Tribu nativoamericana lucha por mantener abierto casino
Livingston — Estando históricamente en contra de cualquier cosa que se asemeje a un casino o centro de juegos de azar, funcionarios de Texas han puesto en la mira a un próspero casino de bingo electrónico, administrado por una tribu nativoamericana, a casi un año después de que las máquinas comenzaran a llenar el espacio de un rústico edificio ubicado en terrenos históricos al norte de Houston.
La tribu Alabama-Coushatta administra el centro de entretenimiento Naskila Gaming, nombrado en honor a la palabra que ellos le dan a los árboles de cornejo que se pueden encontrar en el bosque al este de Texas. El casino ha creado hasta ahora más de 400 empleos —incluyendo unos 200 trabajos para los mil 200 miembros de la tribu— y ha generado 5 millones de dólares para la economía local, según dijo Carlos Bullock, un ex presidente del consejo tribal.
“Estamos luchando por nuestro futuro”, dijo Bullock. “Esta es una fuente de ingresos que puede ayudar enormemente a la tribu”.
Pero los fiscales estatales dicen que el casino es ilegal. El estado argumenta que la presencia de máquinas electrónicas de bingo viola un interdicto de hace 15 años por medio del cual un casino a gran escala fue cerrado poco después de que la tribu lo abriera en el mismo lugar donde se ubica el nuevo centro de entretenimiento —ubicado en los terrenos que la tribu recibió de parte del héroe de Texas, Sam Houston — a unas 80 millas (129 kilómetros) al noreste de Houston.
El estado quiere que la tribu sea acusada de desacato y hacer valer el interdicto del 2002. Una audiencia en una corte federal está programada para el jueves en Beaumont.
Las máquinas que operan en Naskila no son una forma permitida de ‘bingo’ y como resultado de ello, aún no pueden operar sin una supervisión estatal”, dijo Anne Marie Mackin, subprocuradora de Texas, en documentos de la corte.
Los abogados de la tribu argumentan que el casino es legal en apego a la Ley Regulatoria de Apuestas Indígenas de Estados Unidos, la cual fue aprobada por el Congreso en 1988 y le otorga autoridad regulatoria de los juegos de azar en tierras nativoamericanas a los tres miembros que conforman la Comisión Nacional de Apuestas Indígenas. Las 365 máquinas de bingo electrónicas, la cuales son consideradas una forma de juegos de azar de la Clase 2, no están contempladas en el interdicto del 2002, el cual prohibió el uso de máquinas tragamonedas, y los juegos de blackjack y póker, considerados juegos de azar de la Clase 3, según sostienen.
“Cuando cerramos en el 2002, perdimos 300 empleos”, dijo Bullock. “Esos fueron tiempos difíciles para la tribu y para los miembros tribales, personas que empezaban a depender de dicho ingreso. Es por eso que es muy importante que hagamos todo de manera legal y de manera correcta porque no podemos volver a perder esos empleos”.
Sin embargo, la tribu Alabama Coushatta y otra tribu de Texas, la tribu de los Tiguas en El Paso, fueron reconocidas por la federación por medio de la Ley de Restauración aprobada por el Congreso en 1987, un año antes de que se aprobara la Ley Regulatoria de Apuestas Indígenas, y aceptaron una prohibición de los juegos de azar.
“Un error que cometimos en su momento”, dijo Bullock.
Desde entonces, las apuestas en las carreras de galgos y de caballos y la lotería estatal se hicieron legales en Texas.
“El estado puede cambiar de parecer, pero estamos detenidos por esta resolución”, dijo.
Las tribus Coushatta y Alabama, las cuales solían estar separadas, se rehusaron a rendirle su apoyo a México cuando Texas decidió independizarse alrededor de 1830, y el victorioso Houston premió a estas tribus otorgándoles alrededor de 80 millas (129 kilómetros) de territorio justo al noreste de la ciudad que ahora porta el nombre del afamado héroe.
La otra única tribu reconocida por la federación en Texas, la tribu Kickapoo, ganó su reconocimiento en 1983, pero en ese tiempo no se consideró una provisión para los juegos de azar. Ahora operan el único casino legal en el estado en el remoto territorio de Eagle Pass, a unas 130 millas (209 kilómetros) al suroeste de San Antonio a lo largo de la frontera entre Texas y México.
La Constitución de Texas prohíbe casi todas las formas de juegos de azar, y las iniciativas legislativas para llevar este asunto directamente ante los votantes de Texas no han tenido éxito.
“Mucho del pensamiento de la derecha en Texas tiene sus orígenes en las denominaciones religiosas más conservadoras, y eso es ciertamente algo que sostiene el Partido del Té de Texas, para el cual los asuntos sociales, culturales y morales son de suma importancia”, dijo Robert Biles, profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal Sam Houston.
Un estudio en el 2013, de la Asociación Empresarial de Texas, muestra que los texanos gastan alrededor de 3 mil millones de dólares en apuestas y juegos de azar en otros lugares, como en los estados colindantes, los cuales todos tienen sus casinos.
Y aunque que esta iniciativa para frenar a la tribu Alabama-Coushatta en los tribunales es dirigida por Ken Paxton, procurador general republicano, quien es un aliado del Partido del Té, es también una cuestión no partidista. Los juegos de apuestas controlados por los nativoamericanos fueron impugnados en la década de los noventas, durante el mandato de la gobernadora Ann Richards, una demócrata.
El Consejo de Control de los Juegos de Azar de Luisiana señala que los habitantes del área de Houston, a unas 150 millas (241 kilómetros) de distancia, conformaron la mayor cantidad de clientes que acudían a los casinos del Lake Charles, Luisiana, los cuales se “verían afectados si se legalizaran los juegos de apuestas en Texas”.
Una muestra de lo que podría suceder ha surgido en Oklahoma, donde los casinos administrados por los nativoamericanos atrajeron a los habitantes de Texas del área de Dallas-Fort Worth, a una hora de distancia sobre la carretera interestatal 35, desviándose de Shreveport y Bossier City, a tres horas hacia el este en Luisiana.
“Obviamente si hay otra opción geográficamente más cercana para estas personas, claro que la van a investigar”, dijo Wayne Duty, director ejecutivo de la Asociación de Casinos de Luisiana. “Lo que vimos en el noroeste de Luisiana cuando los casinos nativoamericanos en Oklahoma comenzaron a operar, fue que tuvimos una pérdida del 17 por ciento de nuestros ingresos totales. Y francamente nunca nos pudimos recuperar”.