México que no podrían regresar a las negociaciones, aunque quisieran.
Sin embargo, en la entrevista que concedió en la Oficina Oval, en repetidas ocasiones Trump insistió en que estaba preparado para salirse del NAFTA. En cierto momento, se dirigió a Kushner, quien estaba parado cerca de su escritorio y le preguntó “¿Verdad que estaba preparado para dar por terminado el NAFTA?”.
Perdue, el secretario de Agricultura, y el secretario de Estado, Rex Tillerson, también le advirtieron a Trump que no lo hiciera, aunque dos de los populistas de la Casa Blanca, el asesor de comercio Peter Navarro y el jefe de estrategia Stephen K. Bannon, lo urgieron para que se mantuviera en lo dicho, anunciando su intención de retirarse a través de un mitin que se transmitiría en horario estelar el sábado por la noche desde Harrisburg, Pa.
La administración también estuvo presionada por cientos de ejecutivos empresariales de todo el país, muchos de los cuales llamaron a la Cámara de Comercio de Estados Unidos, para preguntar qué iba a suceder, antes de llamar directamente a la Casa Blanca, urgiéndole a Trump que no firmara la orden.
Tom Donohue, director general de la Cámara, también les envió el mensaje a funcionarios de alto rango de la Casa Blanca.
Hubo quejas de grupos agrícolas que se encontraban furiosos, le advirtieron a funcionarios de la Casa Blanca que si se retiraban del NAFTA podrían devastar la industria agrícola de Estados Unidos, permitiendo que México les impusiera tarifas más altas a las exportaciones estadounidenses.
Por otra parte, el gobierno mexicano, tuvo “varios” contactos con sus contrapartes canadienses durante el miércoles para compartir las reacciones y diseñar una estrategia conjunta, incluyendo llamadas telefónicas que hicieron esa noche los líderes de esos países a Trump.
“Estábamos en la misma posición”, dijo Luis Videgaray, canciller de México, en una entrevista que concedió el jueves a la televisión mexicana.
El jueves, Trump aseguró públicamente que a través de las llamadas telefónicas que tuvo con Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau, lo persuadieron de darle una oportunidad a la negociación del tratado.
Sin embargo, un funcionario de alta jerarquía de la administración dijo que Trump ya había decidido que no firmaría la carta del retiro del NAFTA antes de que recibiera las llamadas de México y Canadá.
Sin embargo, el presidente agregó que se reserva el derecho de cambiar de opinión. “En cualquier momento lo puedo dar por terminado”, dijo Trump.
“Ellos me llamaron y me dijeron “¿Podríamos intentar la negociación?”, yo les respondí “Sí, absolutamente”. Pero si no llegamos a una conclusión satisfactoria, daré por terminado el NAFTA”.
En la semana anuncia dar por terminado el Tratado, pero decide continuar con México y Canadá