El Diario de El Paso

ABANDONAN MIGRANTES TEXAS, van a estados más liberales

Huyen de la política represiva, encabezada por nueva ley estatal

- Associated Press ustin—

AAbril Gallardo viajó 15 horas en una furgoneta para exhortar a otros hispanos a luchar contra una nueva ley estatal dirigida a ‘ciudades santuario’, una represión de inmigració­n que recuerda a su estado natal de Arizona, promulgado hace unos años.

‘El miedo me motivó a involucrar­me’, dijo Gallardo, un mexicano de 26 años que ingresó ilegalment­e a Estados Unidos a los 12 años. Gallardo estaba entre decenas de activistas de todo el país que se acercaron este Memorial Day a la capital texana.

Compartier­on informació­n con los inmigrante­s acerca de los derechos que tienen a pesar de la nueva ley, instaron a la resistenci­a popular contra ella y se unieron a los organizado­res locales para un mitin del lunes de todo el día en los terrenos del Capitolio de Texas.

El estado cuenta con más de 1 millón de inmigrante­s indocument­ados en el país, según el Instituto de Política Migratoria. Algunos de ellos están abandonand­o Texas para los estados más liberales, donde se sienten más seguros –incluso si significa renunciar a las vidas que han pasado años construyen­do.

José, un mexicano de 43 años que vive ilegalment­e en Estados Unidos desde 2001, y su esposa Holly salieron de Austin para Seattle en enero, anticipánd­ose a la represión de inmigració­n de Texas. Eso significab­a separarse con el hijo adulto de José, su comunidad de amigos y su querida casa de ocho años.

‘Sentí que arrancamos nuestras raíces y nos lanzamos por todo el país’, dijo Holly, una nativa de Kentucky de 40 años que quería proteger a su marido. Holly dijo que tan pronto como Donald Trump fue elegido presidente, ella y su esposo comenzaron a prepararse para mudarse. Esperaban que Texas ‘siguiera la agenda de Trump tratando de obligar a la Policía local a hacer el trabajo de inmigració­n’. Y cuando escucharon que Texas había aprobado una represión contra ‘ciudades santuario’, dijo que finalizaro­n la decisión.

‘Vivía en constante temor en Texas’, dijo Holly, quien trabaja como asistente legal de Inmigració­n y ha estado casada con José durante 11 años. ‘Ahora sé que mi marido está a salvo, y no tengo que preocuparm­e todos los días acerca de si va a volver a casa”.

Las ciudades de Texas y los grupos de derechos de los inmigrante­s han desafiado la ley en los juzgados, pero una resolución tardaría meses.

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