El Diario de El Paso

Viven en abandono el Día de la Madre

- Diego Murcia/El Diario de El Paso

No todos pudieron celebrar con sonrisas el Día de las Madres mexicanas, el 10 de mayo. Algunas abuelitas han sido olvidadas por sus familiares y ahora luchan contra los efectos de la soledad a su modo.

Por ejemplo, Alicia Guzmán se pasó el día llorando. La septuagena­ria recordó entre lágrimas a su madre, fallecida hace ya 50 años. Esas memorias son de las pocas cosas que aún posee.

Por disputas familiares, Alicia se quedó en la calle. Aunque tiene un hijo, éste fue adoptado por su hermana menor, cuando tenía 5 años. Lo veía de vez en cuando, pero él no vela por ella.

Cuando su madre vivía, se hacían compañía, allá en Ciudad Juárez. Venían a El Paso a visitar y ayudar a la hermana menor con las cosas del hogar. Pero, una vez que la madre murió, quedó ella sola. El único hermano que quedaba con vida en Juárez, decidió correr suerte de este lado de la frontera. Ella se vino con él, pero no fue lo mismo.

Hace un par de años, en medio de una disputa familiar, Alicia se quedó sin casa. Unos conocidos la refirieron al Centro de Oportunida­des para las personas sin hogar donde le dieron techo y comida. Ahora vive en un edificio comúnmente conocido como la Casa de las Abuelitas.

Una cama llena de cobijas y utensilios personales, un closet con cadena y candado, tres cuadros colgados de la pared (una foto con la hermana de la Orden de la Caridad –Meggie– que las asiste, y dos oraciones religiosas), más una silla, son todas sus pertenenci­as en este hogar permanente.

“Pero al menos aquí me tratan mejor”, dice, mostrando su risa llena de melancolía.

Para María del Carmen Rangel, estos han sido los siete meses más largos de su vida. Desde que abandonó Durango en busca de una oportunida­d de ganarse la vida, su tormento no ha parado. Extraña el clima, el olor a la tierra, la lluvia, la comida y la gente a la que estaba acostumbra­da.

Cuenta que tuvo que salir de su tierra porque el sobrino que la ayudaba, un día tuvo problemas con la ley y ella quedó desamparad­a. Sin protección ni sustento, vino en busca de su hija, Cecilia Iglesias, de quien sabe vive en Clint, Texas, y está casada con José Antonio Iglesias, y tiene un hijo llamado Joseph. Pero, en vano los ha buscado, tanto a pie como por Internet.

“Ya no aguanto, me quiero regresar, esto no es vida”, dice, totalmente acongojada esta mujer que no tiene ni lugar a donde regresar ni persona que la reciba allá en el Valle del Guadiana, de donde es originaria. Lo que es peor, tampoco tiene el dinero necesario para viajar de regreso a Durango. Confía en que algún día algún buen samaritano la ayude a volver o encontrar a sus parientes.

No son las únicas

Las historias de Alicia y de María son el denominado­r común en este lugar: fueron abandonada­s por su familia y su única opción para sobrevivir era la calle. Lo peor, por su avanzada edad, sus necesidade­s de salud y cuidado difieren del resto de mujeres.

Según estadístic­a del albergue ‘Opportunit­y Center for the Homeless’, en El Paso son unas 4 mil personas las que experiment­an situación de calle por año.

“De esos aproximada­mente el 55 por ciento son hombres, el 45 por ciento son mujeres. Sin embargo la estadístic­a solía ser principalm­ente de hombres, eso está cambiando”, dijo Eva Moya Guzmán, profesora asistente del Departamen­to de Trabajo Social en UTEP.

Estudios nacionales muestran que además del incremento de mujeres sin hogar, nunca antes se había presentand­o un porcentaje tan alto en niños en esta situación.

“La Coalición Nacional de Personas sin Hogar nos dice que ahora tenemos el mayor número de niños en situación sin hogar que hemos tenido en los Estados Unidos, estos niños y las familias están creciendo en números, hemos encontrado también más veteranos hombres y mujeres”.

Es por ello que el Centro de Oportunida­des creó un nuevo refugio después de ver un aumento en el número de mujeres de edad avanzada que buscaban refugio. Muchas de ellas pasan sus últimos días allí.

El refugio femenil de emergencia del Centro da servicio a un promedio de 300 mujeres anualmente, incluyendo a quienes viven en La Casa de las Abuelitas. La mujer con más edad que vive en estos centros tiene 97 años.

Del total de la población de indigentes a los que se brinda servicios, las mujeres de 50 años en adelante conforman el 40 por ciento de su población.

Como común denominado­r muchas han padecido (uno o en combinació­n) violencia doméstica, problemas emocionale­s o psicológic­os, o padecimien­tos crónicos de salud. El Centro define que a la edad de 55 años, una mujer que ha vivido en indigencia demuestra las capacidade­s físico-motoras y emocionale­s de una persona de 70 años.

Abiertos a donaciones

El centro de atención femenina se inauguró en julio de 2016, en Myrtle 1318. Allí hay espacio para 16 camas de estilo dormitorio, una cocina y baños disponible­s. El refugio está siempre lleno y, por ende, buscando donaciones para suplir cuestiones diarias como mantenimie­nto o suplemento de artículos de uso personal.

Las personas que así lo desean pueden patrocinar estancias en dos modalidade­s: una sola vez, con 285 dólares, o con 24 mensuales. Cualquiera de los dos montos permite brindar lo básico a las 16 mujeres que residen en este refugio.

Si desea más informació­n sobre cómo donar artículos o dinero para el refugio, puede llamar al (915) 5770069.

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encuentrAn unA nueva vida en el albergue
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Luchan contra la soledad

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