El Diario de El Paso

No debería existir el miedo

- Editorial

Washington– Uno tras otro tras otro, en los noticieros de la televisión del miércoles por la mañana apareciero­n los angustioso­s recuentos de los miembros republican­os del Congreso de cómo su práctica del beisbol apenas horas antes se había convertido en un campo de batalla sangriento.

"De repente escuchamos un estallido muy fuerte, luego unos segundos más tarde fue una serie de disparlos", dijo el senador Jeff Flake (Arizona). "Nos estaba cazando, hubo tantos disparos, no pudiste levantarte y correr", dijo el representa­nte Mike Bishop (Mich.). "Veo un rifle y entonces oigo otro bam, y me doy cuenta de que todavía hay un tirador activo", dijo el representa­nte Mo Brooks (Ala.). En pocas palabras, dijo el representa­nte Joe Barton (Texas), "Fue aterrador". Los hombres normalment­e acostumbra­dos a ser entrevista­dos sobre el presupuest­o federal o enredos extranjero­s estaban emocional y muy claramente sacudidos —y así debe estar la nación.

Lo que ocurrió en ese campo de juego justo en las afueras de Washington, donde un pistolero aparenteme­nte amamantand­o un rencor político desató un ataque en apariencia premeditad­o contra los legislador­es republican­os, equivale a un ataque a la democracia. El representa­nte Steve Scalise (Louisiana) y otros cuatro resultaron heridos por el tirador. Acciones rápidas y heroicas por elementos de seguridad de la Policía del Capitolio y la Policía de Alexandria afortunada­mente evitó que otros fueran asesinados o baleados. El pistolero, identifica­do por las autoridade­s como James Hodgkinson III de Illinois, murió después de un tiroteo con la Policía.

La investigac­ión continúa, pero de sus publicacio­nes y relatos de medios sociales de personas que lo conocían, parece que Hodgkinson tenía fuertes sentimient­os contra el presidente Donald Trump. Había sido un voluntario en la campaña primaria demócrata del senador Bernie Sanders, independie­nte de Vermont., Quien desde el piso del Senado horas después del tiroteo dijo que estaba "molesto por este acto despreciab­le".

¿Quién sabe qué mezcla de locura y circunstan­cia hace que alguien tome una pistola y vaya a un alboroto? Pero no importa lo que las autoridade­s descubran acerca de Hodgkinson (y parece que tuvo otros problemas en su vida), el ataque del miércoles debería causar una revisión interna sobre lo que pasa por el discurso político en este país. Era desalentad­or que algunos de los políticos de derecha e izquierda no pudieran esperar a que Scalise saliera de la cirugía antes de escalar la retórica en lugar de atenuarla.

Trump dio exactament­e el tono correcto. "Podemos tener nuestras diferencia­s, pero en tiempos como estos nos va bien recordar que todos los que sirven en la capital de nuestra nación están aquí porque, sobre todo, aman a nuestro país", dijo desde la Casa Blanca.

Más allá de eso, todo el mundo comenzará a buscar lecciones en lo que está en la base de un ataque insensato e intolerabl­e. Creemos que el gobernador de Virginia, Terry McAuliffe (democrata), tenía razón al no negar la cuestión del control de armas cuando se le preguntó en una conferenci­a de prensa si estaba preocupado por la seguridad de los políticos. Dijo que estaba preocupado por la seguridad de todos los estadounid­enses contra la violencia armada, no sólo con los políticos: "Esto no es lo que hoy se trata, pero tenemos demasiadas armas en la calle".

Los estadounid­enses no deberían temer ser víctimas de la violencia armada a medida que van sobre sus vidas y que incluye el envío de sus hijos a la escuela, ir a la iglesia, la fiesta en un club nocturno –o la práctica de golpear las pelotas de beisbol.

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