TIENE CHOQUE DE INTERESES
Trump y su proyecto ‘muy especial’ en las Filipinas se exhibe desde la Casa Blanca
Hasta esta semana, los inversionistas que quisieran comprar un condominio en la Torre Trump en las Filipinas hubieran encontrado varios videos con testimoniales en el sitio oficial de internet del proyecto. En un mensaje filmado varios años antes de resultar electo presidente de Estados Unidos, se veía a Donald Trump declarando que el rascacielos con su nombre cercano a la capital de Filipinas sería “algo muy, muy especial, como nadie ha visto antes”. Luego estaba su hija Ivanka Trump, hoy asesora de la Casa Blanca, elogiando el proyecto como “hito en la historia de los bienes raíces de las Filipinas”.
A cuatro meses de iniciado el mandato del presidente Trump, su relación comercial con un constructor que es uno de los hombres más ricos y poderosos de las Filipinas es ejemplo del choque entre los intereses particulares de un empresario en la Casa Blanca y su responsabilidad pública para dar forma a la política exterior estadounidense.
El conflicto potencial salió a la luz poco antes de ser electo Trump, cuando el presidente de mano dura de las Filipinas, Rodrigo Duterte, nombró su principal representante comercial al socio de Trump en el proyecto de bienes raíces de Manila.
El vínculo volvió a llamar la atención esta semana, a raíz de que Trump sorprendió a los derechohumanistas invitando a la Casa Blanca a Dutarte.
Si bien los videos promocionales se subieron en el 2013 a internet, la continua presencia de Trump y su hija en el material mercadotécnico de la torre de Manila refleja el grado al cual siguen siendo factores claves para vender a pesar de haber prometido distanciarse de sus negocios mundiales de bienes raíces y marca.
Luego de que el lunes el Washington Post preguntara acerca del uso de los Trump en la promoción del proyecto de Manila, dejó de poder tenerse acceso a los vínculos y los videos del sitio. No obstante, el persistente nexo de los Trump con los anuncios de la torre demuestran lo difícil de separar al presidente de los proyectos marca Trump, sobre todo en los mercados extranjeros en los cuales se supervisa menos el uso de su imagen.
La compañía de Trump no es propietaria ni inversionista del proyecto en Manila, una lujosa torre de 57 pisos casi por concluirse en Makati, el pujante centro financiero de Manila.
Como parte de la licencia otorgada a largo plazo, la empresa constructora de la obra accedió a pagar regalías por utilizar la marca Trump. Trump reportó haber recibido del 2014 a mediados del 2016 entre uno y seis millones de dólares por el proyecto, según la información financiera que proporcionó.
José E.B. Antonio, director de la empresa desarrolladora, continuó a la cabeza de la misma a pesar de fungir actualmente como funcionario oficial nombrado por Duterte. Kris Cole, vocero del empresario, señaló que Antonio no recibe sueldo como representante gubernamental para promover en Estados Unidos los intereses comerciales filipinos.
Ejecutivos de la compañía de Trump ordenaron a sus colaboradores internacionales retirar cualquier material promocional en el cual apareciera la presidencia de Trump o Ivanka Trump, dijeron funcionarios. Trump dejó a sus dos hijos adultos la administración de su empresa, conservando su participación como propietario y aun puede retirar en cualquier momento dinero de sus negocios.
No obstante, para los expertos en ética que llevan meses advirtiendo que la negativa de Trump a rescindir sus inversiones en sus negocios creaba el potencial para que sus intereses financieros personales compitieran con su función pública, los recientes contactos de Trump con Duterte son un indicio preocupante.