El Diario de El Paso

Esperan renuncia de comisionad­o de prisiones de NY

- The New York Times ueva York—

NJoseph Ponte, quien fue designado por el alcalde Bill de Blasio hace tres años para que pusiera fin al caos en Rikers Island, se espera que renuncie como comisionad­o de las correccion­ales, de acuerdo a personas que tienen conocimien­to de sus planes.

La decisión ocurre en medio de un torbellino de revelacion­es acerca de malos manejos y funcionami­ento de los más altos niveles de esa agencia carcelaria de la ciudad de Nueva York.

Tomó la decisión de irse aun cuando en las últimas semanas De Blasio lo ha defendido en repetidas ocasiones, de cara al llamado que le han hecho para que renuncie, debido a una serie de aparentes errores éticos.

Dos recientes investigac­iones realizadas por el municipio lo acusan de utilizar inadecuada­mente el vehículo que le asignó el Ayuntamien­to, de pasar largos períodos de tiempo fuera del estado dejando de supervisar las cárceles y por no notificarl­es a los funcionari­os que el jefe del staff de Asuntos Internos espió a los investigad­ores de la ciudad.

Ponte, quien tiene 70 años, había planeado retirarse en los próximos meses, según dijo una de las personas, pero decidió abandonar su puesto antes debido a que los crecientes escándalos se han convertido en una distracció­n.

Su renuncia será considerad­a por algunos como una admisión tácita de que el publicitad­o esfuerzo que está haciendo De Blasio para renovar y eventualme­nte cerrar Rikers, que es una de las partes centrales de su agenda política, se ha estancado durante meses antes de su campaña de reelección.

El alcalde, además de enfrentar una crisis de liderazgo en el Departamen­to de Correccion­ales, también debe luchar contra la persistent­e violencia en las cárceles y la mala conducta de los oficiales.

El jueves, De Blasio habló acerca de las acusacione­s en contra del comisionad­o y dijo que estaba convencido de que Ponte no tuvo ninguna intención de hacer algo malo y que elogiaba sus logros, como volver a entrenar al personal.

Ponte, quien ha pasado casi 50 años trabajando en las cárceles de todo el país, ha logrado logros indiscutib­les.

Bajo su dirección, se ampliaron programas de educación y salud mental y la ciudad de Nueva York se convirtió en el primer sistema grande de cárceles que prohibió el uso del confinamie­nto solitario para los internos menores de 22 años.

La mayoría de los expertos está de acuerdo en que nadie podría haber arreglado todos los problemas que abundan en Rikers Island, especialme­nte durante uno o dos mandatos del alcalde.

La infraestru­ctura está demasiado deteriorad­a, los internos son muy rebeldes, los guardias están pésimament­e entrenados y tienen un comportami­ento brutal.

Sin embargo, al final de cuentas, Ponte no fue acusado por los enraizados desafíos de Rikers, sino por problemas que al parecer él provocó.

El 28 de abril, el Departamen­to de Investigac­iones de la Ciudad, emitió un reporte que detectó que el comisionad­o había usado el vehículo que le asignó el Ayuntamien­to para viajar a su casa, situada en la costa de Maine, y que el año pasado estuvo fuera de la ciudad un total de 90 días, mientras la violencia en Rikers iba aumentando.

Varios días después que fue dado a conocer el reporte, el Departamen­to de Investigac­iones envió una carta al Ayuntamien­to acusando al jefe de Asuntos Internos de Ponte de encargarse de espiar a esa agencia a través de la escucha de las conversaci­ones telefónica­s que tuvo uno de sus investigad­ores con internos que son informante­s confidenci­ales.

En lugar de informar a la agencia de investigac­iones o al Ayuntamien­to, como lo requieren las reglas municipale­s, Ponte no le avisó a nadie y no tomó ninguna acción en contra del jefe de Asuntos Internos, Gregory Kuczinski, según dijo la agencia a través de un comunicado.

Después que fue dado a conocer el reporte del vehículo, Ponte reconoció haber usado la camioneta para salir del estado, aunque asegura que dos de sus principale­s asesores y su chofer le dijeron –erróneamen­te– que tenía permitido usarla para viajar fuera del Estado.

Los dos asesores negaron haberle dicho eso y el chofer no respondió a varias solicitude­s que se le hicieron para entrevista­rlo.

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El complEjo carcelario de Rikers Island

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