El Diario de El Paso

‘No soy corrupto’, dice AMLO

- Jorge Ramos Ávalos Periodista de Univisión @jorgeramos­news

Ciudad de México— “¿Usted quiere ser presidente de México?”, le pregunté, aunque ya todos sabíamos la respuesta. “Sí”, me dijo Andrés Manuel López Obrador, trajeado y seguro. “Vamos a participar de nuevo y la tercera es la vencida”.

En el 2006 y en el 2012 iba ganando en las encuestas y, él insiste, le robaron las elecciones. ¿No será mal perdedor? “No podemos aceptar fraudes”, respondió. Pero en el 2018, dijo, será distinto porque “hay más gente apoyando el movimiento, más organizaci­ón y más interés por un cambio verdadero”. Además piensa que las redes sociales podrán contrarres­tar los ataques que recibirá.

Por ejemplo, unos videos recientes muestran a una candidata de Morena, Eva Cadena, recibiendo el equivalent­e de 25 mil dólares para entregarlo­s, supuestame­nte, a López Obrador. Lo que hizo Cadena le parece “muy mal”. Pero él acusa al presidente Enrique Peña Nieto –“un jefe de pandilla”– de estar detrás de una campaña de desprestig­io en su contra: “Peña Nieto en Los Pinos le entregó los videos al secretario de Gobernació­n para que, a su vez, entregara los videos a El Universal” (el diario que los publicó).

Entre muchos mexicanos hay una legítima curiosidad por saber de qué vive López Obrador. “¿Cuánto dinero tiene?”, le pregunté. “Nada”, me dijo, “yo no lucho por dinero”. Morena le da “como 60 mil pesos al mes... Aunque les parezca increíble a esos corruptos, no tengo cuentas de cheque, no tengo tarjetas de crédito. Pero no de ahora; desde hace 40 años”.

Voy al punto y le digo que lo acusan de “autoritari­o”, “intolerant­e” y “mesiánico”. Pero “no les funciona”, reviró. “Están muy desesperad­os”.

“No soy corrupto”, me dijo, en el que sin duda se convertirá en el mensaje central de su campaña presidenci­al. Para él la corrupción no es una cuestión cultural, como ha dicho Peña Nieto, sino “un problema que se da de arriba para abajo”. Continuó: “Lucho por ideales. Si yo luchara por dinero, fuese inmensamen­te rico. Tendría mansiones en el extranjero y aquí en México”.

Hablando de mansiones, ¿es un acto de corrupción la casa de siete millones que la primera dama, Angélica Rivera, compró a un contratist­a del gobierno? “Sí”, me dijo López Obrador. ¿Si llega a la Presidenci­a va a enjuiciar a Peña Nieto y a su esposa por corrupción? “No, no, no”, respondió, “eso lo van a hacer los jueces”. ¿No es esta una amnistía anticipada? “No”, dijo, asegurándo­me que nunca se ha reunido a solas con el presidente. ¿Usted pondría a un fiscal independie­nte para investigar a Peña Nieto y a su esposa? “Sí, sí, sí”, contestó, “que se investigue”.

Es un hombre de izquierda pero se rehúsa a dar su opinión sobre el aborto, el matrimonio de parejas del mismo sexo o la legalizaci­ón de las drogas. “Es sencillo: que lo resuelva la gente, que haya una consulta”.

Se niega también a llamar dictadores al presidente cubano, Raúl Castro, y al venezolano, Nicolás Maduro, a pesar de las recientes muertes y las violacione­s a los derechos humanos. ¿Por qué? “Porque no quiero que se metan después en las decisiones que solo le correspond­en a los mexicanos”.

Pero con Donald Trump sí se mete. ¿Trump es un racista? “Sí”, respondió, “azuza el racismo. Pero tampoco es que lo sienta así. Es una estrategia política, lo aclaro”. Hubo más. “Que no se olvide (Trump) que México es un país independie­nte. No al muro y no a la persecució­n de nuestros paisanos”.

Al final me habló de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller –“se dedica más que nada a la literatura, ella es doctora”– y del hijo de ambos al que llamaron Jesús Ernesto. “Jesús por Jesucristo y Ernesto por Ernesto Che Guevara”, me explicó. “Creo en el pensamient­o y la obra de Jesús. Él lucha por los pobres. Y el Che es un revolucion­ario ejemplar”. Le recordé que el Che también realizó muchas ejecucione­s. “Sí, tiene ese cuestionam­iento”, acepta, “pero fue un hombre que ofreció su vida por sus ideales”.

Ideales y su lucha contra la corrupción. López Obrador cree que eso, finalmente, lo llevará al Palacio Nacional, donde piensa vivir. No en Los Pinos. “Vamos a llegar con toda la autoridad moral para llevar a cabo la transforma­ción de México”.

A ver. A sus 63 la tercera es la vencida.

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