En mis primeros 100 días, cumplí con mi promesa a los estadounidenses
Washington— Hace cien días, rendí juramento, asumí la presidencia e hice una promesa: No vamos a simplemente transferir el poder político de un partido a otro, en lugar de ello vamos a transferir el poder de Washington y el Distrito de Columbia, y devolvérselo al pueblo.
En los últimos 100 días, he cumplido con dicha promesa –y aún más.
Un asunto a la vez, un departamento a la vez, le estamos regresando al pueblo su país. Tras décadas en las que vimos cómo la clase media se iba encogiendo, con las fronteras abiertas y la masiva deslocalización de empleos y riqueza estadounidenses, este gobierno trabaja para los ciudadanos de nuestro país y para nadie más.
Los mismos medios institucionales que ocultaron estos problemas –y se beneficiaron de ello– obviamente no contarán esta historia. Es por eso que enviamos nuestro propio mensaje directamente a Estados Unidos.
Hemos abierto las puertas de la Casa Blanca para escuchar, comprometernos y actuar. Hemos invitado a líderes laborales, propietarios de fábricas, oficiales de la Policía, agricultores, veteranos y a demócratas, republicanos e independientes.
El cambio comenzó con la terminación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) —un pacto entre 12 naciones que habría transferido millones de empleos a otros países.
Pero haber abandonado el TPP fue tan sólo el principio. También hemos puesto en marcha una investigación de los abusos comerciales que se han cometido en el extranjero y hemos tomado medidas para proteger la producción del acero y el aluminio estadounidenses. Tras años de contratos federales otorgados a licitadores extranjeros, nos estamos asegurando que las dependencias gubernamentales hagan cumplir las normas de la ley “Buy American” y que le den preferencia a las compañías estadounidenses –y que las compañías estadounidenses contraten a trabajadores estadounidenses.
Crucialmente, para traer de vuelta el empleo a nuestro país, tenemos que renegociar por completo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA): hemos perdido cerca de un tercio de nuestros trabajos del sector manufacturero en los 23 años desde que ese terrible acuerdo fue aprobado.
En el centro de nuestra agenda económica, nos hemos comprometido en implementar la más trascendental iniciativa para eliminar las regulaciones que están acabando con el empleo en Estados Unidos. He ordenado que por cada nueva regulación, dos viejas regulaciones sean eliminadas. Hemos firmado un récord de 13 resoluciones bajo la Ley de revisión del Congreso para terminar con las regulaciones que están sofocando el empleo, y he firmado 29 piezas de legislación en total –una marca que no ha sido superada en los primeros 100 días desde la época de Harry S. Truman.
Esas nuevas leyes puestas en vigor incluyen la legalización Opción Para los Veteranos –la cual se convirtió en ley al mismo tiempo que hemos incrementado en un 42 por ciento el número de veteranos que se les ha autorizado ver al doctor que ellos prefieran. Y hemos implementado una medida de transparencia al publicar todos los tiempos de espera del sistema de salud de los Asuntos de los Veteranos en línea, siendo esto respaldado por una nueva Oficina de Responsabilidad de Asuntos de los Veteranos.
En el rubro de energía, el cambio ha sido profundo. Hemos cancelado las restricciones a la producción de petróleo, gas natural y carbón ecológico.
Lo que hemos logrado en inmigración y justicia penal es más que histórico. Tras décadas de una interminable inmigración ilegal y entradas masivas al país sin control, hemos dado un giro como nunca antes –los cruces ilegales de la frontera han bajado en un 73 por ciento. Los procesamientos de visas están siendo reformados para mejorar sustancialmente los métodos de revisión e investigación, y hemos puesto en marcha prototipos y abogado por la construcción del muro fronterizo para ponerle un alto al tráfico de drogas, al tráfico humano y a los inmigrantes ilegales para que no entren a nuestro país.
La policía federal ha comenzado a tomar medidas más severas sobre las ciudades santuario que albergan a inmigrantes que han quebrantado la ley –porque sabemos que el primer deber del gobernó es proteger a los ciudadanos estadounidenses.
Los Departamentos de Seguridad Nacional, Justicia y del Estado, y el director de inteligencia nacional, formaron un grupo interno entre las agencias con el propósito de desmantelar los cárteles criminales transnacionales. Les hemos quitado los grilletes a nuestros fiscales, y ahora están poniendo en la mira a los narcotraficantes y miembros de pandillas que abusan de nuestros ciudadanos –y están trabajando para erradicar al violento cártel MS-13.
El cambio, en la defensa ha sido muy profundo también. El Departamento de Defensa comenzó a reconstruir y restaurar la preparación de nuestro ejército. Hemos restablecido el liderazgo estadounidense al hacer que al régimen de Bashar Assad en Siria responsable de su monstruoso uso de armas químicas prohibidas en contra de civiles inocentes. Nuestro exitoso ataque de misiles reforzó la línea roja que la administración anterior determinó, pero que ignoró, restaurando así nuestra credibilidad con nuestros aliados y la disuasión de nuestros enemigos. Finalmente, los países de la OTAN han comenzado a pagar miles de millones de dólares más desde que puse en claro que Estados Unidos espera que todos sus aliados paguen la parte justa que les toca pagar.
Cumplí con una de mis más grandes promesas, nombrar y confirmar un nuevo juez para la Suprema Corte que le fuera fiel a la Constitución de Estados Unidos. Esta es la primera vez que un nuevo juez ha sido confirmado en los primeros 100 días de gobierno en 136 años.
A manera que hacemos estos cambios –en la frontera, en nuestra economía, en nuestra seguridad– la confianza está en ascenso. Y un sondeo del sector manufacturero revela un optimismo récord en el futuro. La confianza de los consumidores rompió un récord de 16 años. Miles de nuevos trabajos están retornando a Estados Unidos –incluyendo empleos en Ford, General Motors, Fiat Chrysler, Sprint, Intel y muchas otras compañías.
Estamos demostrando que Compra y Contrata en Estados Unidos no es sólo un slogan –es ahora la política del gobierno estadounidense. Esto, junto con muchas otras cosas que estamos haciendo, hará que Estados Unidos sea Grande Otra Vez.
Ya no escucharemos las mismas fallidas consignas del pasado que nos trajeron tan sólo guerra en el extranjero, pobreza en casa y la pérdida de compañías, empleos y nuestra salud para darles todo a países que sólo se han aprovechado de Estados Unidos.
La Casa Blanca es otra vez la casa del pueblo. Y yo haré todo lo que esté en mi poder para ser el presidente del pueblo –para defender con fe, lealtad y orgullo a los increíbles ciudadanos que aman a esta nación y que llaman a esta tierra bendecida por Dios su hogar.