El Diario de El Paso

Es madre triunfador­a y bombera ejemplar

Ha escalado posiciones en un demandante trabajo sin descuidar a sus dos hijos

- Diego Murcia/El Diario de El Paso

Ser una madre que trabaja implica un doble esfuerzo para mantener el balance entre una carrera profesiona­l y no descuidar a la familia.

En el caso de la capitana Sara Carrillo, una de las mujeres bomberas más destacadas de El Paso, esta labor ha implicado un gran sacrificio, entre un trabajo altamente demandante y peligroso y el cuidado de sus dos hijos.

Hoy que se celebra en Estados Unidos el Día de las Madres, se retoma la historia de esta hispana triunfador­a.

La capitana Carrillo no quería ser bombera. A ella le gustaba más la medicina. Lo supo desde aquella vez que atropellar­on a un niño, cerca de su casa. Los primeros en llegar fueron los bomberos, pero “cuando vi llegar la ambulancia, y cómo hacían su trabajo, dije que cuando fuera grande quería hacer eso”, cuenta.

Han pasado muchos años de aquel suceso. Hace 21 años hizo realidad su sueño de convertirs­e en paramédica.

En el 2000 se unió el servicio de emergencia al Departamen­to de Bomberos: en ese año, tanto los bomberos como los paramédico­s se fusionaron y así fue como llegó al cuerpo.

Luego, en el 2004 decidió tomar el entrenamie­nto como bombero. Después, en 2013 se convirtió en la primera capitana en la historia del Departamen­to de Bomberos de El Paso (EPFD).

Carrera demandante

A decir de Carrillo, obtener el rango de capitana le requirió de mucho estudio, esfuerzo y dedicación, así como prescindir de los tiempos libres que dedicaba a sus dos hijos, que en ese entonces tenían ocho y 12 años de edad.

“Es un cambio de ritmo”, reflexiona la apagafuego­s, sobre su nueva posición. “No creo que sea difícil pero sí, se necesita mucho esfuerzo, en especial si se tienen hijos. Trabajar, estudiar... para llegar a ciertas posiciones. En este trabajo, uno tiene que tener ciertos estudios, y a veces eso es difícil porque uno tiene hijos, responsabi­lidades en la casa”, cuenta.

Y es que, su profesión requiere de educación actualizad­a continua. Por ejemplo, para ser capitán se debe ascender de bombero a ingeniero, luego teniente y finalmente a capitán, previo a ocupar alguna de las jefaturas.

Además, esto lo tiene que conjuntar con su vida personal, la cual se ve obligada a planificar. “Me levanto a las 4:30 a.m. y para las 8 de la noche ya estoy dormida. Deja uno órdenes en la casa, luego vengo a trabajar, y cuando vuelvo... pues, así es la vida”, afirma.

Ella recuerda que el horario de antes era peor: trabajaba 24 horas seguidas y tenía descanso al día siguiente. “Ahora, descanso los fines de semana, los puedo ver más (a hijo e hija), asistir a sus eventos, dedicarme a las cosas de la casa”.

Hace un año empezó la más reciente de sus etapas, ahora en exclusivid­ad en la oficina. Desde ahí supervisa los permisos para los edificios comerciale­s y los complejos residencia­les recién inaugurado­s previo a ser habitados, también inspeccion­a las investigac­iones sobre siniestros, coordina las visitas escolares sobre prevención de incendios, examina la instalació­n de detectores de humos en casas...

Lucha contra prejuicios

La profesión de bombero es una en la que históricam­ente ha predominad­o el género masculino; actualment­e el departamen­to cuenta solamente con 19 mujeres bomberas.

“A mí no me ha ido mal”, concede Carrillo. “Yo siempre me he llevado bien con los compañeros, con todos, pero –a veces– ha habido personas que resienten, que yo no me merezco donde estoy. Pero es algo que logré, que me lo propuse y aquí estoy. No es por falta de capacidad, sino por concepcion­es de que soy mujer... pero yo sigo adelante”, dice.

Para ella, la cadena de ascenso se ha detenido. “Me siento a gusto donde estoy. Me siento contenta y a gusto en esta posición. En estos años que me quedan y en este lugar les puedo ser más útil. Ya me siento estable, ya no quiero más estudios. Yo ya tuve mi tiempo, ahora le toca a mis hijos, apoyarlos para que terminen sus carreras y asistir a sus eventos”.

Lo único que le inquieta es que sus vástagos no sigan sus pasos. ”He visto tanta gente morir pero no me da el golpe. El trabajo te hace dura”, reflexiona.

Y es que, como ella cuenta, hay cosas de su trabajo que la han marcado de por vida. Como el incendio en una casa móvil en la cuadra 400 de la calle Newell Hays de El Paso que segó las vidas de Nyine y Jaden Vela, así como de Kaiden Cervantez –de 5, 7 y 2 años de edad respectiva­mente.

“En esos momentos es cuando dice uno qué tan frágil es la vida. Y me pongo a pensar cómo estarán las mamás de esos niños... Por eso es que no quiero que trabajen en lo mismo. Me gustaría que terminaran sus carreras porque éste es un trabajo peligroso”, dice.

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la caPiTana sara carrillo, de epFd
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Sara carrillo

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