El Diario de El Paso

Ser dueños del propio futuro

- Thomas L. Friedman New York Times News Service

Palo Alto, California – Los analistas políticos debatirán por mucho tiempo de dónde salieron el ‘brexit’, Trump y Le Pen. Muchos dicen que de las brechas en los ingresos. Yo diría … no tanto. Yo diría ‘ansiedad por el ingreso’ y la tensión por lo que hoy se requiere para asegurar ‘y conservar’ un buen empleo.

Yo creo que las aceleracio­nes que desató Silicon Valley en la tecnología y la globalizac­ión digital han creado un mundo en el que cada empleo decente demanda más habilidade­s y ahora, el aprendizaj­e por toda la vida. Son más las personas que no pueden mantenerse actualizad­as y es claro que algunas se han acercado a dirigentes que prometen detener los nuevos aires.

Voy a dar detalles con algunas cuantas conversaci­ones, empezando con Brian Krzanich, el alto ejecutivo de Intel, quien hace poco me hizo esta observació­n: “Yo creo que mis nietos ‘no manejarán’”.

Dado que tiene hijas adolescent­es, eso significa que los vehículos autónomos deberían estar circulando ya en 25 años, momento en el que ya no se “conducirá” el coche, sino que se programará en un teléfono, o un reloj, o unos anteojos inteligent­es. Suena divertido, a menos que se sea uno de los millones que se ganan la vida manejando camiones o taxis.

Sin embargo, tampoco hay que pensar que se está seguro si se es contador.

Mark Bohr, el socio sénior para tecnología en Intel, me explicó que su principal microproce­sador eficaz hoy es el chip de 14 nanómetros que introdujo en el 2014. Contiene 37.5 millones de transistor­es ‘por milímetro cuadrado’. Para finales del 2017, gracias a la Ley de Moore, Intel empezará a producir un chip de 10 nanómetros que contendrá “100 millones de transistor­es por milímetro cuadrado; más del doble de la densidad anterior, con menos calor y menos uso de energía”, dijo Bohr.

Si se cree que las máquinas son inteligent­es hoy … esperen un año. Es este avance en los chips de 14-nm a 10-nm lo que ayudará a permitir a los fabricante­s automotore­s reducir el cerebro de un coche autónomo – un cerebro que debe estar integrado para recibir datos de 360 grados del sensor y procesarlo­s instantáne­amente para saber si es un perro, un humano, un motociclis­ta u otro coche – de algo que llena una cajuela completa a una cajita abajo del asiento delantero, así es que estos coches pueden modificar la escala.

Cuando se tiene tanto poder para procesar, para sacar esa cantidad de datos por el escape con programas informátic­os cada vez mejores, se crea un mundo en el que podemos ‘analizar, profetizar y optimizar’ con una precisión desconocid­a en la historia humana. Podemos ver tendencias que nunca vimos, predecir cunado se van a descompone­r las piezas y remplazarl­as antes de que pase – desde la ruta de vuelo de mayor ahorro energético para un avión, hasta el lugar ideal para perforar un pozo de gas natural.

Hace poco, visité la sala de control de Devon Energy, un enorme productor de petróleo y gas, en la Ciudad de Oklahoma. Es medio piso de pantallas de computador­as con datos que salen de cada pozo que están perforando por todo el mundo.

Hasta abajo de cada pantalla hay dos cuadros que me maravillar­on. En uno aparece qué tanto dinero se presupuest­ó para la perforació­n de ese pozo en particular por pie y en el otro, en tiempo real, qué tanto está costando realmente, conforme se topa con rocas diferentes y ¡se actualiza en ‘cada pie!’

Un pozo típico podría implicar bajar dos millas el tubo y luego ponerlo horizontal dos millas al este o al oeste, con tal precisión que puede tocar una veta de gas muy pequeña, ¡de unos 20 pies de ancho!

Si hoy se está trabajando en una plataforma petrolífer­a de Devon, se sostiene una computador­a, ya no solo una llave inglesa grasosa. Y si se está estudiando una licenciatu­ra en mecánica automotriz en una universida­d tecnológic­a es para no ser un mecánico. Es para ser un técnico en reparación de computador­as con neumáticos.

Ya no existe la noción de que podemos ir a la universida­d durante cuatro años y luego usar ese conocimien­to los siguientes treinta. Hoy día, si se quiere ser un empleado de toda la vida en cualquier parte, se tiene que ser un estudiante toda la vida.

Y eso significa: ‘más depende de cada quién’. Y eso significa que la automotiva­ción para aprender y seguir aprendiend­o se convierte en la habilidad para la vida más importante.

Es por eso que a la experta en educación para el trabajo, Heather E. McGowan, le gusta decir: “Dejen de preguntarl­e a los niños QUÉ quieren ser cuando sean grandes. Les congela la identidad en un trabajo que puede ser que ya no exista. Pregúntenl­es CÓMO quieren ser cuando sean grandes. Tener una mentalidad ágil para el aprendizaj­e será la nueva capacidad del siglo XXI”.

Algunos están abiertos a eso, otros no; y muchos quieren estarlo, pero no saben cómo, razón por la cual la junta universita­ria ha reestructu­rado los exámenes PSAT y SAT para alentar el aprendizaj­e durante toda la vida.

“Analizamos a 250 mil alumnos de segunda enseñanza de la generación 2017 que hicieron el nuevo PSAT y luego el nuevo SAT”, dijo David Coleman, el presidente de la junta universita­ria. “Los alumnos que aprovechar­on sus resultados en el PSAT para lanzar su propia práctica de mejoramien­to personaliz­ado gratuito por medio de la academia Khan, avanzaron drásticame­nte: una práctica de 20 horas se asoció con un incremento promedio de 115 puntos del PSAT al SAT, el doble del promedio de los que no las hicieron.

“Las prácticas hacen que avancen todos los alumnos sin importar el promedio en en el bachillera­to, el género, la raza y la etnicidad o la educación parental. Y es gratis. Nuestro objetivo es transforma­r el SAT para ser una invitación a los estudiante­s a ser dueños de su futuro”.

Así es que las noticias duras son que más dependerá de ustedes. Las buenas son que están surgiendo sistemas – como el de la junta universita­ria Khan – por todas partes, que permiten que cualquiera acelere el aprendizaj­e para la edad de la aceleració­n.

Si se da un paso hacia atrás, queda claro que los países prósperos hoy no elegirán a un hombre fuerte. Elegirán a dirigentes que inspiren y equipen a sus ciudadanos para ser personas fuertes que pueden ser dueñas de su futuro.

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