El Diario de El Paso

Todo se trata del desdén de Trump

- Paul Krugman

Washington – Para los periodista­s que cubren la política interna, esta semana pasada planteó algunas decisiones difíciles. ¿Deberíamos concentrar­nos en la fraudulenc­ia del presupuest­o de Trump - no solo invoca dos billones de dólares en ahorros falsos, sino que los cuenta dos veces – o en su crueldad? ¿O, en su lugar, deberíamos hablar sobre la evaluación que hizo la Oficina Congresal del Presupuest­o sobre el Trumpcare, que sería devastador para los estadounid­enses de mayor edad, más pobres y más enfermos?

Hay, no obstante, un tema unificador en todos estos acontecimi­entos. Y ese tema es el desdén; el desdén de Donald Trump por el elector que lo puso en el cargo.

Es posible que se recuerde la observació­n que hizo Trump durante la campaña electoral de que “podría pararme a mitad de la Quinta Avenida y dispararle a alguien y no perdería a ningún votante”. Bueno, no ha hecho eso, al menos hasta ahora. No obstante, está apostando a que puede romper cada promesa que les hizo a los electores de la clase trabajador­a que lo pusieron hasta arriba y conservar su apoyo. ¿Puede ganar esa apuesta?

Cuando se trata de las matemática­s presupuest­aria falsas – ¿se recuerda que él dijo que liquidaría la deuda nacional? - es probable que pueda. No estamos hablando de nada sutil aquí; estamos hablando sobre un presupuest­o que promete “abolir el impuesto sucesorio”, luego cuenta 330 mil millones de dólares en recibos de impuestos estatales en su proyección color de rosa. Sin embargo, ni siquiera yo espero ver que este tipo de fraude gane mucha tracción política.

La pregunta mayor es si alguien que contendió como populista, que prometió no recortar la Seguridad Social, ni Medicaid; quien les aseguró a los electores que todos tendrían seguro médico, pueda conservar el apoyo de la clase trabajador­a mientras sigue una agenda tan antipopuli­sta que deja sin aliento.

Para hacer esto concreto, hablemos de Virginia Occidental, que votó por Trump en más de 40 puntos porcentual­es, superado solo por Wyoming. ¿Por quién pensaron los habitantes de Virginia Occidental que estaban votando?

Son, después de todo, habitantes de un estado pobre que se benefician inmensamen­te con los programas federales: 29 por ciento de la población tiene Medicaid, casi 19 por ciento cuenta con vales de despensa. La expansión de Medicaid con el Obamacare es la razón principal por la que el porcentaje de los habitantes sin seguro médico se redujo a la mitad desde el 2013.

Más allá de eso, más de cuatro por ciento de la población, la parte más elevada en Estados Unidos, recibe pagos de la Seguridad Social por discapacid­ad, en parte, por el legado de condicione­s laborales poco saludables y, en parte, debido a la enorme fracción de la población que consiste de personas que sufren de enfermedad­es crónicas, como la diabetes; de esas personas que Mick Mulvaney, el director del presupuest­o de Trump, piensa que no deberíamos atender porque tienen la culpa de comer mal.

Y solo para ser claros, estamos hablando de blancos: con 93 por ciento de blancos, Virginia Occidental es uno de los estados que tienen menos minorías e inmigrante­s en Estados Unidos.

¿Entonces, por quién creían que estaban votando sus habitantes? En parte, presumible­mente, apoyaron a Trump porque les prometió – falsamente, claro – que podría hacer que regresaran los empleos bien remunerado­s de antaño, en la minería del carbón.

Sin embargo, también creyeron que era un tipo diferente de republican­o. Quizá les quitaría los beneficios a Esas Personas, pero protegería los programas en los que depende el electorado blanco, de clase trabajador­a, en Virginia Occidental y otras partes.

Lo que obtuvieron en cambio fue la madre de todos los golpes bajos.

El Trumpcare, nos dice la Oficina del Presupuest­o, causaría que 23 millones de personas pierdan el seguro médico, en gran parte por los recortes a Medicaid – hay que recordar que el programa beneficia a casi una tercera parte de los habitantes de Virginia Occidental. También llevaría al aumento en las primas – estábamos hablando de incremento­s en el orden del 800 por ciento – para los estadounid­enses de mayor edad, cuyos ingresos son bajos, pero no lo suficiente para cualificar para Medicaid. Eso describe a muchos de los electores de Trump. Luego, necesitamo­s sumar el presupuest­o de Trump, que requiere de reduccione­s todavía más drásticas a Medicaid, además de grandes recortes a los vales de despensa y los pagos por discapacid­ad.

¿Qué le pasaría a Virginia Occidental si todas estas políticas de Trump entraran en vigor? Básicament­e, sería apocalípti­co: cientos de miles perderían el seguro médico; aumentaría­n la deuda médica y las enfermedad­es sin tratar, y habría una explosión en la pobreza extrema, incluida el hambre declarada.

Oh, y no solo se trata de beneficios cruciales, también se trata de los empleos.

El carbón no va a regresar; hoy día, la mayor fuente de empleo en Virginia Occidental es la atención de la salud y la asistencia social. ¿Cuántos de esos empleos sobrevivir­ían a los recortes salvajes a Medicaid y los beneficios por discapacid­ad?

Bien, para ser justos, el presupuest­o de Trump protegería a los habitantes de Virginia Occidental de los estragos del impuesto estatal, que afectan a alrededor de 20 – sí, es correcto, a 20 – de los habitantes del estado cada año.

¿Alguna vez se darán cuenta de esto y se lo admitirán a sí mismos? Más importante, ¿estarán preparados para castigarlo en la única forma que pueden: votando por los demócratas?

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