El Diario de El Paso

La Presidenci­a se convierte en un pantano legal

- • Jennifer Rubin

Washington – El Washington Post informa:

“Los abogados generales del Distrito de Columbia y el estado de Maryland dicen que demandarán al Presidente Trump el lunes, alegando que ha violado cláusulas anticorrup­ción en la Constituci­ón tras aceptar millones en pagos y beneficios de gobiernos extranjero­s desde que se mudó a la Casa Blanca.

“El litigio, el primero en su clase entablado por entidades gubernamen­tales, se centra en que Trump eligió mantener la propiedad de su compañía al convertirs­e en presidente. Trump dijo en enero que estaba transfirie­ndo sus activos de negocio a un fideicomis­o administra­do por sus hijos para eliminar potenciale­s conflictos de intereses “.

Este inteligent­e estratagem­a legal se centra en la posible violación de Trump de la cláusula de los emolumento­s. El primer obstáculo será que los fiscales generales de los estados sostengan sus argumentos, es decir, que la recepción de dinero extranjero por parte de Trump les resulte dañino. Afirman que el Trump Internatio­nal Hotel tiene una ventaja injusta sobre otros lugares, debido a que gobiernos extranjero­s tratan de entablar negocios con el presidente y, por tanto, ganar influencia con él. (“La Embajada de Kuwait celebró un evento en el hotel después de haber reservado inicialmen­te en el Four Seasons. Arabia Saudita, el destino del primer viaje de Trump al extranjero, también reservó habitacion­es en el hotel a través de un intermedia­rio en más de una ocasión desde la toma de posesión de Trump. El hotel puede estar quitándole negocios al centro de convencion­es de DC y otro ubicado en el vecino estado de Maryland, siendo que ambos son subvencion­ados por los contribuye­ntes”).

Al igual que con otros litigios, esta demanda ofrece la posibilida­d de que Trump pueda tener que entregar declaracio­nes de impuestos y otros registros financiero­s e incluso testificar bajo juramento.

Además del litigio, Trump enfrenta la investigac­ión en curso por el fiscal especial Robert Mueller y la indagatori­a del Comité de Inteligenc­ia del Senado. Colectivam­ente, estas vías legales ofrecen el potencial de requerir mucha más transparen­cia de lo que Trump jamás ha permitido. Podríamos incluso tener una rendición de cuentas completa de los posibles lazos financiero­s con los regímenes con los que se ha desvivido para complacerl­os (por ejemplo, Filipinas, Arabia Saudita, China). No olvidemos las investigac­iones separadas sobre los tratos de Paul Manafort con el títere de Vladimir Putin en Ucrania y que el ex asesor de seguridad nacional Michael T. Flynn no reportó su trabajo para Turquía. Irónicamen­te, el hombre que peleó enjundiosa­mente para intimidar a una variedad de negocios y enfrentar a sus antagonist­as de los medios ahora se encuentra atrapado en una red de posibles litigios civiles y penales.

Rusia proporcion­a el nexo entre los pleitos de la cláusula de los emolumento­s y la investigac­ión de Mueller. Las reuniones entre Jared Kushner y los funcionari­os rusos, por ejemplo, pueden decirnos algo sobre la intromisió­n de Rusia en nuestras elecciones, pero también sobre acuerdos financiero­s. ¿Fue la reunión de Kushner con el jefe ejecutivo de Vneshecono­mbank (VEB) sólo sobre asuntos negocios o relaciones rusas. o ambas? ¿Por qué dejaría este tema fuera de su documentac­ión de seguridad?

La multiplici­dad de investigac­iones crea varios desafíos para Trump y su abogado de alto octanaje, el bufonesco Marc E. Kasowitz. Con tantas acciones, la trama Trump-Rusia de alguna forma u otra puede llegar a dominar la noticia, erradicand­o cualquier esperanza de lograr objetivos políticos. Además, si una acción no cumple con los requisitos “sostenerse” en los tribunales o no tiene éxito en hurgar los registros financiero­s de Trump sueltos, tal vez otra voluntad. Con bastantes mordeduras en la manzana y bastantes asuntos en las Cortes, existen posibilida­des de que una o más acciones podrán descifrar el laberinto de finanzas de Trump y de conexiones entre los funcionari­os rusos y los oficiales de campaña de Trump. La creciente presión sobre los ayudantes de Trump y el peligro legal en el que se encuentran algunas figuras de alto perfil –Kushner, el fiscal general Jeff Sessions, los hijos adultos de Trump, Flynn, Carter Page, etc– aumentarán la posibilida­d de que uno o más de ellos se conviertan en testigos colaborado­res.

En resumen, la imagen de una administra­ción sitiada y de un presidente que ya no está ansioso por viajar al extranjero para visitar a un aliado cercano, como Gran Bretaña, sólo aumenta la sensación de caos. Trump todavía quiere sacudir a su equipo de trabajo –pero si despide al personal que anda suelto, ¿perderá el control de ellos como posibles testigos? ¿Se motivarán a estos empleados despreciad­os a informar a los tribunales y a los fiscales de lo que saben? Trump podría ser presidente durante los próximos tres años y medio, pero es difícil determinar su legado si sus días y sus noches se gastan en los litigios. Y para los republican­os, la perspectiv­a de lograr cualquier logro legislativ­o se desvanece conforme la ola de litigios se cierne sobre la Casa Blanca.

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