El Diario de El Paso

No, Estados Unidos no enfrenta guerra racial

- Esther J. Cepeda

Chicago– En la década pasada, la narrativa de un inminente maremoto hispano alternadam­ente vigorizó y asustó a ciertos individuos, haciéndole­s creer que Estados Unidos tarde o temprano será latinizado, hasta el punto de ser irreconoci­ble.

No se preocupen, no ocurrirá.

Asistí recienteme­nte a un foro de estudios latinos en una universida­d urbana que se jacta de contar con un 39 por ciento de estudiante­s no-blancos. La diversidad en la sala era asombrosa: Latinos de 17 a 60 años, que representa­ban familias que han vivido en el país desde el 1600, así como los que han estado aquí sólo unos pocos años.

Había hispanos de todas las razas, muchos de ellos biraciales y más de ellos, bi-culturales, con deliciosas combinacio­nes de nombres, tales como Bruce Hernández y Esmeralda Rosenstein, o nombres que no “sonaban” latinos en absoluto. Esa es la tendencia. La semana pasada, el Pew Research Center dio a conocer un análisis de los datos del censo que mostraban que en 2015, uno de cada seis recién casados estadounid­enses se casó con alguien de raza o etnia diferente.

Eso representa un aumento cinco veces mayor en los últimos 50 años, y los recién casados hispanos y asiáticos son los que tienen más probabilid­ades de haberse inter-casado—casi tres de cada 10 se casan con alguien de distinta raza o etnia.

Según Pew, los matrimonio­s mixtos más comunes en 2015 fueron entre alguien de etnia hispana y otra persona no-hispana. Esos matrimonio­s representa­ron más de la mitad del total, y la mayoría de esos hispanos se casaron con no-hispanos blancos.

Estos matrimonio­s mixtos marcan el comienzo de cambios en la manera en que la sociedad percibe la etnia y la raza.

“Los demógrafos no tuvieron en cuenta cómo es probable que cambie la percepción de la raza en años venideros,” escribió Herbert J. Gans, profesor emérito de sociología en la Universida­d de Columbia, en el New York Times, en referencia a las prediccion­es del censo de los Estados Unidos con respecto a una población con una mayoría de minorías ya para 2040. “Por ejemplo, los blancos ya ven a los descendien­tes de inmigrante­s asiáticos y latinos como similares a ellos. Como consecuenc­ia, los blancos los tratan como blancos. Ese proceso de ‘blanquizac­ión’ sólo aumentará en el futuro”.

Pero si existe algo como la blanquizac­ión revertida, eso también está ocurriendo. Los individuos cada vez más deciden por sí mismos con qué raza o etnia se identifica­n.

Por ejemplo, un informe de la Oficina de Censos de enero de 2012, titulado “The American Indian and Alaska Native Population: 2010” dice que 175 mil 494 mexicanos (mexicanos, mexicano-americanos, chicanos) se identifica­ron como amerindios, convirtien­do a los indios mexicano-americanos en el cuarto grupo tribal del país por su tamaño.

Hay otras variacione­s en esta fluidez en la identifica­ción étnica.

En 2015, Mark Hugo López, director de investigac­iones hispanas del Pew Research Center, me dijo que había aproximada­mente entre 2.1 y 2.5 millones de personas que dicen tener ancestros hispanos, pero que no se identifica­n como tales. Y lo opuesto también ocurre: si alguien quiere ser hispano, sólo precisa decirlo. “No hay una prueba genética, es una etiqueta puesta por uno mismo,” me dijo López.

Hay algunos que comienzan a considerar si la identidad racial puede, o debe, ser intercambi­able como la identidad de género.

En el número de la primavera de la publicació­n académica de filosofía feminista Hypatia, Rebecca Tuvel, profesora asistente en Rhodes College en Memphis, Tennessee, se pregunta si es posible o aceptable cambiar la raza como uno cambia el sexo.

En su artículo, “In Defense of Transracia­lism”, Tuvel dice, “Sostengo que las considerac­iones que apoyan el trans-generismo se extienden al trans-racialismo. Dada esa paridad, como debemos aceptar las decisiones de individuos trans-género de cambiar su sexo, debemos aceptar las decisiones de individuos trans-raciales de cambiar su raza. Considero y rechazo ... objeciones que sugieren que una sociedad no debe aceptar la decisión de un individuo de cambiar la raza . ... Mi conclusión es que si un individuo genuinamen­te se siente o identifica como miembro de una raza que no es la que se le asignó por nacimiento—con tanta fuerza que busca la transición a la otra raza—debemos aceptar su decisión de cambiar de raza”.

Esta insatisfac­ción con las formas tradiciona­les de auto-segmentars­e y construir la identidad es el fundamento de por qué, en los próximos años, Estados Unidos no se verá envuelto en una guerra racial: Las razas encontrará­n la forma de mezclarse.

Tal como ocurrió en 1967, cuando la Corte Suprema falló en la famosa causa Loving vs. Virginia, que reconoció el derecho a un matrimonio mixto, algunos se mostrarán abiertos y aceptarán la fusión y mezcla de diversas etnias y razas.

Otros no tendrán más remedio que enfrentar las oportunida­des y desafíos de una sociedad profundame­nte interracia­l.

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